Vilagarcía se moja un año más

Son multitudes –la cifra aportada nunca baja de treinta mil o incluso cuarenta mil personas– por eso la plegaria de "agua, agua, agua" es profusa

Participantes en la Fiesta del Agua de Vilagarcía. JOSÉ LUIZ OUBIÑA
photo_camera Participantes en la Fiesta del Agua de Vilagarcía. JOSÉ LUIZ OUBIÑA

Se dice que en Galicia la lluvia es arte, también la que cae del cielo a cubos, pues en Vilagarcía basta con gritar "agua" para que una buena cantidad se desplome sobre uno; no en vano la fiesta en su honor nació de manera espontánea en un acalorado mes de agosto.

Tal ritual surgió en la década de los ochenta, en un día de San Roque, patrón del pueblo.

Resulta que en aquel entonces, debido a las elevadas temperaturas, a los vecinos que observaban la procesión en honor a este santo se les ocurrió la brillante idea de propiciar una jornada de lo más refrescante, todo con el objeto de llevar lo mejor posible el sofoco.

Y, en la actualidad, no solamente los más jóvenes y entusiastas disfrutan de esta particular guerra de cubos, también los más entrados en años y trajeados y, en definitiva, todo aquel viandante que ose atravesar la denominada "zona húmeda".

La costumbre, de la que participa el que quiera y que obedece a la mera casualidad, se impuso de tal manera que un buen día, a mediados de los noventa y merced a la masiva participación, el propio Ayuntamiento tuvo que revestirla de oficialidad e incluso el cuerpo de bomberos colaborar en estas mojaduras con sus mangueras.

La fiesta del agua se celebra por tanto cada año, sin falta, durante las Fiestas Patronales de San Roque.

Mientras se acompaña a la sagrada figura a la capilla, los motores empiezan a encenderse y los que se encuentran en los balcones esperan el momento de arrojar litros y más litros del líquido elemento a las cabezas de los que desfilan por estas calles de Arousa.

Son multitudes –la cifra aportada nunca baja de treinta mil o incluso cuarenta mil personas– por eso la plegaria de "agua, agua, agua" es profusa.

Y no se registra únicamente esta actividad colaborativa en las viviendas particulares, también en los camiones cisterna de los distintos servicios de Emergencias, colocados en puntos clave, los considerados estratégicos.

Porque, como es lógico, pese a que sus comienzos se deban al azar, hay normas, algunas muy férreas, pues por ejemplo durante la subida de San Roque a su ermita está prohibido que caiga la más mínima gota, incluso sería sancionable tal conducta en caso de producirse, y una vez hay barra libre, no es posible igualmente ejercer tal práctica fuera del área acotada para ello.

"Aquí no llega, aquí no llega, que aquí no llega", se ha escuchado a más de uno y, tras ver atendidas sus demandas, el trabajo es de los servicios de limpieza profesional, que se afanan en que la ciudad que por mérito propio hace valer el dicho aquel de que el que con agua desayuna con vino cenó, -pues el jolgorio previo dura toda la madrugada-, luzca impoluta. 
 

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