La globalización en el mundo del crimen organizado es un hecho palpable desde hace ya algunos años. Con el ejemplo reciente del semisumergible, una operación marítima con narcos de distintas nacionalidades intentando sacar tajada, la Oficina de Recuperación y Gestión de Activos del Ministerio de Justicia (ORGA) saca ahora a subasta una embarcación del mismo tamaño, unos 20 metros, y el mismo valor de construcción, un millón de euros, pero con comodidades bien distintas para sus ocupantes. El WallStreet es, probablemente, el narcovelero más imponente de cuantos han sido incautados por el Greco Galicia (y han sido muchos) en los últimos años.
Los criminales intentaron pasar desapercibidos en un buque de recreo
Su dueño era oficialmente un estadounidense, el patrón, que fue detenido en altamar junto a dos croatas, presuntos receptores del alijo. Detrás del buque, sin embargo, estaba un argentino, también arrestado por estos hechos, una organización marroquí y otra gallega. Todos ellos serán juzgados por emplear la embarcación de recreo para transportar cocaína desde Sudamérica y hachís a lo largo del Mediterráneo, trabajo que alternaban con alquileres lícitos a personas de alto standing que buscaban una embarcación de lujo para pasearse entre España, Italia y el Norte de África.
El norteamericano y los croatas tuvieron una travesía mucho más placentera que la de los dos ecuatorianos y el vigués que llegaron a la ría de Aldán con el semisumergible. En su caso, aprovecharon el verano (fue interceptado a finales de junio de 2018), empujados por los vientos alisios. Partieron del Delta del Orinoco y, tras unos 15 días de navegación de lo más placentero, fueron interceptados por el GEO de la Policía Nacional con la información procedente de la Brigada Central de Estupefacientes y la unidad Greco Galicia. No opusieron resistencia pese a viajar armados. Sabían que poco podían hacer. Viajaron en un buque con todas las comodidades, incluidos camarotes, sala de estar, televisión LED y los más modernos sistemas de navegación.
Ahora, tras un año y medio en el Puerto de Cádiz, la ORGA fija su valor en 190.000 euros. El paso del tiempo hace mella, pero la pieza sigue siendo muy apetecible.
