Puerta de Toledo, un barrio en vilo por un colegio y una residencia de ancianos

"Dicen los profesores que están todos bien", "¡ha sido la residencia, ha sido la residencia!", comentaban los vecinos tras la trágica explosión registrada este miércoles en un edificio
Afectados junto a la Puerta de Toledo, en las proximidades del edificio donde se registró la explosión. DAVID FERNÁNDEZ (EFE)
photo_camera Afectados junto a la Puerta de Toledo, en las proximidades del edificio donde se registró la explosión. DAVID FERNÁNDEZ (EFE)

El madrileño barrio de la Puerta de Toledo ha estado en vilo al filo de las tres de la tarde por los niños del Colegio La Salle La Paloma y los ancianos de la residencia Los Nogales La Paloma, colindantes con el edificio parroquial que ha saltado por los aires como consecuencia de una explosión de gas que ha dejado varios heridos y fallecidos.

"Dicen los profesores que están todos bien", "¡ha sido la residencia, ha sido la residencia!", comentaban los vecinos agolpados en la glorieta de la Puerta de Toledo, una zona muy castiza, cercana a la Plaza Mayor y que pilota en torno a la iglesia de la patrona de Madrid y las ensortijadas callejuelas que desembocan en dos vías principales: la calle de Toledo y la Gran Vía de San Francisco.

La explosión retumbó en un radio de un kilómetro, sacudiendo los cimientos de los edificios, muchos de ellos con más de un siglo de vida. Pronto pudo atisbarse una columna de humo y un asfixiante olor a quemado que asomaba por la calle de Toledo, una vía que a la altura del número 98 ya enfila en cuesta y más estrecha hacia la Plaza Mayor.

Rápidamente se desplegaron equipos de emergencia –justo en la misma plaza hay un histórico cuartel de bomberos que honra a la patrona todos los 15 de agosto–. Los efectivos parecían temer una posible nueva explosión y desalojaron de la calle a todos los vecinos y transeúntes que miraban atónitos y captaban la imagen con sus dispositivos móviles.

Entre la confusión, los chats de los vecinos del barrio y los teléfonos comenzaron a arder preguntando dónde había sido, y el temor por la residencia de los mayores hizo saltar las alarmas debido a la proximidad y a la visión de una fachada lateral totalmente derruida y entre escombros.

Poco a poco, se fue aclarando que los ancianos estaban siendo evacuados y que la explosión no había afectado a su edificio, aunque entonces comenzaron a bordear la glorieta numerosos padres subiendo por la Gran Vía de San Francisco en busca de los alumnos del Colegio La Salle La Paloma, situado junto a la iglesia de La Paloma y de espaldas al lugar del siniestro.

Los niños ya estaban saliendo del centro, donde la Policía Municipal tenía ligeramente acordonada la entrada. Los pequeños, cuyo patio colinda con la fachada lateral derruida por la explosión, se agolpaban esperando a sus padres y hablando muy agitados entre ellos. "Ha estallado una ventana, y había una niña en el pasillo", comentan a Efe a través de sus mascarillas y con los ojos muy abiertos. "Hemos estado un momento en clase después de la explosión y luego nos han dicho que saliéramos".

Algunos no aguantan la tensión al ver a sus padres y rompen a llorar, porque los nervios están a flor de piel, entre la nieve, el hielo, los árboles diezmados de la zona ajardinada y las reglas de distanciamiento del coronavirus.

El madrileño barrio de la Puerta de Toledo ha estado en vilo al filo de las tres de la tarde por los niños del Colegio La Salle La Paloma y los ancianos de la residencia Los Nogales La Paloma, colindantes con el edificio parroquial que ha saltado por los aires como consecuencia de una explosión de gas que ha dejado varios heridos y fallecidos.

"Dicen los profesores que están todos bien", "¡ha sido la residencia, ha sido la residencia!", comentaban los vecinos agolpados en la glorieta de la Puerta de Toledo, una zona muy castiza, cercana a la Plaza Mayor y que pilota en torno a la iglesia de la patrona de Madrid y las ensortijadas callejuelas que desembocan en dos vías principales: la calle de Toledo y la Gran Vía de San Francisco.


La nieve en el patio pudo evitar una desgracia en el colegio
La nieve que cubre todavía el patio del colegio La Salle La Paloma de la calle Toledo, colindante al edificio que ha registrado esta tarde una fuerte explosión, ha evitado una desgracia dado que un día normal los alumnos estarían en el recreo.

Parte de los escombros del edificio afectado por la deflagración han caído al patio de este colegio, vacío debido a la nieve aún sin derretir que dejo la borrasca Filomena. Tras la explosión, los alumnos han sido evacuados.

La explosión retumbó en un radio de un kilómetro, sacudiendo los cimientos de los edificios, muchos de ellos con más de un siglo de vida. Pronto pudo atisbarse una columna de humo y un asfixiante olor a quemado que asomaba por la calle de Toledo, una vía que a la altura del número 98 ya enfila en cuesta y más estrecha hacia la Plaza Mayor.

Rápidamente se desplegaron equipos de emergencia –justo en la misma plaza hay un histórico cuartel de bomberos que honra a la patrona todos los 15 de agosto–. Los efectivos parecían temer una posible nueva explosión y desalojaron de la calle a todos los vecinos y transeúntes que miraban atónitos y captaban la imagen con sus dispositivos móviles.

Entre la confusión, los chats de los vecinos del barrio y los teléfonos comenzaron a arder preguntando dónde había sido, y el temor por la residencia de los mayores hizo saltar las alarmas debido a la proximidad y a la visión de una fachada lateral totalmente derruida y entre escombros.

Poco a poco, se fue aclarando que los ancianos estaban siendo evacuados y que la explosión no había afectado a su edificio, aunque entonces comenzaron a bordear la glorieta numerosos padres subiendo por la Gran Vía de San Francisco en busca de los alumnos del Colegio La Salle La Paloma, situado junto a la iglesia de La Paloma y de espaldas al lugar del siniestro.

Los niños ya estaban saliendo del centro, donde la Policía Municipal tenía ligeramente acordonada la entrada. Los pequeños, cuyo patio colinda con la fachada lateral derruida por la explosión, se agolpaban esperando a sus padres y hablando muy agitados entre ellos. "Ha estallado una ventana, y había una niña en el pasillo", comentan a Efe a través de sus mascarillas y con los ojos muy abiertos. "Hemos estado un momento en clase después de la explosión y luego nos han dicho que saliéramos".

Algunos no aguantan la tensión al ver a sus padres y rompen a llorar, porque los nervios están a flor de piel, entre la nieve, el hielo, los árboles diezmados de la zona ajardinada y las reglas de distanciamiento del coronavirus.