PONTEVEDRANDO... Policlínica Dental Domínguez

El dentista de mis sueños

Dice que decidió ser odontólogo con 15 o 16 años. Eso no se entiende. Si coge usted a 1.200 chavales y chavalas de esa edad no encontrará a ninguno que quiera ser odontólogo. ¿A quién se le ocurre ser odontólogo a esa edad? ¡Por Dios bendito!

David Domínguez, en una de las consultas del Policlínico Dental Domínguez. JAVIER CERVERA-MERCADILLO
photo_camera David Domínguez, en una de las consultas del Policlínico Dental Domínguez. JAVIER CERVERA-MERCADILLO

¡Ah, la juventud! Tengo un amigo nuevo, David Domínguez, joven, hermoso y odontólogo. Dirá usted, que de estas cosas no sabe, que apellidándose Domínguez en Pontevedra, lo normal es que se dedique a asuntos sanitarios. Tiene razón al menos en parte. Entre médicos, dentistas, farmacéuticos y tal, hay más de diez Domínguez, de los Domínguez de toda la vida, entregados al sector sanitario, pero eso no significa que uno pueda llegar a la Universidad y que le regalen un título así como así, como si se apellidara Casado o Montón. Los Domínguez de Pontevedra se curran los títulos como el que más, porque andan por la vida con un apellido que pesa toneladas y que hay que mantener con toda honestidad, que es lo que hacen cada día de sus vidas.

Dice David que decidió ser odontólogo con 15 o 16 años. Eso no se entiende. Si coge usted a 1.200 chavales y chavalas de esa edad no encontrará a ninguno que quiera ser odontólogo. ¿A quién se le ocurre ser odontólogo a esa edad? ¡Por Dios bendito! Si eso no es vocación, ya me dirá usted lo que es vocación. Pues así fue. Cuando tuvo que elegir entre un bachillerato de Ciencias o de Letras, David Domínguez eligió Ciencias para ser odontólogo. Yo a su edad quería ser astronauta, estrella del rock o boxeador, algo que me llevara a la fama y al reconocimiento de miles de millones de personas, pero dentista nunca. Pues a eso se le llama disposición, que es lo que tenía David.

Pues el hombre se puso ahí a estudiar y a formarse hasta que cumplió su extraño sueño. Estudió en Madrid primero. "Una etapa divertida", dice, como si fuera divertido hacerse dentista en Madrid. Tanto se divertía que se especializó en implantología, que como está usted imaginando, es divertidísimo. Así anduvo, trabajando y formándose entre Madrid y Santiago, donde tenía a su amor hasta que nació el primero de sus hijos. Al día siguiente se vino a Pontevedra y empezó las obras de su clínica. Dice que no hay mejor lugar que Pontevedra para vivir y trabajar.

Hoy trabajan allí siete personas, cinco de ellas odontólogos y odontólogas. "Hubo una etapa en la que todos los dentistas hacían de todo. Luego se tendió a la especialización, lo que provocó que los clientes fueran derivados de un especialista a otro. En este momento, las clínicas ofrecen todas las especialidades en el mismo centro". Hoy, en la clínica de David Domínguez, que se llama Policlínico Dental Domínguez, hay una persona especializada en pediatría dental, otra que es ortodoncista, otra endodoncista, otra especializada en cirugía y el mismo David que además de la implantología se dedica a dirigir la clínica.

David Domínguez, en una de las consultas del Policlínico Dental Domínguez. JAVIER CERVERA-MERCADILLO (2)

Bueno, la clínica mola mogollón, permítame usted la licencia literaria si es que a eso podemos llamarle así. Los espacios son amplios, el diseño es original, ideado todo por el arquitecto, escultor y pintor Kike Ortega, que es un hombre al que yo adoro; los profesionales que trabajan ahí son felices: "Me gusta rodearme de gente de mi generación", dice David Domínguez. "Quiero que estén a gusto con las condiciones de trabajo, con el salario, con los materiales con que trabajamos, con la maquinaria, con la formación. Hay muchas clínicas, pero pocas que inviertan en tecnología y en formación. Son inversiones que no generan una rentabilidad inmediata, pero estar al día, ser punteros, trabajar con la mejor gente y la más formada, con la maquinaria y las técnicas más innovadoras, eso es una maravilla".

El tío es un fanático de la odontología, quizá el único en el mundo. Vivir la odontología como otros viven Star Treck no es del todo normal, pero para sus clientes es lo mejor. Hace unas semanas celebraron el quinto aniversario de la clínica. Allí estaban los trabajadores, los amigos y los pacientes. Esto último es lo que hay que analizar seriamente. Que un dentista celebre un aniversario y se le llene la fiesta de pacientes es cosa que no había sucedido jamás. Pontevedra es así. Pues la clínica está en el número 5 de la calle Castelao y si usted necesita a cinco dentistas, o al menos a uno, irá allí, que está ahí al lado, que viva usted donde viva en metrominuto se llega en un suspiro.

David tiene también un proyecto familiar con Ángela, que es su pareja desde siempre, por la que trabajó una época en Compostela y con la que se vino a Pontevedra a disfrutar de la vida y de la odontología. Esto suena raro pero es así. El próximo viernes Ángela sale de cuentas porque están esperando a su tercer hijo, que será, como todos los Domínguez, joven y hermoso toda la vida de Dios.

Y ese niño, como sus hermanos, será tataranieto de Eladio Vaz Gallego, grandioso poeta, admirable galleguista y enorme persona por la que yo daría un brazo para poder conocerla. ¡Ah, la vida!

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