El futuro del pasado en O Grove

La declaración de Adro Vello como Ben de Interese Cultural podría abrir la puerta para la excavación del yacimiento del enclave donde habitaron los primeros pobladores
El enclave está situado sobre la playa de O Carreiro, en la parroquia de San Vicente. JAVIER CERVERA-MERCADILLO
photo_camera El enclave está situado sobre la playa de O Carreiro, en la parroquia de San Vicente. JAVIER CERVERA-MERCADILLO

Identificar a los primeros pobladores que habitaron la península de O Grove, conocer su estatura media, saber cómo se alimentaron, qué enfermedades sufrieron y los motivos de su muerte son algunos interrogantes que serán resueltos cuando se ponga marcha el proyecto de excavación del entorno de Adro Vello.

El primer paso podría ser la declaración de este entorno como Ben de Interese Cultural, que será realidad en breve, según anunció el conselleiro de Cultura, Educación e Universidade, Román Rodríguez, el día 23 en San Vicente do Grove. Claro que el siguiente será la financiación de los trabajos, y el alcalde, José Antonio Cacabelos, adelantó que deberá ser este departamento el encargado de contratar a los técnicos y poner los medios necesarios.

Situada sobre la playa de O Carreiro, al pie del Con Sineiro, se encuentra una planicie desde la que es posible divisar una amplia panorámica del litoral, circunstancia que no pasaron por alto quienes decidieron construir en este lugar un poblado allá por el siglo I.

Fragmentos de piezas de cerámica, estucos, muros y pavimentos son la pista de la existencia de dos villas romanas. Los tanques de salazón indican que la actividad pesquera era una de las fuentes de sustento de sus pobladores. Siglos más tarde, en este emplazamiento se asentaron nuevos habitantes, cuyo rastro quedó visible con vías de comunicación, sepulcros, tumbas y sarcófagos, construidos entre un largo período de tiempo entre los siglos V y XVII.

Los restos de una fortificación son la prueba de que existió una construcción destinada a defenderse de las incursiones de piratas y corsarios.

También pueden observarse restos de la sacristía, el altar y los muros de una iglesia, construida en torno al siglo IX, que fue abandonada al construirse otro templo en un terreno situado más lejos de la orilla para que estuviese más protegido, el de San Vicente de O Grove. Entonces quedó definitivamente despoblado Adro Vello.

Antecedente. La única excavación realizada hasta el momento fue la realizada en la década de los 80 del siglo pasado por el catedrático de Medicina e investigador José Carro Otero, y además de los restos de cerámica, epigráficos y óseos, de este enclave salió una moneda del siglo XII que hoy se encuentra en el Museo de las Peregrinaciones de Santiago.

En ella está grabado un dibujo de la barca del Apóstol Santiago, considerado la representación más antigua del predicador, presuntamente trasladado desde Palestina a Compostela.

En el año 2014, la Deputación anunció señalización del yacimiento con la finalidad de que los visitantes puedan hacerse una idea de lo que está a la vista y también de los restos que se encuentran enterrados. Son medidas de protección básicas a la espera de que puedan ser realizadas obras mucho más ambiciosas, que ahora parecen más próximas.

Aunque el viento hizo que más de un hueso acabase en la playa de O Carreiro, Rafael Rodríguez, arqueólogo de la institución provincial, cree que el yacimiento no está muy dañado. «El mar posiblemente no se haya llevado nada porque, por lo que sabemos, en la Época Romana su nivel era mucho más bajo», explica. A este factor, Rodríguez suma otro: «Las dunas están haciendo de defensa natural, al estar situadas delante del yacimiento», expone. «Sin las dunas, posiblemente estaría muy dañado», añade. Una vez salvaguardado el entorno, el siguiente paso sería excavar todo el yacimiento y catalogar los hallazgos que pueda deparar esta labor, pero para acometer esta tarea sería necesario contar con un amplio plantel de profesionales. «Necesitaríamos un equipo multidisciplinar con edafólogos, antropólogos forenses, arqueólogos, restauradores y biólogos», argumenta Rafael Rodríguez.

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