La heroína galopa de nuevo

"Están vendiéndole la muerte a los muertos"

La droga de los 80, la heroína, regresa con fuerza, muchas veces en una peligrosa mezcla con otras sustancias nocivas, y siega nuevas vidas

Heroína. EP
photo_camera Heroína. EP

"A Pablo no lo mató un coche. Tampoco una enfermedad en un hospital. Lo mató una sobredosis de heroína en el sofá de un piso de Monelos que ni siquiera era el suyo. La familia pidió su ropa al forense que le hizo la autopsia, pero ya no la tenía. Había sido cortada por los sanitarios que intentaron devolverle a la vida cuando ya era un cadáver. Tiene una hermana que llora y que quiere ser veterinaria. A él Dios le ha perdonado ya. Pero a nosotros no se nos va a juzgar con tan buenos ojos si seguimos mirando hacia otro lado mientras nuestros hijos y los amigos de nuestros hijos enferman y mueren. No es 'cool' morir con 21 años. La droga mata. La droga se vende delante de todos y en lugares que conocemos. Pablo se ha ido, pero ha dejado un gran regalo para todos. Su dolor, su desesperación, su muerte. Para abrir los ojos, despertar conciencias y espíritu de lucha".

Este sobrecogedor relato llegó a manos de quien escribe esta misma semana. No es una secuencia de los años 80 ni de los 90. Es de finales de octubre de 2018. Un niño de 21 años que recorrió el camino equivocado desde el hachís hasta la heroína acabó postrado sobre un sofá, inerte. Su caso no es más que la punta de un iceberg que se ha mantenido oculto en los últimos años y que, por múltiples factores, ha regresado al escenario. Sucedió en A Coruña, en una zona en la que personas de etnia gitana suministran la droga más peligrosa a dependientes de todas las edades. "Están vendiéndole la muerte a los muertos", exclama el padre del fallecido.

La acción policial, nunca valorada en su justa medida, sirve para frenar en parte las ansias de poder de unos pocos que se aprovechan del dolor de otros. "A los vendedores les da igual que se mueran delante de su puerta. Para ellos no son personas", añade. Pablo dejó de respirar en A Coruña, pero enfermos con mono de ‘caballo’, ya no solo inhalado, como venía siendo detectado en los últimos años, sino también picado (a través de las otrora erradicadas jeringuillas), se pueden observar sin necesidad de buscarlos demasiado en Vigo, Ferrol, Lugo, Ourense, Santiago de Compostela y Pontevedra. El escenario ha cambiado. Los adolescentes no conocen las consecuencias de un monstruo que ha regresado con fuerza.

El vapeo de tabaco y de hachís se están abriendo hueco entre los adolescentes, que acaban deslizándose hacia las drogas que pueden conducir a la muerte

25 DE NOVIEMBRE. La familia del fallecido prepara un acto para el domingo 25 de noviembre. La iglesia de Santa María de Oza, en el barrio coruñés de Monelos, a pocos metros del lugar en el que el joven adquirió la dosis de heroína que segó su vida, será escenario de una eucaristía en su recuerdo. A continuación, ya en el exterior, tendrá lugar una concentración silenciosa frente a las viviendas en las que, presuntamente, se suministra la sustancia.

Una suerte de Pazo Baión urbano, del siglo XXI, pero con la misma idea: poner sobre la mesa que la droga se sigue llevando por delante vidas de jóvenes gallegos, como ocurrió décadas atrás, y que seguirá haciéndolo de no mediar una estrategia global y adecuada para erradicarlo. Carmen Avendaño y las madres coraje serán relevadas por un padre que, a buen seguro, contará con el respaldo de los vecinos y feligreses y de colectivos como la Fundación Galega Contra o Narcotráfico, que no faltarán a la cita.

Las causas de una situación que no debe pasar inadvertida son diversas. Por una parte, la sobreproducción de opio en Pakistán y Afganistán, que ha provocado un incremento de los transportes de heroína desde Turquía hacia Europa Occidental, con España y Portugal como destinos preferentes. Por otra, la extensión del consumo de cannabis y su socialización entre los adolescentes, lo que supone el punto de partida para adicciones a todo tipo de drogas, Además, las facilidades para la introducción de los alijos por tierra y los mecanismos, ya muy antiguos y estudiados, empleados por los vendedores últimos de las sustancias (un ejemplo, el pontevedrés poblado de O Vao) son también elementos que influyen.

A ello se añaden ciertas tendencias culturales perversas que, en ciertos sectores compuestos por personas influenciables, en su mayoría jóvenes, deifican conductas relacionadas con el abuso de sustancias, no solo las derivadas del opio, el hachís y la cocaína, sino también las clásicas éxtasis y LSD y las más novedosas burundanga, ayahusca, flakka, ketamina, hongos, setas o trufas. El vapeo de tabaco y de hachís en cachimba y el consumo de brebajes como Jagermeister mezclado con Red Bull, Monster Energy, Purple Drank, Lean o Sizzurp se están abriendo hueco entre los adolescentes, que, tolerancia mediante, acaban deslizándose hacia las drogas que pueden conducir, en el peor de los casos, a la muerte. Pablo se ha ido, pero, como dice su padre, su muerte debe servir para que otros abran los ojos.

Manuel Isorna: "En las ciudades se están viendo más jeringuillas que nunca"
Este experto en prevención de drogas dice que la producción de opiáceos en Afganistán se disparó tras la marcha de los cascos azules y del ejército estadounidense
"Existen una serie de indicios que nos llevan a pensar que está sucediendo algo, cuestiones que pueden desencadenar un problema mayor". El profesor ourensano Manuel Isorna, uno de los mayores expertos en consumo de toda clase de sustancias nocivas para la salud, ofrece algunas claves que ayudan a entender la situación actual en la materia.

"Partimos de la base de que esto depende de que en el mercado hay demanda y oferta. Ni padres, ni políticos pueden incidir demasiado en eso. Hay una serie de elementos que conducen al mismo lugar", adelanta el profesor de la UVigo, antes de entrar en materia. "Primero, el incremento de las incautaciones, y ya no solo a gran escala. Un ejemplo muy claro lo vimos esta misma semana, con la aprehensión por parte de la Guardia Civil de 1.700 dosis de cocaína de forma casual. Si se encuentran algo así de manera fortuita, eso es señal de que hay mucha droga en el mercado". Sobre ello apunta que "seguramente estén haciendo acopio de cara a las celebraciones de finales de año. Si concretamos, en lo que se refiere a la heroína, sabemos que su consumo en Galicia va en aumento. Colegas que tenemos entre las policías de varias ciudades nos explican que hay más heroína en las calles, sin lugar a dudas. En ciudades como Vigo se están volviendo a ver las jeringuillas, más que nunca. Eso tampoco es casual. Parecía que últimamente preferían inhalarla, pero los ‘picos’ han regresado, tal y como nos indican quienes están en contacto directo con lo que ocurre en las calles".

Cierto es que médicos, enfermeros o psicólogos no perciben por el momento una mayor demanda de tratamiento, pero "hay que tener en cuenta que desde que una persona se inicia en el consumo hasta que se produce un problema de dependencia pueden transcurrir entre uno y dos años, dependiendo de los casos".

Otro factor que influye, destaca Isorna, es el incremento del consumo de cannabis, "una droga con efectos psicóticos, que se contrapone con la heroína, que es un antipsicótico. No debemos olvidar el conocido efecto escalada, desde el tabaco y el alcohol hasta la cocaína, la heroína y otras sustancias, pasando por el cannabis. La mayoría de los adictos a la heroína son policonsumidores".

Isorna también pone el acento en "un nuevo caldo de cultivo que es enorme, unos 400.000 españoles que son policonsumidores de tabaco, alcohol y cannabis en las zonas de ocio. Hay un escaso control en lugares en los que se aglomeran las nuevas generaciones y que se convierten en escenarios perfectos para los narcotraficantes, que entierran las sustancias un mes antes del evento para venderlas después. Junto a ello, hay que decir que la heroína es una droga barata, muy barata".

Otra de las claves tiene que ver con la producción desmesurada que se está dando en Pakistán y en Afganistán "desde la marcha de los cascos azules y del Ejército de Estados Unidos. Los señores de la guerra han duplicado las zonas de cultivo de opio. Antes tenían como destino principal los países de Europa del Este, donde el consumo es enorme. Ahora los cascos azules tampoco están allí, lo que permite que las sustancias traspasen todas las fronteras con total impunidad".

Así, el transporte de la heroína es mucho más sencillo que el de la cocaína. "Se hace por carretera, y no por barco. Es fácil introducir partidas de 50, 60 o 100 kilos ocultas en un camión que hace su ruta regular. En Turquía tienen los laboratorios y desde allí la droga llega a todas partes".

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