Una barriada con 60 años de historia

LA BARRIADA DE SUBOFICIALES ▶Lo que en su día fue un hervidero de niños y actividades para todas las edades continúa siendo hoy una comunidad unida. Sin embargo, la gran afluencia de gente que ahora asume la zona con motivo de la puesta en funcionamiento del nuevo Centro de Saúde supone un desgaste para todo el entorno del barrio

Juegos de verano en 2005, que se celebraban cada año el día de San Juan en la barriada. CEDIDA
photo_camera Juegos de verano en 2005, que se celebraban cada año el día de San Juan en la barriada. CEDIDA

La urbanización Virgen del Carmen recibió su nombre hace más de 13 de años, pero no todo el mundo se ha acostumbrado a esta denominación, por lo que aún a día de hoy se sigue sustituyendo por el de Barriada de Suboficiales. De todos modos, esta tampoco fue la primera nomenclatura que se le dio a las viviendas que en la zona se erigieron hace más de 60 años. Las pequeñas casas de dos pisos con jardín y garaje estaban diseñadas para los altos cargos de la Escuela Naval, que rechazaron vivir tan lejos del centro castrense. Así lo recuerdan algunos vecinos de la zona, que, gracias a esta renuncia por parte de los militares, pudieron acceder a esos bloques de pisos que se construyeron un par de calles más abajo.

De esta manera, las viviendas pasaron a cederse a los soldados de menor rango y su alquiler, medido en las pesetas de entonces, variaba dependiendo de la escala a la que perteneciesen.

Tras años de espera, las viviendas que se erigieron a una calle de las pequeñas casas, completamente a estrenar, se entregaron en 1979. Las vecinas que desde ese día y hasta ahora vivieron en el lugar hacen memoria del momento usando la edad de sus hijos como referencia. De hecho, recuerdan lo importante que era tener descendencia para poder obtener un hogar en la barriada. Los pisos se repartían por un sistema de puntos que tenía muy en cuenta la cantidad de menores al cuidado de quienes querían vivir en ellas, mientras que el alquiler era diferente dependiendo del rango y del sueldo que recibía cada familia.

Muchas mujeres recuerdan los primeros meses sin electricidad, o las temporadas viviendo en casa de sus padres para poder acceder a estas viviendas, que no se les entregaban si disponían de otra en titularidad. Disfrutar de un hogar como este era todo un privilegio, como recuerdan las familias que han visto crecer a sus hijos en estos hogares que recibieron hace casi 40 años.

Su venta no estuvo prevista hasta los años 90. Desde su entrega en el 79 se destinaron a alquiler y su objetivo era suplir las necesidades del Ejército de la Marina durante su estancia en Marín (que en la mayoría de los casos no superaba el par de años y que se definía por el destino cambiante que recibían los soldados). Años más tarde el Ejército de Tierra pudo acceder a ellas también y, poco a poco, la barriada se fue llenando de familias.

Los 90 fueron la época dorada de la zona, decenas de niños crecieron en sus calles y las llenaron durante mucho tiempo de juegos y comidas vecinales.

Sin embargo, el lugar que fue en su día un hervidero de niños y jóvenes que disfrutaban en las calles sin los ojos de sus familias controlando que no sufriesen un atropello se ha convertido en un espacio semi abandonado "donde el peligro de morir por culpa de un conductor irresponsable es el pan de cada día", tal y como lo ven algunos vecinos de la zona.

Hace diez años se celebraban tras los muros de esta urbanización numerosos eventos para las familias del lugar, y quienes aún viven en la zona lo recuerdan con detalle. Centenares de niños participaban en los juegos de verano que se organizaban cada San Juan, en los concursos de Carnaval y en las visitas de los Reyes Magos cada enero. No se trataba de un simple barrio, aseguran, era una comunidad unida que salía a la calle sin miedo a ser atropellada.

A pesar de ello, muchos vecinos la consideraban una zona privada que debía limitarse a los que allí vivían. Esta condición convirtió a la barriada en un lugar elitista para muchos, que ha sufrido también cierta discriminación a causa de ello. A día de hoy el cartel que le da nombre a la Urbanización Virgen del Carmen sigue tapado por una pintada en color negro.

Las viviendas se entregaban por puntos, teniendo en cuenta los niños al cargo, y se pagaban dependiendo del rango

 

La construcción del Centro de Saúde beneficia a todos los marinenses, pero la continua afluencia de coches, las zonas de titularidad difusa y los conductores irresponsables que circulan por la zona son una preocupación para todos los vecinos.

PROBLEMAS. Las señales están ahí, son claras y están nuevas, pero la interpretación no es la misma para todos. La barriada tiene un único sentido, se entra por la Rúa do Souto (el vial que baja hacia el Centro de Saúde) y se sale por la otra entrada, la que da al CEP Sequelo. Ese es el único sentido según las indicaciones de las señales configuradas por el Gobierno municipal y, aún así, es habitual ver vehículos circulando en dirección contraria.

Además, la falta de aparcamiento es otro de los problemas a los que se enfrenta la zona. A pesar de que el nuevo centro sanitario cuenta con más espacio para aparcar que el anterior, sigue quedándose corto en días señalados. Esto obliga a mucha gente a tener que dejar su coche en zonas no dedicadas a ello, creando confrontaciones y desperfectos en áreas verdes.

Sin embargo, la titularidad de los terrenos situados al lado del río no es competencia del Concello. La propiedad sigue perteneciendo al Instituto de Vivienda, Infraestructura y Equipamiento de la Defensa, así como el vial más cercano al Centro de Saúde y el camino de tierra. Por este motivo, estas zonas no pueden ser acondicionadas por parte del Gobierno municipal, por lo que de eliminar los baches y los socavones se hacen cargo los propios vecinos.

Lo que sí entra dentro de las competencias del Concello es el mantenimiento del paseo y del río. Los paseantes del camino que rodea el Lameira recuerdan que, en invierno, la alcantarilla situada en uno de los laterales del edificio se desborda, llenando la zona de desechos fecales, productos de higiene femenina y suciedad. A pesar de las múltiples intervenciones que se llevaron a cabo en esta zona, el problema persiste año tras año.

Aun existiendo todos estos problemas, los vecinos coinciden en un aspecto: no cambiarían su lugar de residencia. La barriada es un lugar comunitario, en el que todos se ayudan en caso de necesidad. Con sus luces y sus sombras, sigue conservando el encanto que hace más de 60 años se despertó en lo que era un solar sin edificar, y que poco a poco se fue llenando de familias con niños. Puede que, en el futuro, la barriada vuelva a a ser el hervidero de pequeños que fue en su día.

Vacaciones. Los esperados juegos de verano
Los juegos de verano, celebrados cada año el día de San Juan, eran una de las citas multitudinarias de la barriada. Cientos de niños se reunían para celebrar el inicio de las vacaciones y disfrutar del preludio de la hoguera, la única de Marín por aquella época. Desde juegos tradicionales a la fiesta de la espuma, la organización de este evento siempre se volcaba en los niños y los premios que recibían en las diferentes pruebas giraban en torno a la educación.

 

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