Desde 2015 más de 80 médicos pidieron los papeles para trabajar en el extranjero

La cifra, de ámbito provincial, incluye galenos que se dieron de baja en el Colegio de Pontevedra para trabajar fuera y otros que solicitaron certificados ► Diana Antón fue una de las que emigró a Suecia, donde afirma que las condiciones laborales están a años luz de la sanidad gallega
Protesta celebrada en 2021 en Sanxenxo por la falta de personal médico en Primaria y los PAC. JAVIER CERVERA-MERCADILLO
photo_camera Protesta celebrada en 2021 en Sanxenxo por la falta de personal médico en Primaria y los PAC. JAVIER CERVERA-MERCADILLO

Desde enero de 2015 hasta enero de 2023, un total de 81 médicos que estaban operativos en la provincia de Pontevedra realizaron la tramitación necesaria para trabajar en el extranjero. Algunos se dieron directamente de baja en el Colegio Oficial de Médicos de Pontevedra para colegiarse en el extranjero y otros solicitaron el certificado de idoneidad. Un documento necesario para colegiarse en países comunitarios y extracomunitarios, en el que el órgano colegial confirma que el demandante está correctamente colegiado.

Desde hace algo más de un año, el Área Sanitaria de Pontevedra y O Salnés y muchas otras áreas de la sanidad pública han introducido importantes mejoras en los contratos con el objetivo de anclar a un personal médico que escasea y se rifa entre las comunidades. El déficit de profesionales incluso ha llevado a conceder plazas en Primaria sin oposición, por la vía de méritos, y a lanzar ofertas a otros sistemas sanitarios que han ido surtiendo su efecto.

La falta de estabilidad y la precariedad provocaron una fuga de capital humano

La duración de los contratos se ha alargado y las retribuciones se han mejorado. Sin embargo, la situación que se vivía hace una década provocó una fuga de capital humano que hoy pasando factura a las plantillas sanitarias. Profesionales que entonces no encontraban un trabajo digno se marcharon a otras regiones y otros países, y a muchos todavía no se les ha pasado la idea de volver. Es el caso, por ejemplo, de Diana Antón Sanmartín (41 años), una médica que realizó su residencia en Pontevedra hace diez años y que acabó abandonando la sanidad pública gallega por la falta de estabilidad laboral y la precariedad de los contratos.

En su caso se marchó en 2014 a Suecia donde, según dice, las condiciones laborales están a años luz de las que se ofrecen en Galicia. La agenda "nunca supera los diez pacientes diarios", puede decidir las semanas que trabaja y tiene libertad y competencias para solicitar desde Primaria todas las pruebas diagnósticas que estime oportunas para saber qué le ocurre a un enfermo. Además, está el tema (no menos importante) del sueldo. De media, un médico especialista gana en Suecia 5.000 euros mensuales, "pudiendo llegar a los 6.000 si realiza guardias voluntarias", explica la galena a este periódico.

Una ex residente de Pontevedra: "Fuera del verano, no tuve ni un contrato de una semana"

Diana Antón cuenta que cuando acabó la residencia en Pontevedra en mayo de 2013 solo le ofrecían dos escenarios: contratos limitados a los meses de verano, "en los que trabajaba por tres médicos", y contratos de días sueltos para el resto del año que, como mucho, ascendían a dos o tres por mes. "Incluso estuve varios meses enteros sin que me llamaran y muchas veces cuando lo hacían era para ofrecerme ir a trabajar al día siguiente a Baltar, Combarro... En año y medio, fuera de la temporada de verano, no tuve ni un contrato de una semana", recuerda la profesional.

La situación llevó a esta médica a desesperarse, "porque quería trabajar" y tenía miedo a perder práctica, así que buceó en Internet y vio que en Suecia no había que aprobar oposiciones para lograr una plaza en Primaria.

La facultativa envió currículums a varios centros de salud y en agosto de 2014, cuando estaba con un contrato temporal en Urgencias de Montecelo, los responsables de uno de los ambulatorios suecos le escribieron diciendo que estaban interesados en hacerle una entrevista, para la que le ofrecieron costear todos los gastos del viaje y alojamiento.

Contrato indefinido y facilidades para encontrar vivienda, entre los atractivos de Suecia

Diana tuvo muchos momentos de incredulidad, pero finalmente en noviembre se desplazó a Norrköping, donde vio que aquello realmente iba en serio. La jefa del centro de salud le recogió en la estación de tren, le llevó de ruta por la ciudad y luego le invitó a entrar en una sala en la que había un intérprete de español y un contrato "indefinido" con su nombre estampado en las hojas. "Me dijo que me ayudarían a buscar vivienda y que, como no sabía el idioma, empezaría con tres días a la semana recibiendo clases de sueco y otros dos días de oyente en el centro de salud para ver cómo funcionaban. Así, de enero a mayo, y que a partir de ahí sí empezaría a ver pacientes".

En Suecia apenas se superan los 10 pacientes por día, se computa todo el tiempo extra y la baja maternal es de 480 días

Diana no daba crédito, porque en su mente se había imaginado que no la cogerían y que seguiría al menos unos tres meses enviando currículum. Sin embargo, la propuesta le sonó tan bien que, aún no sabiendo exactamente qué ponía en el contrato, firmó.

Los hechos transcurrieron tal y como le habían contado. Estuvo cinco meses de oyente, percibiendo 2.500 euros netos al mes, y luego empezó a ver pacientes de forma progresiva, con el correspondiente incremento salarial.

En el país escandinavo se atienden menos pacientes, pero hay un importante hándicap: "La sanidad no es tan accesible"

Actualmente, Diana se encuentra en otro centro, donde las retribuciones son más altas, y aunque la vida social de Suecia le hizo echar mucho de menos su casa, asegura que por el momento no entra en sus planes regresar a España.

Hoy tiene dos hijos, que le ocupan buena parte del tiempo libre, y sobre todo dice estar encantada con "la calidad" de las condiciones de trabajo. Todo el tiempo extra computa, "aunque sean minutos", tiene más libertad para elegir el cuadrante, puede recurrir al teletrabajo y dispone de más tiempo para atender a cada paciente. Además, una de las cosas más valora: "que se puede hacer todo desde Primaria". "Recurres al hospital para hacer las pruebas, pero las pides tú y te llegan a ti. Tú eres uno más en la cadena para remitir, no te saltan y derivan directamente al especialista".

En Suecia la baja de maternidad es de 480 días, "casi año y medio", y en general el contexto profesional es muy distinto al que esta profesional vivió en Pontevedra, "donde empezaba con 48 pacientes y muchas veces terminaba con más de 70".

Eso sí, la protagonista de esta historia advierte de que a nivel del paciente las diferencias entre España y Suecia se recortan. Según dice, en el país escandinavo, el enfermo "también tiene la sensación de que no llega al médico y de que es un caos conseguir cita". Fundamentalmente, porque allí también se sufre el déficit de médicos y porque hay un sistema de triaje que retrasa mucho más todo lo que no se considera urgente. "Una lesión en la piel se ve a la semana, porque aquí hay mucha incidencia de cáncer de piel, y también hay citas urgentes para una otitis en un niño o unos síntomas graves en adultos. Sin embargo, al final en ese triaje acaban quedando fuera cosas importantes. La sanidad no es tan accesible como España", sentencia.

"Me dio mucha pena marcharme, nos forman muy bien"

Diana Antón asegura que hacer las maletas no fue fácil y que, si por ella fuera, se hubiera quedado a trabajar en Galicia. "Me dio mucha pena marcharme, porque nos forman muy bien y en la residencia tuve unos tutores extraordinarios. De hecho, en el extranjero prefieren a los españoles antes que a otros de otros países, porque saben que nuestra formación es buena", destaca. Según dice, pensó muchas veces en volver, "pero las condiciones fueron tan malas", que acabó desistiendo. "Si hubiera acabado la residencia ahora probablemente me hubiera quedado, pero cuando finalicé el maltrato era horrible y yo ya estoy encantada aquí", añade en alusión a Suecia, cuya sanidad se rige por copago (hasta pagar un máximo de 120 euros al año).

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