Todo lo que podía salir mal, salió. El destino se confabuló el pasado domingo para generar una situación rocambolesca al Sanxenxo: su único portero tuvo que abandonar el partido cuando no había llegado al descanso... por padrino.
La historia de José Vivar fue, cuanto menos, curiosa. Un amigo del meta le había pedido hace meses que fuese el padrino de su hijo. El del Sanxenxo aceptó, pensando que bajo ningún concepto coincidiría con un partido de su equipo. Y que si lo hiciese, habría alguien que podría sustituirle. "Cuando vi que el Pontevedra B ponía el partido el domingo a las 12.00, me temía lo peor. No podía faltar al bautizo. Además era en la Escuela Naval y ahí son muy puntuales", explica José.
De este modo, la solución pasaba por no acudir al choque. Pero el meta suplente acumulaba dos meses lesionado y aunque ya está mejor, no se sentía capaz de disputar muchos minutos. "Me dijo que cuanto más tarde, mejor", señala Vivar, que calculó que con abandonar el choque a los 35 minutos le daría tiempo. Y así fue. Se duchó, se subió al coche en marcha de su pareja y apareció justo a tiempo para bautizar a su ahijado. "Llegué el último, pero llegué", reconoce.
Curiosidad. "Nel pensó en sacar a un central como portero"
José Vivar explica que hablando con Nel Blanco a lo largo de la semana, el técnico del Sanxenxo valoró la posibilidad de utilizar directamente a un central como portero. Finalmente, desechó esa opción ya que Vivar se ofreció a jugar lo que pudiese y Jorge pudo completar el resto del encuentro, pese a no estar al 100%.
"Cuadró todo mal, porque además el equipo juvenil jugaba al mismo tiempo. En toda la temporada, el único partido que jugamos a esta hora es el del pasado domingo", lamentaba Vivar con cierta dosis de humor sobre una historia que nunca olvidará.
