La parada técnica que Ence inició este lunes y que se prolongará, previsiblemente, hasta el día 25 no será como la de los años precedentes. Un elemento inédito hasta ahora se ha convertido en protagonista indeseado: el coronavirus. Y con él, todo un rosario de medidas de seguridad que la empresa aplica de forma estricta entre los 700 trabajadores que participarán este año en los trabajos de mantenimiento y puesta a punto.
Tanto en Pontevedra como en Navia, de acuerdo con los índices de incidencia acumulada a 14 días, las medidas de seguridad frente al coronavirus se adecúan a esta situación de riesgo.
El inflexible protocolo contempla tomas de temperatura diarias en los accesos a la factoría y el reparto de mascarillas FPP2. Asimismo, se realizarán test de antígenos cada cuatro días y se controlará el acceso a través de una aplicación móvil.
Paralelamente, la compañía distribuirá a los trabajadores en diferentes burbujas, limitando el contacto y garantizando siempre la distancia de seguridad. Se supervisará, además, el cumplimiento de todas las medidas de seguridad en el entorno de la biofábrica, animando la que todas las personas sean igualmente prudentes fuera del complejo fabril.
Unas medidas que no solo serán de riguroso cumplimiento para todos los participantes en la parada técnica –la mayoría procedentes de Galicia–, sino también a los cerca de 400 empleados que trabajan de forma habitual en la fábrica.
En el año 2020, y a consecuencia de las excepcionales circunstancias vividas por el covid-19, la parada técnica anual se llevó a cabo entre los días 6 y 17 de julio.
En 2021, la biofábrica retoma su práctica habitual de efectuarla en el mes de marzo-abril, que supondrá una inversión aproximada de dos millones de euros, en línea con la inversión ejecutada también en Navia. Una cantidad que no solo se destinará al mantenimiento de la instalación sino, también, a la mejora de su eficiencia y sostenibilidad.
