José Amoedo (Pepe, para los amigos) y su esposa Teresa Fernández reflejaban este viernes en sus rostros el cóctel de sentimientos encontrados que atizaban sus corazones: emoción, nostalgia, tristeza, ilusión... Cuando bajaron la verja de la Cafetería América -frente a las ruinas de Santo Domingo- dijeron adiós a 27 años detrás de la barra, sirviendo a varias generaciones de pontevedreses, que convirtieron a este local en un referente de su ocio, es decir, "de Pontevedra de Toda la Vida".
Desde 1994, el empresario y su mujer han atendido a sus clientes personalmente, pues aunque por el negocio desfilaron diversos camareros, la plantilla se alimentó esencialmente del núcleo familiar. Sus hijos, Gabriela y Álvaro, también han echado una mano, sobre todo en momentos de mayor exigencia, como durante las fiestas de La Peregrina o en las distintas celebraciones organizadas en la ciudad.
Pepe reconoce que la decisión del cierre no ha sido fácil de tomar. Sin embargo, asegura que era lo que estaba en sus planes cuando llegase la edad de jubilarse. "Era algo que algún día tenía que venir. Porque aunque te quedes uno o dos años más, va a ser igual", comenta. El confinamiento del año pasado, con un cierre que duró cuatro meses, les sirvió "como un entrenamiento de la jubilación" añade Álvaro.
Pepe destaca que la conexión con sus clientes es especial. Con el tiempo se ha creado un lazo de confianza mutuo, como un club. Hay quienes van y vienen, están los nuevos y luego los que les han acompañado durante estas casi tres décadas. Una de las herencias más bellas que le ha dejado esta experiencia es conectar con la clientela: "Es bonito escucharlos, aprendes mucho sabiendo quienes son, casi tengo un máster sin la carrera, aunque ya no haga falta porque me jubilo. También conocer lo que les gusta tomar... Es algo que se logra con tiempo y atención".
El buen humor, la tortilla a media mañana (el pincho más demandado en el local, preparado por Teresa), presenciar el encuentro entre amigos, las conversaciones diarias y muchas cosas más, se echarán de menos ahora tras un cierre que, paradójicamente, se produce este sábado, Día del Trabajo. Como si los astros se hubiesen compinchado para que este veterano matrimonio pueda disfrutar, al fin, de su merecido descanso.
Pero su recuerdo no se bajará igual que la ruidosa verja metálica. Su hijo ha tenido la iniciativa de comenzar a escribir un libro en su honor que próximamente saldrá a la luz . Su título: América, más que un continente.
Con él, Álvaro pretende homenajear a su familia contando la historia de su padre, distintas anécdotas concretas de lugares que han visitado juntos y, por su puesto, la experiencia de haber sido la cafetería favorita de un sinfín de pontevedreses.