Camino a la normalidad

Más verdad y menos Madrid

La llama permanente en recuerdo de las víctimas vista con el Ayuntamiento de Madrid. MARISCAL (EFE)
photo_camera La llama permanente en recuerdo de las víctimas vista con el Ayuntamiento de Madrid. MARISCAL (EFE)

DE NO SER por los medios locales, perfectamente podríamos creer que en el mundo entero sólo existen Madrid y USA. Cuando todo el Estado español cambia de fase, sólo vemos en la prensa estatal que Madrid avanza a la fase dos. Y porque tenemos a Xabi Fortes en TVE, que siguiendo telediarios de cualquier cadena privada, no hay otro tema que Madrid, y así ha sido estos últimos meses. Las caceroladas de un barrio pijo de Madrid pidiendo libertad para pasar a la fase uno se contaban como si España entera estuviera montando caceroladas, o peor, como si a la ciudadanía gallega, catalana o riojana le importara un pito que cuatro señoritos millonarios de una calle madrileña tuvieran algo de qué quejarse.

La focalización de la información sólo sirve para dejar fuera lo que de verdad importa. La matraca de que la culpa es del 8-M, ignorando los cientos de eventos multitudinarios que se celebraron esos mismos días tiene un claro objetivo: culpar a las mujeres y a los movimientos feministas de la expansión del virus, pues hasta hoy no se ha escuchado a nadie culpar al Gobierno de permitir que se llenaran estadios de fútbol ese mismo día. Hay que tener mucho cuidado con estas cosas. Ni todo en esta vida es Madrid, ni la culpa es del 8-M, ni Sánchez es un genocida, ni Iglesias nos quiere llevar a una dictadura bolivariana. Al menos nada es así de manera categórica, pero la falta de perspectiva a la hora de contar una noticia, sobre todo si se hace de manera machacona y ofreciéndola como una verdad absoluta tiene la finalidad de que el consumidor de la información no le dé demasiadas vueltas y acabe aceptando la información tal y como se la ofrecen, masticada.

¿Que el 8-M pudo haber tenido incidencia en la expansión de la pandemia? Supongo que sí, ni más ni menos que todos los goles que se celebraron entre gritos, besos y abrazos en cada estadio. Pero del estadio no hablamos, porque el fútbol no lo organizan las feministas. La excesiva cobertura de las caceroladas tuvo intención similar: que toda España creyera que porque cuatro pijos madrileños protestaban, toda España estaba en pie de guerra.

De Pablo Iglesias se lleva semanas diciendo que las competencias sobre las residencias madrileñas eran suyas y por tanto, es el responsable de la muerte de miles de ancianos. Es mentira. Ayer tuvo que explicar, otra vez más, que el mando centralizado sobre esas residencias lo utilizó para dotar de recursos a esas residencias y fortalecer las competencias de las comunidades autónomas sobre ellas: es decir, todo lo contrario de aquello de lo que se le acusa. Pero nadie le cree, a pesar de que todo ello, como es natural, se hizo de forma oficial y se puso por escrito.

Con todo, cuando se habla del 8-M sólo se menciona la marcha de Madrid; las residencias, únicamente las madrileñas; los cambios de fase, siempre madrileños; todo fue madrileño para los medios de información estatales salvo las caceroladas, que ésas sí pertenecen a todo el Estado. Y no es que yo tenga algo contra Madrid, ni mucho menos. Tiene muchos túneles. Tampoco tengo nada contra los madrileños ni las madrileñas, al contrario. Casi todos a los que conozco me caen bien.

Sólo digo que hay vida más allá de Madrid, también vida informativa. Para mí es mucho más importante lo que pasa a dos manzanas de mi portal que una cacerolada en Madrid, qué quiere usted que le diga. Y entiendo que los grandes medios españoles dediquen mucho espacio a Madrid, lo que ya no entiendo tanto es que a los que viven fuera, más allá de cuestiones que les afecten directamente, les interese un pimiento lo que ocurra en Madrid, que una cosa es el devenir parlamentario o gubernamental, que nos toca de lleno y otra que todo aquello que ocurra en Madrid tenga que elevarse a categoría de acontecimiento sideral.

Creo que lo que ha venido ocurriendo estos meses es que si los grandes medios apartan el foco de Madrid se les cae el relato. ¿Qué pasa con todas esas ciudades y comunidades en las que hubo marchas el 8-M y tuvieron unos índices de contagio mucho menores que los de Madrid? Pues ocurre que a lo mejor la incidencia del 8-M no es para tanto. ¿Qué ocurre con todos los territorios que pasaron de fase antes que Madrid? Pues igual no habían desmantelado la sanidad pública o estuvieron mejor preparadas. Lo que tiene Madrid, o más bien los medios madrileños, es mucho chauvinismo, mucho victimismo, mucho creerse el ombligo del mundo y mucha estrategia mediática para que todos nos creamos noticias prefabricadas que únicamente resultan creíbles cuando sólo se habla de Madrid.

Madrid, hoy por hoy, siento decirlo, es ejemplo de muy pocas cosas buenas y eso no es necesariamente bueno, que si hay una comunidad en España que está pidiendo a gritos un rebrote, ésa es Madrid.

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