"Na miña vida me endebedei, pero este ano fixen unha obra grande para poder atender mellor á xente e investín moitos cartos, e agora vén isto". Lo lamenta una de las personas propietarias de negocios que viven del Camino Portugués a Santiago, un subsector del turismo que sufre especialmente las consecuencias de la pandemia. "Eu creo que isto se vai manter moi parado ata a Semana Santa do ano que vén, abriremos o albergue cando nos corresponda, pero vai vir moi pouca xente", explicaba Tino Lores, presidente de la asociación Amigos do Camiño Portugués a Santiago, que gestiona el albergue público de Pontevedra.
Imagen del albergue Virxe Peregrina cerrado. RAFA FARIÑA
Por lo pronto, los hospitaleros han comenzado a aplicar algunas medidas de distancia en el interior de las dependencias del albergue, que permanece cerrado a la espera de que la Xunta indique su reapertura. "Estamos reaxustando o número de camas, de 72 que tiñamos, a 24, só 12 camas en cada unha das salas que ten o albergue", explicaba Lores. Esta medida no implica que, una vez anunciadas las normas que establezca la Xunta de Galicia, que es quien tiene ahora potestad sobre este asunto, se implementen precauciones complementarias, como la medición de la temperatura corporal de todos los usuarios del albergue.
Las repercusiones económicas derivadas del cierre del Camino de Santiago las conocen bien quienes regentan negocios que viven en exclusiva de los peregrinos, Así, la crisis se agrava en negocios en los que se hace necesario asumir el pago de un alquiler, cuya suspensión depende de la buena voluntad del propietario del inmueble. Albergues privados o establecimientos de hostelería penden de un hilo al depender la totalidad de sus ingresos de la llegada de peregrinos, sobre todo del extranjero.
Lo explica José Luis Argibay, dueño del albergue O Lar de Pepa, en Arcade. "El 95% de las personas que se hospedan aquí son extranjeros y cuento a los portugueses como de la casa, me refiero a personas de Corea del Sur, muchos alemanes y, el año pasado, muchos italianos. Hay gente que tiene ganas de venir, que vuelven varias veces, pero con esta situación han tenido que posponer el viaje", cuenta el dueño del establecimiento familiar, que ahora baraja reconvertir para ofrecerlo en alquiler durante el período vacacional. "En esta situación, igual tendría que construir otro cuarto de baño para poder abrir, ya que las habitaciones tienen el lavabo compartido, eso son gastos que en este momento no se pueden asumir", explica refiriéndose al pequeño establecimiento que regenta, con diez camas que, "afortunadamente", no es su única fuente de ingresos.
Por motivos económicos o por miedo a enfermar, buena parte de los hosteleros del Camino dan el año por perdido
La que tratará de vivir sin lo que le aporta su establecimiento ligado al Camino es Isabel Meira, que acometió una profunda reforma recientemente en A Pousada do Peregrino, en Barro. Ella no tiene previsto volver por lo de ahora. "O virus está aí, nin hai vacina nin tratamento e non me quero arriscar eu nin as miñas fillas, que traballan comigo, ao tratar con xente de todas partes que vén de durmir en albergues. Este ano dámolo por perdido". Lo explica Meira, que teme por la salud de su familia y prefiere sacrificar la economía para protegerse del virus. Cada año por estas fechas tenía ya contratadas a varias personas para echar una mano y sacar adelante la cantidad de trabajo que se acumulaba durante el verano. Este año no lo hará y tampoco confía volver a la actividad hasta el año que viene. "Isto non quere dicir que se dentro dunhas semanas nos sentimos seguras para abrir, non vaiamos facelo. Eu téñolle moito medo, vexo que a xente non está concienciada e é imposible controlar que todos os que veñan sexan prudentes. Quizais se deberían poñer anuncios na televisión que impacten, como o fan cos accidentes de tráfico", cuenta.
Por otra parte, al tratarse de un virus que circula por todo el mundo, la apertura de fronteras no significa que vayan a llegar turistas. "En moitos países están na situación na que estabamos nós hai dous meses, por iso está moi ben abrir fronteiras, pero non podemos confiar en que iso se traduza na chegada de pergrinos e o 90% dos meus clientes son do estranxeiro", explica un propietario de un albergue privado en Redondela.
La prolongación del año Xacobeo a 2022 y un nuevo Año Santo en 2027 son motivos para la esperanza en el sector
Frente al difícil panorama para 2020, los hosteleros destacan también motivos para la esperanza. El más relevante, la llegada del año Xacobeo 2021, pendiente de prolongarse hasta 2022, y el siguiente Año Santo en 2027, lo que supondría la celebración de tres Xacobeos en diez años. La intención de la Xunta es justo presentar el Camino de Santiago como símbolo del desconfinamiento y la libertad tras un período de especial dureza.
Quizás para entonces exista un tratamiento que permita recuperar el espíritu del peregrinaje a Santiago. "Eu diferencio aos peregrinos dos turigrinos. Os primeiros veñen a a vivir unha experiencia, a mesturarse con xente doutras culturas... Por iso nestas condicións vai ser difícil que o camiño sexa o que foi sempre. O interesante da peregrinación é que outro camiñante dun país diferente ao teu che dea a probar da súa comida ou poder charlar nas zonas comúns dos albergues. Iso agora non se pode facer", cuenta uno de los hosteleros del Camino.
La movilidad entre comunidades no está permitida, lo que significa que no pueden llegar peregrinos de fuera de Galicia. En el albergue público de Pontevedra, que permanece cerrado, también recibieron ya peticiones para su apertura.