Cae el mayor alijo de la historia en un velero a nivel mundial

Dos vilagarcianos, entre ellos el prófugo Carlos Silla, detenidos en altamar por la Policía Nacional con 5,2 toneladas de cocaína ►Los narcos de O Salnés aumentan su actividad delicitiva en la pospandemia hasta niveles nunca vistos ante una brutal demanda
En primer término, los 183 fardos hallados en el interior del velero (detrás), este lunes en Lisboa. CNP
photo_camera En primer término, los 183 fardos hallados en el interior del velero (detrás), este lunes en Lisboa. CNP
Que la pospandemia iba a reactivar el mercado internacional de la cocaína era un secreto a voces, pero ni siquiera la Udyco Central, órgano de referencia de la Policía Nacional acostumbrado a incautar los mayores alijos por vía marítima, se esperaba lo ocurrido este fin de semana. Los 5.200 kilos de cocaína decomisados en el velero G-Siro, barco recién adquirido por el vilagarciano Xabier F. y supuestamente patroneado por el prófugo Carlos Silla (también de la capital arousana), suponen un récord absoluto a nivel universal por este medio de transporte. Si el cargamento de 2,8 toneladas que llegó la semana pasada a las Rías Baixas en el Goldwasser ya era muy superior a lo que suele ser habitual, lo del G-Siro marca un récord, un antes y un después. La oferta en Colombia es descomunal, y ahora la demanda en Europa, con la reapertura de los canales de ocio, alcanza niveles nunca vistos.

De la operación Marea Blanca, además de la cantidad de droga (valorada en unos 175 millones de euros vendida al por mayor en España), destaca la identidad de las personas que la transportaban hacia la Península Ibérica. El primer nombre que llama la atención es el de Carlos Silla. La Policía Nacional (y también la Guardia Civil) le seguían la pista tras el desembarco de 3.800 kilos de polvo blanco que entraron por la ría de Arousa a finales de marzo de 2020, pocos días después de que el Gobierno decretase el confinamiento absoluto de la población. La hipótesis policial apunta a que el vilagarciano aproximó el alijo en otro velero de lujo hasta una zona al alcance de las lanchas rápidas. Varias gomas, hasta tres, llegaron a aguas pontevedresas. Dos de ellas, una en O Grove y otra en Cambados, fueron interceptadas. Y los fardos, como antaño, acabaron en la ría, o en las playas de Ribeira. El Benirrás (así se llamaba la embarcación que entonces patroneaba el sospechoso) no volvió a aparecer. Se piensa que fue hundido voluntariamente tras entregar la mercancía. Pocos meses antes, en diciembre de 2019, había sido inspeccionado de arriba a abajo por la Policía y Vigilancia Aduanera en el puerto de Portonovo. Los narcotraficantes sabían que estaba marcado.

Un año y medio después de aquello, la Udyco Central tenía datos que apuntaban a que el avezado piloto, capaz de manejar lanchas rápidas o veleros, seguía plenamente operativo, al servicio de un gran grupo criminal de O Salnés perfectamente conectado con narcotraficantes asentados en el Sur de España. En concreto, al Oeste de Andalucía. La gran presión policial en las Rías Baixas, con presencia del Greco Galicia, las Udyco locales y los dos grupos especializados de la Guardia Civil afincados en Pontevedra (Eco Galicia y Edoa), hace que los narcos busquen distintas vías para introducir los cargamentos. Ello les lleva a alternar entradas por el Noroeste (como la pretendida de la semana pasada en el Goldwasser y sus 2,8 toneladas) con introducciones por costas portuguesas, andaluzas, africanas o incluso más al Norte, en áreas muy concretas de Bélgica y Holanda.

En la operación Marea Blanca, todavía abierta (se busca a quienes iban a hacerse cargo de la mercancía, muy probablemente también gallegos), quedó clara, además, la capacidad operativa de la red criminal investigada. Así, tras adquirir el barco (que figura a nombre del también detenido en el velero Xabier F., de Vilagarcía), modificaron sus datos visibles. Así, y aun cuando el G-Siro, de 24 metros de eslora y con capacidad máxima para doce ocupantes, tiene bandera española y puerto base en Algeciras (Cádiz), en el momento de ser apresado lucía en un lugar muy visible el nombre Monkey Bay, otra embarcación real pero con base en Róterdam y sin relación alguna con los ahora detenidos.

A bordo del velero fue detenido un tercer narcotransportista, Jorge G., peruano asentado en Madrid, presunto notario de la organización colombiana en la misión.

LA FASE FINAL. La fase final de la operación se desencadenó entre el viernes y el sábado en aguas del Atlántico. La Polícia Judicária de Portugal activó sus canales de coordinación con la Armada y el Ejército del Aire de su país para desplazar medios marítimos a unas 250 millas al Oeste de Cabo San Vicente, punto en el que se encontraba el G-Siro en una situación de standby.

La información recopilada por la Brigada Central de Estupefacientes merced a sus propias pesquisas y a la cooperación internacional (en este caso, por parte de la DEA de Estados Unidos, la NCA de Reino Unido y la Diran de Colombia, además de Portugal) apuntaba a la salida inminente de lanchas rápidas desde costas gallegas o portuguesas para recepcionar el monumental alijo. Ante el evidente riesgo de la llegada de las planeadoras (imposibles de perseguir, por su velocidad), las autoridades apostaron por llevar a cabo el abordaje, que tuvo lugar a unas 210 millas de costas portuguesas.

El buque NRP Sines de la Armada lusa se encargó de custodiar el velero, la droga y a los tres tripulantes ya detenidos hasta la base naval militar de Almada, en Lisboa, donde este lunes se presentó el cargamento. Antonio Martínez Duarte, jefe de la Brigada Central de Estupefacientes, compareció ante los principales medios de comunicación de Portugal para expresar su satisfacción por el resultado de la operación y agradecer la colaboración de sus colegas del país vecino.

LOS HALLAZGOS. A simple vista, en el interior del velero, los miembros de las Fuerzas Armadas de Portugal vieron innumerables fardos de entre 25 y 30 kilos de peso cada uno. Una vez asegurados los arrestos, procedieron a su traslado a la dársena lisboeta. Una vez allí, los funcionarios de la Polícia Judicária y de la Policía Nacional procedieron a efectuar un minucioso registro de la embarcación, en la que hallaron abundante documentación que ya está siendo analizada para proseguir con las pesquisas.

Junto a ello, los agentes incautaron numerosos equipos de telecomunicaciones. De su estudio forense dependerá la posterior vinculación de otras personas o embarcaciones con el cargamento de cocaína.

El hallazgo de estos 5.200 kilos, el mayor jamás incautado a nivel planetario en un velero, pone de manifiesto la frenética actividad de los narcotraficantes gallegos a la hora de introducir alijos de cocaína en Europa (sin ir más lejos, la semana pasada fue interceptado otro velero con 2,8 toneladas que llegó al Puerto de Vigo). También demuestra la gran capacidad de producción de droga en las selvas colombianas y, por último, el incremento de la demanda en el Viejo Continente.