DE PERFIL... Erea Hierro

"Soy la portadora de clínex del banquillo"

Con tan solo siete años, Erea Hierro se enamoró perdidamente del baloncesto, un deporte que la ha visto crecer a nivel deportivo pero también laboral, pues ese vínculo irrompible con el basquet la impulsó a formarse como periodista deportiva especializada en esta modalidad. Gracias a su también amada profesión, a su faceta de entrenadora y a jugar en el equipo sénior femenino del Peixegalego Erea presume de vivir en los pabellones.

Erea HierroENAMORADA del baloncesto desde que era una niña, Erea Hierro ha construido entre Santiago de Compostela, Vilagarcía y, más recientemente, Marín, una vida alrededor de un deporte que le ha visto crecer.

¿Cuándo te enamoraste del baloncesto?
Fue a raíz del torneo que hacen en Vilagarcía en Semana Santa, la Vilagarcía Basket Cup, a la que venían todos los jugadores del Barça, Madrid… Yo iba a ver esos partidos y alucinaba viendo a todos los jugadores profesionales que para mí eran como ídolos.

Ese fue solo el principio...
Sí, a partir de ahí me enganché muchísimo. Todo era ver baloncesto, entrenar, ir a partidos… Empecé a vivir en pabellones que es dónde vivo ahora porque entre que entreno a niñas en el CB Vilagarcía y juego yo pues… tengo unos siete partidos cada fi n de semana.

Haciendo un poco de memoria, ¿cómo fueron esos inicios en la cancha?
Yo vivía en Santiago de Compostela entonces empecé a jugar en el colegio de La Salle. Al principio como no éramos niñas sufi cientes íbamos con los chicos pero me gustó tanto que conseguí mover a todas las de mi clase y al final hicimos equipo femenino. Luego, cuando acabé mi etapa de bachillerato hicimos un equipo nuevo en La Inmaculada. Estuve un año en Peleteiro y, tras siete años sin jugar, este año decidí volver.

¿Cómo fue esa vuelta a la cancha tras tanto tiempo sin jugar?
Fue casi terapéutico porque ya no contaba con volver a jugar nunca. Y eso que no jugamos a nivel profesional, somos una liga de andar por casa pero… Tenía mucho miedo porque con 20 años no estás igual físicamente que con 27.

"Elegí el número 22 como homenaje a mis amigos Alfonso Sánchez y Víctor Holmberg"

Siendo medio santiaguesa medio vilagarciana... ¿Por qué el Peixegalego?
Seguía al club y tenía muchas amigas en Marín entonces el año pasado le dije a Julián, el entrenador, al que ya conocía, que me apetecía volver a jugar y como todas me animaron decidí probar ya que en Vilagarcía no había equipo sénior femenino. El que hay no me ‘chista’ porque es el rival del club donde yo entreno, entonces… (Risas). Además, el equipo es genial y hay un ambiente muy bueno entonces estoy encantada.

Ya te tiene que gustar para desplazarte tantas veces por semana…
Vivo en Vilagarcía e ir a Marín dos días por la semana más el partido… Al final son horas en coche pero vale la pena porque me siento bien cuando estoy ahí. Además ya no es solo el hecho de ir a entrenar sino el preentreno, el postentreno, las cenas de equipo, el ir a tomar algo con tus compañeras, los viajes… es mucho más que entrenar.

En esta línea, si tuvieses que recordar uno de los mejores momentos vividos en una cancha de baloncesto, ¿cuál sería?
Desde cuando estaba de voluntaria en el Obradoiro y el equipo ascendió a ACB hasta el ascenso del Peixegalego. Eso también fue muy emocionante. Los ascensos cuando estás ahí en la pista y los vives… En el ascenso del Peixe recuerdo que el día del partido tenía que trabajar y llegué a los últimos tres minutos. Fuimos corriendo desde Vilagarcía hasta Marín porque ese día el equipo podía ascender y queríamos estar en la celebración. Ese momento lo recuerdo como uno de los más bonitos, sin duda.

¿Y el peor?
El peor momento fue cuando dejé de jugar. Yo disfrutaba mucho jugando pero los últimos años no me sentía bien porque me dolía el pie y me pasaba la mitad de los entrenamientos parando. Eso era una frustración terrible porque el club pagaba por mí una ficha y yo realmente no podía jugar lo que quería. Al fi nal le acabé cogiendo tanta rabia que lo dejé, así de malas formas porque lo estaba pasando mal.

Volviendo a la faceta de jugadora... ¿Eres supersticiosa?
Sí tengo manías. Lo típico: siempre me pongo primero la zapatilla derecha, intento llegar con mucha antelación para hacer el calentamiento de tobillo, siempre juego con la misma goma de pelo y soy la portadora de clínex del banquillo... Pero son tonterías que al final no sirven para absolutamente nada. Los rituales o manías raras, para los profesionales, que son los que cobran. (Risas).

Y el número 22 que luces en la camiseta, ¿tiene algún signifi cado especial?
Aunque mi número siempre fue el nueve y cuando empecé en el Peixegalego estaba libre como otra chica de equipo lo quería se lo dejé. Entonces yo elegí el 22 por uno de mis mejores amigos, Alfonso Sánchez, que es jugador profesional este año decidió no jugar y por mi amigo Víctor Holmberg, que jugaba en el equipo masculino de Peixegalego y fue por el que me fui a jugar a Marín. A mi el 22 hasta ese momento me daba igual pero como homenaje a Víctor y a Alfonso lo cogí.

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