"El límite a 30 no se podría aprobar sin el apoyo de los municipios y Pontevedra fue una inspiración"

La Facultade Ágora se centró en la reducción de velocidad en vías urbanas de sentido único
Álvaro Gómez. DP
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Álvaro Gómez es el director del Observatorio Nacional de Seguridad Vial de la Dirección General de Tráfico. 

Recientemente se ha implantado el límite máximo de 30 kilómetros por hora en vías urbanas de una dirección por carril. En esto Pontevedra es pionera. ¿Ha influido su ejemplo a la hora de extender esa medida al resto de España?

Desde luego. Una medida como esta no se hubiera podido aprobar sin el apoyo de los municipios y se ha ido construyendo también gracias a que muchas ciudades, con Pontevedra a la cabeza, han ido trabajando en el desarrollo de modelos de ciudad pacificada. El año pasado Pontevedra ganó el Premio Europeo de Seguridad Vial. Es un ejemplo conocido en muchas partes del mundo y ha sido una inspiración.

¿Cuánto puede reducir la siniestralidad el límite fijado de 30 km/h?

Es difícil dar una cifra para el conjunto de España, sobre todo porque es una medida que no se reduce al cambio del límite de velocidad, sino que seguramente irá acompañada, como en el caso de Pontevedra y de otras ciudades, de otros cambios en la planificación de la movilidad y en el diseño de las calles. Con lo cual, el efecto positivo que tendrá se irá viendo en el tiempo a medida que todas las ciudades vayan desarrollando el modelo integral que defendemos. Lo que sí sabemos es que ya solo por reducir la velocidad de 50 a 30 kilómetros por hora la probabilidad de que haya víctimas en caso de atropello o accidente se reducen muy significativamente.

La VI Semana Mundial de las Naciones Unidas para la Seguridad Vial tiene como lema Calles para la vida y su objetivo es hacer un llamamiento para que todas las ciudades del mundo implanten ese límite a 30. Para eso la implicación política, de las administraciones, es fundamental, ¿no?

Sí. Cuando se aprobó la medida el pasado mes de noviembre, no hubiésemos imaginado que iba a entrar en vigor justo una semana antes de la Semana Mundial de la Seguridad Vial de Naciones Unidas precisamente con ese lema de calles 30. La medida no trata solo de seguridad vial, sino de ámbitos más amplios: de convivencia, de ruido, de calidad medioambiental, de salud pública… porque muchas personas se animarán todavía más a caminar o a utilizar la bicicleta. Y nos parece importante destacar este efecto transversal. Desde luego, la implicación política y el liderazgo y compromiso es fundamental. En España ha existido en los distintos niveles y el ejemplo español, al fijar este límite nacional de 30 kilómetros por hora, está siendo muy seguido por organismos internacionales y por otros países y confiamos en que todos avancemos juntos en este camino.

En seguridad vial, la responsabilidad es compartida, pero en la locomotora tienen que estar las administraciones

¿Cree que la pandemia nos ha dejado más claro que hay que apostar por diseños de ciudad que favorezcan la calidad medioambiental y por tanto la salud, o que cuando la pandemia pase, esa visión quedará diluida?

No se trata tanto de que la pandemia haya traído cuestiones nuevas, sino que ha consolidado algunas tendencias que ya veníamos viendo, como la de caminar e ir en bicicleta. El propio hecho de que se hayan agotado las bicicletas en toda España nos da una idea de lo que ha ocurrido. Las ciudades han respondido en muchos casos con medidas de urbanismo táctico temporales y ahora yo creo que ciertas tendencias se van a consolidar. Por lo tanto, tenemos que intentar que estas medidas temporales se conviertan en permanentes. Estoy seguro de que este es el marco en el que vamos a trabajar todos.

¿Qué le parece como iniciativa la Facultade Ágora impulsada por la Deputación de Pontevedra?

Fantástica. Está muy alineada con lo que hacen otros países. En seguridad vial la responsabilidad es compartida, pero en la locomotora, en la cabeza de esto, tienen que estar las administraciones; y en ese aspecto es básica la capacitación de técnicos y de personas de un perfil más político que son las que tienen que tomar decisiones. Y yo creo que en este caso en concreto, Pontevedra y su Deputación vuelven a dar ejemplo. Es una experiencia y un ejemplo del que todos podemos aprender. 

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