Mayo redentor

el terrorismo siempre ha sido y es enemigo de los pueblos y de la paz. El terrorismo es enemigo de la libertad y, por tanto, amigo del miedo y de la muerte. En Estados Unidos, en el mundo y en España festejamos nuestra pequeña victoria moral aunque parcial sobre el terror. Y por tanto, una bocanada de esperanza ahoga el escalofrío de la duda que siempre suscita la reinvención permanente del terror. La muerte de Bin Laden y la prohibición electoral sobre Bildu-Eta, a la espera de lo que diga el Constitucional, son dos noticias que reafirman la superioridad de la democracia sobre la dictadura de las armas. Son dos noticias que distinguen entre buenos y malos, entre quienes respetan las reglas del juego y quienes se sirven de la violencia terrorista para aprovecharse del Estado de Derecho mediante la imposición de la fuerza. Al Qaeda no va a desaparecer con el asesinato de Bin Laden. Pero la muerte de Osama vuelve a disparar la popularidad patriótica del presidente Obama, extraviado en el desengañado de su romántica política hecha de grandes palabras de entendimiento entre Oriente y Occidente, entre el cristianismo y el islamismo. En España, la sentencia del Supremo sobre Bildu, si el Tribunal Constitucional no da la sorpresa, reafirma la supremacía de los demócratas sobre la minoría separatista radical. Sin embargo, no devuelve a Zapatero la credibilidad perdida, la confianza social que su errática política antiterrorista le ha quitado. Ese devaneo de la ambigüedad sólo detectó oportunismo político donde debe haber la aplicación firme de la Ley de Partidos, que es la eficacia reclamada por las víctimas y la sociedad. Al Qaeda y Eta son dos razones de peso para creer en la persecución del terror, la aplicación de la ley y la derrota del terrorismo. Pero la caza de Bin Laden y la prohibición a los amigos de Eta para estar en las elecciones de mayo, que ha de confirmar el TC, repito, no nos liberan del problema global del terrorismo con el que ha nacido el nuevo milenio. La sociedad, la justicia y la política sólo podrán ser generosas con el terror en el hecho inevitable de la entrega de las armas y su desaparición total. Hasta que eso no llegue, el único lenguaje válido que reclaman los pueblos es la vía judicial y policial. Y superado el puente de mayo, dos menciones imprescindibles. El Papa beato y carismático ha movido de nuevo masas multitudinarias de fe. Juan Pablo II ha vuelto a pronunciar la palabra de Dios en un mundo instalado en el pecado del hombre. Pero como pecado particular en la España de Zapatero, la soberbia sindical. Los sindicatos siguen empeñados en buscar una coartada a su política del paro llevada a cabo en colaboración con el Gobierno. Y si el presidente saliente descarga su responsabilidad con Lehman Brothers culpando el PP de falta de ayuda por no querer suicidarse con la filosofía equivocada del plan E de la zeta, Méndez y Toxo descubren en la reforma laboral la causa de todos los males de España. Vil excusa para quienes cobraron de tantos Eres o subvenciones. Pobre excusa para quienes apenas movilizan afiliados políticos y liberados en este mayo redentor y electoral.

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