Las primeras leyendas azules

Cuando apenas habían transcurrido tres años de su fundación, la Sociedad Deportiva Teucro se coló entre los grandes del balonmano nacional ►Lanza y Goitia eran los líderes de un equipo que describió una espectacular trayectoria en la temporada 1947-1948
Equipo de la Sociedad Deportiva Teucro que disputó un partido en San Sebastián. Goitia, segundo por la izquierda y Lanza, primero por la derecha como guardameta aunque no lo era. CEDIDA
photo_camera Equipo de la Sociedad Deportiva Teucro que disputó un partido en San Sebastián. Goitia, segundo por la izquierda y Lanza, primero por la derecha como guardameta aunque no lo era. CEDIDA

EL BALONMANO dio popularidad a la Sociedad Deportiva Teucro, su lugar en el panorama deportivo español y el arraigo en la ciudad, pero fue el atletismo el que le dio sus primeros éxitos. Fue la sección más potentes de las once (el boxeo se añadió posteriormente) con las que nació la entidad pontevedresa, que el próximo lunes cumplirá sus primeros 75 años de existencia.

Cuando nació el Teucro lo hizo, como bien indican sus dos primeros nombres, como una sociedad deportiva, y por ello contaba con un amplio abanico de modalidades como natación, atletismo –ya que la Gimnástica había desaparecido– y balonmano, que paulatinamente se fue convirtiendo en el referente de la sociedad que el 4 de mayo de 1945 habían fundado José Covelo Neira, Roberto Rodríguez Ozores, Jesús Dapena Corbal, Joaquín González García y José Soto Martínez, que cuatro años antes había sido clave en el nacimiento del Pontevedra.

En tan solo tres años pasó de protagonizar sus inicios como club a situarse entre los mejores del balonmano español. Ese tiempo fue el que necesitó el equipo de los Goitia, Roberto o Lanza para colarse en la élite. Su ascensión fue fulgurante y, a la vez sorprendente, en un país que se estaba curando las heridas de la Guerra Civil.

Hay dos personas fundamentales en el auge de la sección de balonmano del Teucro, Fausto Lanza y José Luis Goitia. Su aparición transforma a un equipo que iba ganando adeptos de manera espectacular. Son los referentes de una formación en la que figuran Justo, Muruáis, Castro o Manolo Estévez, que antes de formar parte del Teucro destacó como nadador.

La intrahistoria. Un portero que era nadador
El portero de aquellos equipos de balonmano a once del Teucro era habitualmente Manuel Estévez, que había adquirido fama como nadador.

El pontevedrés se convirtió en 1940 en el primer gallego de la historia que subía al podio de un Campeonato de España de natación, una hazaña de incalculable valor. En aquel momento fue considerado como uno de los mejores bracista españoles, acumulando medallas y récords.

Con el Marítimo -club que a raíz de su fusión con el Náutico en 1958 se transformó en el actual Naval de Pontevedra-, comenzó a tomar parte en las primeras competiciones, que tenían un carácter local, provincial o universitario. Hasta que en 1940 logró participar en el Campeonato de España, que la Federación Española concedió al Náutico de Vigo.

Sorpresa
El evento no solo fue un reto para el pontevedrés, sino también para la organización, ya que en 1940 Galicia no contaba con ninguna piscina –la primera se inauguró al año siguiente en A Coruña-, por lo que en la dársena del puerto se aparceló una parte del mar y se instalaron las diferentes calles.

Las expectativas de la representación gallega eran mínimas. Toda la atención estaba centrada en otros deportistas, pero de repente surgió la figura imponente de un joven pontevedrés de 19 años que se colgó la medalla de plata -se daban copas- en los 200 metros braza (en aquella época se llamaba braza de pecho), solo superado por el que en los siguientes años sería uno de sus eternos rivales, Garamendi, mientras que la tercera plaza fue para Sabaté. Los tres dominaron durante lo años 40, a nivel nacional, las diferentes pruebas de esta especialidad.

Mejor año
Fue en 1942 cuando el pontevedrés se consolidó como uno de los mejores bracistas de nuestro país. Todas las competiciones se convirtieron en verdaderas exhibiciones. En la cita nacional fue tercero en 200 y 400 metros, aunque su gran recital llegó en la primera edición del Campeonato Nacional de Educación y Descanso, en el que alcanzó el primer puesto en las dos distancias y batió el récord nacional de los 400 braza. Fue, de los 257 participantes, el que obtuvo la mejor puntuación.


En ese lanzamiento hacia la élite comienzan las rivalidades, y como ha sido habitual en la historia del club azul, el principal adversario es un conjunto vigués, el Alerta, como anticipo a los históricos duelos con el Vulcano y, en la era moderna, con el Academia Octavio.

El clímax llega en la temporada 47-48, en concreto en primavera, cuando los duelos que hasta aquel momento eran locales y, como mucho, provinciales, se transforman en nacionales. Nadie apuesta por ese equipo cuando comienza a disputar el Campeonato de España, incluso su presencia en la prensa de aquel entonces es absolutamente testimonial, hasta que en los octavos de final supera en el estadio de Pasarón al Valladolid. Un triunfo que cambia la dinámica y hace que todos comiencen a prestar atención.

Los teucristas superaron claramente a los pucelanos por 11-4, consiguiendo el billete para los cuartos de final. En esa confrontación destacan, como era previsible, Goitia y Lanza, que consiguen nueve de los once goles marcados por los pontevedreses, que de esa manera se metían entre los ocho mejores de España. Pero faltaba lo mejor.

El duelo de cuartos de final volvió a disputarse en Pasarón –las eliminatorias eran a partido único–, teniendo como adversario al Real Córdoba CF. El 10 de junio de 1948 el feudo del barrio de O Burgo registra un extraordinario ambiente. Todos soñaban con la proeza, pero con la sensación de que sería muy complicado. Sin embargo, los teucristas demuestran todo su potencial y arrasan a sus adversarios andaluces.

El 11-3 con el que terminó lel duelo evidencia las diferencias entre uno y otro contendiente. Los pontevedreses continuaban con su trayectoria inmaculada. De una tacada se habían colado entre los cuatro mejores tres años después del nacimiento del club y cuando el equipo de balonmano llevaba aún menos tiempo en funcionamiento.

De manera sorprendente el equipo que entrenaba Joaquín González -persona clave en la primera mitad del siglo XX en el deporte pontevedrés- se había colado en la lucha por el título nacional.

FALTABA LO MEJOR. La magnífica trayectoria descrita por el conjunto teucrista hizo que la Federación Española le concediese la organización de la fase final nacional, en la que además del propio Teucro también participan el Seu de Barcelona, el Barcelona CF (que finalmente no acudió) y la Real Sociedad de San Sebastián, que fue el rival del equipo pontevedrés en semifinales.

Pasarón registró un ambiente increíble el día de la semifinal, el sábado 29 de junio, para ser testigo de un encuentro apasionante en el que el Teucro tuvo muy cerca la posibilidad de clasificarse para la final. Su inicio de choque fue espectacular, lo que le sirvió para disfrutar de una ventaja de cuatro goles, pero en la segunda parte los donostiarras reaccionaron y acabaron igualando el choque, por lo que al día siguiente se disputó un partido de desempate, en el que la Real Sociedad fue superior.

En la final el triunfo fue para la formación barcelonesa que aprovechó el cansancio de su adversario. Se acababa así el sueño de luchar por el título, pero ya estaba plantada la semilla de la pasión de una ciudad por un deporte.

El dato. Sin selección por castigo
El buen rendimiento del Teucro en la temporada 47-48 tenía varios nombres propios, en concreto el de Goitia, Ozores y Lanza que fueron seleccionados por el equipo nacional, aunque finalmente la convocatoria no se confirmó.

El Campeonato de España de balonmano a once había dejado una excelente sensación en la ciudad, pero a la vez al club le generó problemas con la Federación Española que quiso acaparar los beneficios económicos.

La negativa de los dirigentes de la entidad provocó una sanción a la entidad y que finalmente los tres jugadores teucristas se quedaran sin la posibilidad de poder participar con la selección de un deporte que todavía se jugaba a once.

Desaparición
Cuatro años después de ser semifinalista nacional la Sociedad Deportiva Teucro desaparecía por no ser capaz de soportar económicamente toda la actividad que desarrollaban sus secciones.

Hubo que esperar seis años para que el Teucro volviera a refundarse.

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