Un restaurante gallego gana el premio al mejor cachopo de España

Las cocineras del restaurante Rías Altas de Barreiros se imponen entre 150 participantes con un plato cien por cien gallego y presentado como una empanada
Tamara Rubiños y su madre, Felisa Varela. EP
photo_camera Tamara Rubiños y su madre, Felisa Varela. EP

El premio al mejor cachopo de España tiene sabor mariñano, el del restaurante Rías Altas de Barreiros, que se hizo con el galardón este miércoles en Oviedo, donde se celebra un certamen al que decidieron presentarse por primera vez las cocineras Felisa Varela y su hija, Tamara Rubiños, "aínda que parte do mérito tamén é do meu pai, que axudou a mazar a carne!", asevera la joven, que no pudo contener las lágrimas de emoción el escuchar el nombre de su local como ganador.

No es para menos, pues es un certamen exigente al que este año se presentaron 150 participantes. El covid obligó a dividir el certamen en tres días, correspondiendo el primero a los restaurantes asturianos, por el elevado número que se presenta, al igual que Madrid, que compitió este miércoles. El martes se reservó para el resto de España, que fue el día que se desplazaron Tamara y su progenitora.

Tamara Rubiños y su madre, Felisa Varela. EPDe cada uno de los tres apartados se clasifican cinco, con lo que estar en los quince primeros es ya de nota, pero arrasar es de matrícula. La victoria se conoce coincidiendo con la entrega del premio, por lo que la emoción está al límite. "Estamos moi contentas", asevera Rubiños, al poco de conocerse ganadora con una elaboración "cen por cen galega e que presentamos como un cachopo primo irmán". La carne, solomillo de la certificación Ternera Galega Suprema, cortado en redondo de unos 28 centímetros de diámetro y relleno de jamón de porco celta de la carnicería Hermelino de O Valadouro y acompañado por tres quesos: san simón ahumado de Lorán, cortes de muar de Chantada y galmesano.

Un relleno que no es el habitual del que sirven en el local, pero sí la tradicional forma redonda, y del que sacaron la idea de presentarlo como una empanada, por lo que lo envolvieron en papel de estraza, adornando con unas espigas imitando al trigo. Otro guiño local fue que acompañaron el plato con un ‘boliño’ de pan de Mondoñedo vaciado y relleno de patatas fritas.

Una combinación que convenció al jurado y que anima a seguir en un negocio que se ha visto resentido en estos últimos meses, "aínda que nós non nos podemos queixar porque abrimos cando nos deixaron e seguimos aí e o certo é que temos unha clientela marabillosa", explica Tamara, responsable ahora del local que sus progenitores abrieron en 1994, del que su padre ya está jubilado y en el que su madre sigue al frente de los fogones. "Eu estou ao seu carón aprendendo, pero o amor que ten miña nai pola cociña é inmenso", afirma Tamara, quien está muy contenta de poder trabajar junto a su familia, a pesar de que "ás veces xera algo de estrés", cuenta.

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