Cruz Roja, más de un siglo en la cima del bienestar y la solidaridad

Hace más de cien años que Cruz Roja presta asistencia médica y social a los pontevedreses, en concreto desde que se levantó su acta de constitución el 7 de noviembre de 1909. El primer socio llegaría justo un mes después. Previamente, hay documentos que reflejan actividad con expatriados de la Guerra de Cuba en 1898.

En plenas celebraciones del 150 aniversario de Cruz Roja Internacional, la coordinadora provincial en Pontevedra, Pilar Méndez, y el vicepresidente comarcal, Jesús Gayoso, echan la vista atrás para contar cómo han cambiado (o permanecido) las acciones llevadas a cabo en la ciudad en el último siglo.

Todo comenzó en la primera sede provincial, establecida en la que ahora es la calle Marqués de Riestra y, su primer presidente fue, precisamente, ese mismo personaje de la historia pontevedresa. Más tarde, a lo largo del siglo XX, vendrían personalidades como Severo Díaz o Alejandro Mon para ocupar este mismo puesto.

En sus inicios, Cruz Roja se dedicaba principalmente a la asistencia sanitaria, recogiendo a las personas enfermas o heridas para brindarles apoyo.

El 12 de octubre de 1936 llegaron a Pontevedra los primeros heridos de la Guerra Civil para ser atendidos por las damas auxiliares en diferentes casas como el Colegio de Placeres o el Pazo de la Caeira. En el momento del ingreso en las instalaciones se les hacía una ficha con sus datos, que facilitaría otra de las importantes acciones desarrolladas por la institución: la labor de búsqueda de familiares durante los conflictos. Hoy en día, a Cruz Roja Pontevedra todavía llegan inmigrantes solicitando este servicio internacional para encontrar a gente en sus países de origen.

En el año 1937 llegó a la ciudad del Lérez el primer carro ambulancia, que podía trasladar hasta cuatro heridos. El fin de los servicios hospitalarios en la ciudad llegó con el término de la Guerra Civil, en el año 1939, y el comienzo de la posguerra y el franquismo, donde los servicios sanitarios continuarían siendo de vital importancia.

El segundo edificio que tuvo Cruz Roja en la ciudad estaba situado en la calle Charino, donde muchos pontevedreses todavía recuerdan las colas de gente que se formaban para solicitar alimentos, medicinas u objetos de primera necesidad. La sede actual, en la calle Padre Gaite, se no se inauguró hasta 1981.

Transición

Con el paso de los años y la llegada de la Democracia, los servicios ofrecidos también fueron cambiando. «Se dice que Cruz Roja es auxiliar de los poderes públicos. Está donde el Estado no esté», explica Pilar Méndez, por eso, «una vez implantada la sanidad universal, a nadie se le ocurre ya llamarnos cuando tiene un accidente. Ahora estamos más metidos en los proyectos sociales y de otro tipo».

La conocida Fiesta de la Banderita se celebra desde los inicios de la institución con el objetivo de captar fondos. El año pasado se retomó, después de 17 años sin que se llevase a cabo. La coordinadora provincial afirma que esta vuelta a los inicios se debe «un poco a la crisis y a la necesidad de recaudar más dinero». Una de las razones de la extinción de las mesas petitorias en la calle fue la llegada de más competencia organizacional, aunque «con los tiempos que corren no se puede despreciar nada». Por su parte, Jesús Gayoso señala que este regreso a la calle «es un poco una forma de estar siempre presentes en la sociedad».

En los últimos años, los fondos que recibe Cruz Roja para mantener todas sus actividades provienen, principalmente, de los socios y la venta de lotería, que se realiza desde los años 80. Por otra parte, el Gobierno también subvenciona proyectos mediante las asignaciones de los contribuyentes en la casilla de fines sociales en la declaración de la Renta. Además, la Xunta, la Deputación y el Fondo Social Europeo también colaboran con esta institución.

Los voluntarios son la parte más importante para que todo el trabajo de Cruz Roja salga adelante. En los últimos años, su número fue aumentando en la provincia, aunque, como señala Pilar Méndez, «desgraciadamente es a causa de la crisis. Hay gente formada que antes podía optar a un puesto de trabajo y no tenía tiempo para ocuparse de este tipo de actividades. Sin embargo, ahora no es así. De todas formas, para ellos es importante hacer algo y para nosotros que nos echen una mano».

Comentarios