Las aves migratorias se convierten en los "termómetros" del cambio climático

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photo_camera Aves migratorias. Efe

Las aves migratorias se están convirtiendo en uno de los principales "termómetros" para medir la incidencia del cambio climático a nivel global, porque la variación de las temperaturas están alterando sus tradicionales flujos de desplazamiento norte-sur hacia nuevos hábitats de supervivencia.

Un estudio sobre el censo de invernadas en Cantabria, impulsado por SEO/BirdLife desde hace más de dos décadas, demuestra que en el Parque Natural de las Marismas de Santoña, Victoria y Joyel, en Cantabria, ha disminuido un 25 por ciento la presencia de aves acuáticas pese a estar considerado el humedal "más importante del norte de España".

"Si la media de 2007 a 2011 era de 40.000 ejemplares, en los últimos cuatro años se han registrado 30.000", asegura a Efe el delegado cántabro de esta ONG, Felipe González, quien achaca el descenso del contingente a razones fundamentalmente climáticas, descartando otras "afecciones negativas" en espacios naturales como la contaminación o la caza furtiva.

La mitigación paulatina del frío invernal en Europa está disipando "el hielo y la nieve" que suelen cubrir los humedales ubicados en países como Alemania y Polonia, por lo que las aves que viajan desde zonas septentrionales ya encuentran allí lo indispensable para subsistir.

A medida que el invierno centroeuropeo se suaviza, muchas de estas aves no tienen la necesidad de proseguir su habitual trayecto hacia tierras cálidas del sur, sostiene González, quien añade que el aumento de temperaturas acecha, asimismo, a la ratio de supervivencia en crías de familias limícolas del Ártico.

La transformación del calendario estacional está desencadenando, asimismo, que especies retornen antes a sus lugares de origen al percibir el anticipo de la primavera, u otras descubran en su destino migratorio que la temporada "está ya muy avanzada".

Esa pérdida de 'clientes' procedentes de áreas frías que frecuentaban los humedales de Santoña, con picos anuales de casi 60.000, se contrarresta con nuevos 'inquilinos' del interior de la Península o del Mediterráneo que, por el contrario, llegan azotados ante episodios de sequía.

"También nos hemos encontrado con dos mosquiteros musical anillados en Noruega que, pese a ser un pájaro de 15 gramos, suele viajar hasta el sur del Sahara a pasar el invierno", ejemplifica González.

Dada la situación estratégica cercana al mar, el responsable de SEO/BirdLife en Cantabria considera que las marismas de Santoña, Vitoria y Joyel están jugando un papel determinante a la hora de recibir estos inéditos "refugiados climáticos" y defiende la idea de adaptar los recursos naturales a las particularidades de estos nuevos visitantes.

Sus llanuras intermareales suponen un "gran atractivo" para invernar, nidificar o ser estación de paso, porque las aves disponen de alimentos -gusanos, cangrejillos e invertebrados- y refugio necesario para descansar y continuar la aventura.

"Cuando comparamos los censos realizados en otros humedales de España, encontramos aves que solo se observan en Cantabria o que en un porcentaje alto pasan aquí el inverno", ha significado.

Por ello, apuesta por la riqueza de la avifauna y por preservar estos espacios naturales protegidos que, si bien antes estaban amenazados por la contaminación, ahora el mayor peligro es la proliferación de especies invasoras, como los plumeros, o la basuraleza humana. 

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