Diario de un confinado

Gordas y calvas

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photo_camera Imagen de la sesión de control al Gobierno celebrada este jueves en el Parlamento. EMILIO NARANJO (EFE/POOL)

9:00
Mola la entrevista de Xabier Fortes a Abel Caballero, especialmente ese momento tan televisivo en el que Fortes le recuerda al alcalde de Vigo cuál es la capital de la provincia y Caballero se resiste a ser toreado. Muy bien los dos. En estos tiempos, en medio de esta tragedia y en un programa serio como el de Fortes, se agradecen especialmente estos momentos de buen humor, que son píldoras que nos devuelven a la vieja normalidad.


10:00
Me despejo viendo la sesión de control al Gobierno y me pongo de mala leche. Cada vez que veo o escucho cómo se hace política en España me pasa lo mismo. Hasta el gorro estoy de todos esos que llaman sepulturero a Sánchez y le acusan de provocar decenas de miles de muertos. Harto de toda esa gente que sólo sabe hablar del 8-M. A ver.

A mí que me enseñen un periódico del 5 o 6 de marzo en el que algún partido de la oposición pidiera el estado de alarma. O que me enseñen un artículo de su tan cacareada Constitución que permita suspender una manifestación convocada en tiempo y forma, cumpliendo los requisitos, si no hay estado de alarma. Tanto mujeres del PP como de Ciudadanos acudieron a esa manifestación y los de Vox no porque son machinazis y tenían su propio acto en Vistalegre, aquél en el que el madelman Ortega Smith, contagiado hasta las trancas se dedicó a regalarle el coronavirus a medio partido. Unos y otros, ese día y los posteriores, celebraron multitudinarios actos de precampaña en Galiza y Eukal Herria. Es que ya está bien con el puñetero cuento de que el Gobierno es culpable de la pandemia y responsable de decenas de miles de muertos.

Claro que este Gobierno ha cometido errores, algunos de bulto, como todos los gobiernos del planeta, que se ven obligados a ir haciendo camino al andar porque nunca se había planteado una situación similar y se trata de hacerlo lo mejor que se pueda. Y demos gracias a Dios de que no son otros los que se encargan de gestionar esta crisis.


12:30
Los test que realiza la Xunta traen descolocado a medio mundo. El índice de infectados no llega al 1% de la población, lo que según los expertos sólo puede significar dos cosas igualmente inquietantes: o que los test son defectuosos, que supongo que parece lo más probable, o que el índice de contagiados es tan bajo que la desescalada puede ser una escabechina. Prefiero optar por la primera de las opciones, la de los test defectuosos. Significaría que Feijóo cometió un error, y no me gustaría ver a nadie linchándolo por eso, por lo dicho en el párrafo anterior. Todos estamos expuestos al error y debiéramos estarlo a comprenderlo. Nadie es infalible, nadie tiene experiencia en esto y a base de errores iremos aprendiendo a lidiar en el futuro con esta pandemia y con las que vengan.


13:00
Viene a mi portal Gerardo Lorenzo a proveerme de potasio. Se me está poniendo cara de plátano. Adelantó el reparto semanal porque mañana es festivo y no quiere dejar abandonada a toda esa gente a la que ayuda. Es feliz haciéndolo y creo que lo hace con un sano egoísmo, porque disfruta echando una mano a gente que lo necesita o que no puede salir a hacer la compra. Es un sol, una ONG no registrada que dedica buena parte de su tiempo a ayudar a los demás y a estar pendiente de los suyos, que son un montón. Ojalá muchos como él.


17:00
Sale Isabel Díaz Ayuso defendiendo esos menús de Telepizza que llevan comiendo desde hace casi dos meses los niños con becas de comedor de la Comunidad de Madrid. Ahí sí podemos criticarla. No le pedimos que sea especialista en pandemias, pero alimentar a miles de niños madrileños con una dieta de comida basura, en eso bien podemos coincidir en que no es buena idea. Ella lo explica a la perfección: a los niños les gusta la pizza y tiene razón, pero hasta yo, que no soy precisamente un experto en dietas sanas, sé que comer eso a diario no es bueno, ni es equilibrado ni es nada de nada. Es regalar un contrato millonario a un emporio de la alimentación a cambio de nutrir a los niños madrileños con colesterol, grasas saturadas, azúcares y todas las demás cochinadas que caben en un menú. Supongo que cualquier gestora con dos dedos de frente hubiera encontrado una fórmula mejor, como han hecho el resto de las comunidades. No sé lo que durará este viaje a la nueva normalidad (cada día me gusta más la expresión) pero lo que tengo claro es que Madrid se llenará de niños y niñas gorditas de tanto comer pizzas con patatas fritas, helados y cocacolas. No sé si Díaz Ayuso tiene hijos, pero seguro que comen mejor que todos esos y esas niñas cuyo destino será acabar como yo: gordas y calvas.