El mundo del deporte se pregunta qué pasará con los contratos

El ERTE apunta a ser la solución que tomarán muchos clubes para evitar pérdidas durante el parón por el coronavirus
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La pandemia del coronavirus ha dado un vuelco a la normalidad. A la desaparición total de ocio en lugares públicos se le une la incertidumbre laboral en muchos sectores que se ha generado por la reclusión total como medida para frenar la propagación del virus. El deporte tampoco se escapa del Covic-19. Sin posibilidad de disputarse competiciones, la actividad de las entidades y los deportistas individuales se reduce a la mínima expresión. Surge, por tanto, la incertidumbre en torno a qué hacer con las relaciones contractuales entre deportistas y entidades en un momento en el que no se prevé que la actividad normal se reanude a corto plazo. Y en este contexto, el ERTE aparece como posible solución.

El Expediente de Regulación Temporal de Empleo ya se está aplicando en muchas sociedades para paliar pérdidas. Promocionado por el Gobierno, permite establecer temporalmente una suspensión de la relación laboral. Sin embargo, la particularidad en el deporte es mayor por el desconocimiento de la fecha exacta de la reanudación de la competición —y por tanto, de la reactivación de la relación laboral—, algo que choca con la temporalidad de muchos contratos. Es decir, por un lado surge la disyuntiva de si aplicar o no un ERTE para paliar las pérdidas y, por otro, la posibilidad de que las temporadas finalicen posteriormente a los contratos.

"Creo que muchos clubes van a ir al ERTE porque, motivado por una causa de fuerza mayor como esta, es la solución menos gravosa posible. Su tramitación es ágil, a los jugadores les permite cobrar la prestación por desempleo con carácter retroactivo y, además, los clubes no tienen que pagar las bonificaciones por cotizaciones", apunta el abogado y representante de futbolistas, Javier Picallo.

En este sentido, el jurista destaca que se deberá establecer una "comisión en los vestuarios" —a modo de delegados sindicales— para reunirse con los clubes y pactar las condiciones, que podrían acabar incluso con las entidades pagando parte de las fichas, en los casos en los que las prestaciones se queden muy lejos del salario.

Por otro lado, será necesario un consenso entre federaciones, patronales y asociaciones acerca del fin de la temporada y la prórroga de los contratos. En la Segunda B del fútbol, por ejemplo, la fecha de finalización del curso y, por ende, de muchas vinculaciones es el 30 de junio. "Las competiciones estaban previstas para acabar antes, por lo que es clave saber cuándo se pueden reanudar", explica el jurista, que destaca que "por eso la Federación Española de Fútbol pretende que las ligas no se vayan más allá del mes de junio". Algo similar sucede en muchas otras disciplinas, en las que se deberán poner en marcha prórrogas de contrato para evitar que los clubes afronten la competición sin efectivos.

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