El feminismo también viste hábito

"Antes la mujer aguantaba mucho y no tiene por qué ser una mártir"

Sor María Blanca es madre superiora en un convento de clausura, un ejemplo secular de cómo un grupo de mujeres se organiza sin contacto alguno con hombres

Sor María Blanca, madre superiora del convento de San Paio de Antealtares, en su despacho. GALICIA CONFIDENCIAL
photo_camera Sor María Blanca, madre superiora del convento de San Paio de Antealtares, en su despacho. GALICIA CONFIDENCIAL

No estaban presentes en las múltiples movilizaciones que este viernes tiñeron de violeta todo el país porque, de entrada, el contrato que firmaron con Dios les impide salir de sus conventos, pero son un vivo ejemplo de cómo una sociedad matriarcal puede autogestionarse. El feminismo también puede vestir hábito, aunque las monjas sean unas de las grandes olvidadas a la hora de reivindicar el papel de la mujer. Ese que llevan ejerciendo desde hace siglos en los conventos de clausura, donde desarrollan una vida en base a los preceptos de la Iglesia pero no por ello exenta de múltiples y variadas ocupaciones —desde la repostería y jardinería hasta el estudio de diferentes materias y la organización de colectas para ayudar a los más desfavorecidos—.

La vida en clausura se articula en torno a la madre superiora, una figura que ejerce Sor María Blanca en el emblemático convento benedictino de San Paio de Antealtares, a los pies de la catedral de Santiago, en plena plaza de la Quintana. Contra sus muros resonaban este viernes el rugido de los tambores y cánticos en pro de la igualdad de género que a escasos metros coreaban cientos de manifestantes, en contraste a la calma absoluta que se respira dentro del edificio religioso y sus jardines. "Aquí consigo vivir en armonía conmigo misma, ser feliz. Me gusta la oración litúrgica, el canto, las celebraciones y los ratos de soledad. Esta es una vida de familia y sientes que formas parte de un puzzle", relataba Sor María Blanca al digital GC.

La madre superiora pone la comunidad que dirige como ejemplo de cómo un grupo de mujeres puede organizarse para pasar años sin contacto con ningún hombre. "Claro que tenemos dificultades, pero nuestra felicidad está aquí dentro. Tienes que tomar decisiones que comportan sufrimiento, pero cuando tomas perspectiva, comprendes que te ayudaron a madurar. Es así como verificas que el lugar en donde estás es el correcto", explica.

La vida en clausura es una opción elegida por unas 300 mujeres en Galicia, que encuentran en el convento su familia consagrada

Preguntada por cómo ve el papel de la mujer en la sociedad actual y si considera que aún queda camino por recorrer para que equipare sus derechos a los del hombre, Sor María Blanca prefiere tomar perspectiva: "Antes la mujer aguantaba mucho. ¿Por qué tiene que ser una mártir toda su vida?". Se refiere la religiosa al "sacramento" que establece que el matrimonio ha de ser para toda la vida, "en las alegrías y en la enfermedad". Con todo, dice tener la sensación de que "la mujer quizás no sufriese antes tanto como ahora" porque "las parejas, y las personas en general, se respetaban más".

Sor María apunta que "los hombres y mujeres son y siempre serán iguales, nadie es menos que nadie", aunque aprecia que cada sexo es más propenso a unas características:  "La mujer tiene más ternura, entrega y sacrificio, es mucho más completa. El hombre en cambio, tiene menos tacto y es más egoísta", observa.

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