"Mi padre nunca se recuperó del campo"

FRANCIA ▶ Una de las hijas de Manuel Pérez Taboada, sus dos hermanas vivas y sus sobrinos reconstruyen la historia del hombre de Xeve que huyó del franquismo, se exilió en Francia y pasó por un campo de concentración nazi. Ahora el Concello quiere homenajearlo

Carmen, Dolores y Loli, hermanas y sobrina de Manuel Pérez Taboada, ojeando las fotos del pontevedrés. JAVIER CERVERA-MERCADILLO
photo_camera Carmen, Dolores y Loli, hermanas y sobrina de Manuel Pérez Taboada, ojeando las fotos del pontevedrés. JAVIER CERVERA-MERCADILLO

"Todo el pasado está volviendo de golpe y está siendo muy emocionante". Habla Carmen Théry Pérez-Taboada al otro lado del teléfono, desde Lyon, en Francia, tras haber recibido un paquete con varios periódicos en los que se habla de su padre. Cuentan una historia que ella ya conocía, a falta de un matiz: su progenitor había dejado en el campo de concentración nazi en el que estuvo preso dos anillos y algunos documentos que ahora el Estado alemán quiere devolver a la familia. "No sabía nada de esas pertenencias, pero ya las he reclamado", explica.

Sobre la estancia de Manuel Pérez en el campo de Neuengamme no sabe mucho porque para él recordar el tiempo que estuvo allí era muy doloroso. En su espalda llevaba las marcas de las heridas del tiempo que había estado preso. Pero las peores cicatrices estaban en su mente. "Él nunca se recuperó de su paso por el campo de concentración. Hoy en día sería diagnosticado con síndrome de estrés postraumático porque había épocas en las que sufría alucinaciones y tenía que ser ingresado en hospitales psiquiátricos. Fue muy duro para él", recuerda ahora su hija Carmen. Taboada fue apresado en febrero de 1944 en Burdeos. En aquel momento ya había nacido su hija mayor, Anita, y él colaboraba con otros españoles en el exilio para combatir el fascismo. Su hija lo define como anarquista pero no tiene constancia de que perteneciese a ninguna organización. "Alguien lo delató y a él esa traición le dolió toda la vida. Creía saber quién lo había descubierto pero no estaba seguro", recuerda Carmen.

Lo detuvieron en febrero de 1944 en Burdeos, durante la ocupación nazi de Francia, y estuvo preso allí hasta mayo, cuando lo trasladaron a Neuengamme, cerca de Hamburgo. Había llegado a Francia desde Xeve huyendo del Franquismo en 1936, con solo 19 años. De las vivencias en el campo de concentración poco les contó a sus hijas, aunque de vez en cuando se filtraba un recuerdo entre los comentarios del día a día. "No le gustaba que dejásemos comida en el plato, si lo hacíamos nos recordaba que él, en su estancia en Neuengamme, había pasado tanta hambre que había llegado a comer hierba", cuenta su hija, que también recuerda otra anécdota en la que contaba cómo se salvó de ser fusilado porque los nazis necesitaban un sastre. A eso se dedicaba en el campo, a hacer trajes para sus carceleros.

La libertad llegó a Neuengamme en mayo de 1945 y Taboada tuvo que caminar durante mucho tiempo para volver a París. "La Cruz Roja fue la que le ayudó a coger un tren para volver a casa", cuenta su hija. La vida después de Neuengamme fue difícil para Taboada, que no pudo volver a trabajar con normalidad. "Era mi madre la que trabajaba fuera de casa", recuerda Carmen.

Durante el tiempo que estuvo preso, su pareja se fue a vivir con sus padres a París, en donde recibió el apoyo familiar para criar a su primera hija, Anita. Su hermana Carmen, que ahora cuenta la historia de su padre a través del teléfono, nació dos años después de que este fuese liberado, en 1947. Taboada y Luisa Merino, su mujer, tuvieron otra hija, Manolita, que falleció hace unos años. La pareja se casó un año antes de fallecer Taboada y no pisaron la iglesia. "Mi padre era ateo; estaba muy enfadado porque la Iglesia se hubiese puesto del lado de Franco en España".

La nostalgia de su tierra lo acompañó toda su vida. Siempre quiso volver, pero no pudo, ya que falleció en 1976, solo unos meses después que Franco. En 1964, cuando murió su padre, trató de negociar con el consulado español una visita a Pontevedra, pero le fue denegada. "Fue una situación muy difícil, él hablaba mucho de su tierra y cantaba siempre canciones españolas, no poder volver le marcó", explica su hija, que sí visitó Pontevedra junto a su madre para conocer a su familia.

Carmen sí tuvo trato con algunas de sus tías que emigraron a Francia y trabajaron en París durante años. Una de ellas, que también se llama Carmen, todavía vive. Volvió a Pontevedra en los años 90 tras haber trabajado 30 años en París. Ahora, a los 89, no puede contener las lágrimas al recordar a su hermano. "Era guapísimo", se limita a responder cuando le preguntan por él.

Sus sobrinos lamentan que el reconocimiento a la figura de su tío llegue tarde. "Esto debería haberse hecho hace años, cuando mis tíos vivían, ahora es muy difícil aclarar lo que pasó", explica Loli, que no conoció a su tío.

Tampoco lo volvió a ver Dolores, una de los ocho hermanos de Taboada, que tenía tres años cuando estuvo con él por última vez. "En casa siempre se habló mucho de mi hermano, lo echamos mucho de menos y en todas las reuniones familiares lo recordábamos", cuenta.

El matrimonio y sus dos hijas mayores

El matrimonio y sus dos hijas mayores

Luisa Merino, hija de españoles nacida en francia, junto a Manuel Pérez taboada y las dos hijas mayores del matrimonio, Carmen y Anita. La imagen pertenece al archivo familiar y es uno de los recuerdos que conservan los sobrinos del pontevedrés que se exilió en francia a los 19 años y ya no volvió a Pontevedra.

De comida junto a sus dos hermanas

De comida

La hospitalidad de taboada todavía se recuerda en la familia. el pontevedrés recibió en su casa de París a numerosos españoles que emigraron a francia en los años 60, también a sus hermanos. en la imagen, en una comida familiar en París junto a sus hermanas Mercedes (izquierda) y Carmen (derecha), que todavía vive.

Manuel junto a su mujer y su hermana

Manuel junto a su mujer y su hermana

El matrimonio formado por Manuel Pérez Taboda y Luisa Merino (a la derecha) acompañados de su hermana Mercedes, diez años más joven que él, y el marido de esta última, René. Con ella tuvo una especial relación ya que fue la que más años pasó emigrada en el país galo.

Con su mujer, Luisa

Con su mujer Luisa

Manuel junto a su mujer, Luisa Merino. Ella era hija de emigrantes salmantinos que llegaron a París tras la Primera Guerra Mundial para trabajar. Manuel la conoció en un local de la ciudad que frecuentaban muchos españoles en el exilio. Tuvieron su primera hija en 1942, antes de que Manuel fuese detenido.
 

Las hijas pedirán los efectos personales a Alemania
La historia de Manuel Pérez Taboada salió a la luz pública tras la publicación de una lista de presos españoles en el campo de concentración nazi de Neuengamme, en las proximidades de Hamburgo, cuyos efectos personales todavía conserva el Estado alemán. Siete décadas después del horror nazi, el ITS (International Trancing Service), un organismo dedicado a documentar la persecución nazi, trata de devolver sus pertenencias a las familias de 3.363 presos. Las de Pérez Taboada son dos anillos (en las fotos de abajo) y algunos documentos. El periódico online El Confi dencial publicó una lista en la que se recogía el nombre de los 69 españoles que aparecen entre los propietarios de objetos que les fueron requisados por las autoridades nazis. Muchos de esos objetos fueron conservados hasta los años 60 por el Ejército británico, que los entregó al ITS. Después de un arduo trabajo de catalogación, dicho organismo inició una campaña para devolver esos efectos a las familias de los presos. De hecho, el ITS lanzó una campaña en las redes sociales bajo la etiqueta #StolenMemory (memoria robada) para hacer llegar la noticia a la ciudadanía. 

En Xeve
El resultado ha dado sus frutos en Pontevedra. Una de las hijas de Manuel Pérez Taboada, Carmen Théry, se puso en contacto con este periódico días después de la publicación del reportaje para confi rmar que se pondrá en contacto con el ITS para recuperar los anillos de su padre. La familia que le queda en Pontevedra al hombre que huyó de los falangistas no sabía de la existencia de esos anillos hasta que lo leyó en el periódico. La asociación SondeXeve también se movilizó para dar con la familia.

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