Miguel Fernández Anxo Lord

Lo prometido es deuda. Si les dije que me enteraría de los chascarrillos de la expedición que está en Bruselas, voy a cumplir. Unos cuantos ya se los ‘dibuja’ mi premiado compañero Manuel Jabois en su contracrónica del viaje (lean la página 4 de la edición del jueves 7 de febrero, se lo recomiendo), pero algunos otros son para mi.

El primero de los chismes es que la primera y fría noche en Bruselas fue tranquila. Todos los miembros de la expedición se recogieron con las gallinas. Fueron a cenar y poco más. El día siguiente (por ayer) era el día grande y había que tener una cara presentable. Eso sí. Hubo excepciones. De hecho hubo quien triunfó, supongo que porque el hotel estaba estratégicamente situado para conseguir sus intereses...

Pero lo mejor de todo es que la noche de ayer se preveía que iba a arder Bruselas, porque la jornada de hoy solo tenía en el orden del día la vuelta a Pontevedra, así que puedo imaginarme la fiesta que se montó, rulando las copas y el premio de unos a otros...

Otro de los chascarrillos es el del vestuario de ‘mi Lores’. Lo de la capa que compró para sustituir a su abrigo perdido también lo pueden leer en la página cuatro. Yo me quedo con que se llevó uno de los trajes más elegante que tiene en su armario y una de las corbatas que más me gustan, la gris clarito de las grandes ocasiones.

También me quedó claro que las gafas rojas son las que el alcalde utiliza cuando quiere dar buena impresión. Con ellas lo pudimos ver en los actos y conferencias tomando nota.

Por cierto, que yo le llamo ‘Mi Lores’, pero en Bruselas, en el rótulo en pantalla gigante que se proyectó cuando le tocó el turno de recoger el premio Intermodes, ponía Miguel Fernández Anxo Lord. Sí, como lo leen. Así de desordenado y con tratamiento de noble del Reino Unido... Si ya sabía yo que tenía una vena inglesa...

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