"Un niño que llega solo lo que necesita es cariño"

MENORES EXTRANJEROS NO ACOMPAÑADOS ▶Hace catorce años que llegó a Galicia. No lo hizo en patera, como algunos de sus amigos, sino a bordo de un barco mercante, aunque prefiere no recordar la singladura que le llevó a viajar desde su Ghana natal hasta el puerto de Vigo. "Fue muy duro, era solo un niño", recuerda hoy agradecido
Desembarco de un menor migrante. EFE
photo_camera Desembarco de un menor migrante. EFE

"EMIGRAR SIENDO un niño no es fácil". A. tiene 31 años, era menor de edad cuando llegó a Galicia. Lo hizo solo. "Cuesta mucho porque es un país nuevo, una cultura diferente, estás solo y hay que acostumbrarse", cuenta.

No quiere decir su nombre. Tampoco salir en imágenes, pero sí contar su historia, sobre todo ahora "que se dicen todas esas cosas de los niños que migran solos". La suya es la de un chico que con 16 años salió de su casa para buscar una oportunidad y ayudar a su familia. En Pontevedra tuvo la primera.

"Llegamos a Galicia en un barco, nos recogió la Policía y nos presentó en Cruz Roja. Allí contamos nuestra historia y estuvimos tres horas esperando hasta que vino un hombre a buscarnos, era el director de una casa de acogida".

"¿Que por qué me vine aquí? Siempre llegamos a la misma conclusión, buscas una vida mejor. Yo dejé a mi familia y me fui para mejorar, pero cada persona tiene su historia, a algunos les perseguían, otros no tienen familia"

Varios educadores se hicieron cargo de A. y de otro chico que viajaba con él. "Nos comentaron el tipo de ayuda que nos podrían dar y lo que podíamos hacer nosotros mientras no teníamos papeles".

Lo primero, recuerda, fue ponerse a estudiar el idioma. Sus cuidadoras le regalaron un diccionario. "Sempre o levaba enriba, tiña moito interese en aprender a falar canto antes", relata una de las educadoras de la organziación de apoyo a los menores en riesgo de exclusión Arela, que trabajó desde el principio con A.

"¿Que por qué me vine aquí? Siempre llegamos a la misma conclusión, buscas una vida mejor. Yo dejé a mi familia y me fui para mejorar, pero cada persona tiene su historia, a algunos les perseguían, otros no tienen familia", relata A. que acaba de ser padre de su tercer hijo. "Tengo muchos paisanos que han venido en pateras. Eso es muy duro. Muchos no pueden con la presión".

"As chamadas á súa nai facíanse moi esporádicas, era un momento moi importante"

Durante el tiempo que A. permaneció tutelado por la Xunta aprovechó para formarse. "Hice cursos de pintor, de informática, de riesgos laborales...". Tampoco dejó de estudiar al cumplir la mayoría de edad, aunque en cuanto obtuvo el permiso de residencia se puso a buscar un trabajo. "El marido de una paisana de Ghana me dio una oportunidad, tuve suerte", añade agradecido.

Las llamadas a su madre desde la casa de acogida, o los primeros giros a su familia en cuanto empezó a trabajar son algunos de los momentos que quienes convivían con A. no podrán olvidar. "As chamadas á súa nai facíanse moi esporádicas, era un momento moi importante", señala una de las educadoras de A. "Botábase a chorar coma un neno pequeno. Logo poñíame eu e trataba de dicirlle á nai que estivera tranquila, que o seu fillo estaba ben", añade.

"A nosotros nos relacionan con cosas malas. Si hay un follón en el supermercado y yo estoy dentro y viene la policía en el primero que se van a fijar es en mí por ser negro. Es así"

Tras dejar la casa de acogida, A. vivió en distintas ciudades gallegas, con un amigo y posteriormente con su actual mujer, con la que ha formado una familia numerosa y mientras, cuenta, desempeñó trabajos como mozo de almacén, en el sector de la construcción, en limpieza industrial etc.

"Me han pasado más cosas buenas que malas, pero vives situaciones muy difíciles", confiesa con la distancia de los años. "A nosotros nos relacionan con cosas malas. Si hay un follón en el supermercado y yo estoy dentro y viene la policía en el primero que se van a fijar es en mí por ser negro. Es así", dice A. que, cuenta, le han rechazado en algún trabajo por su origen africano. Pese a todo, dice, solo puede estar agradecido al país que le acogió y lanza un mensaje: "Un niño que viene en condiciones extremas no es un delincuente, un niño que llega solo lo que necesita es cariño".

Como muchos de sus compatriotas, A. no descarta regresar a su país de origen dentro de unos años. "Entonces habré cumplido con España con mis impuestos y mi conciencia quedará tranquila porque también sé que cuando llegué me acogieron. Hoy por ti, mañana por mí", concluye.

Los educadores. "Non esquecerei a súa ollada"
Los educadores de la organización de ayuda a la infancia en riesgo de exclusión Arela recuerdan la llegada de A. y lo duro que trabajó para integrarse y salir adelante. Una de ellas, Maite, recuerda los primeros días de A. en la casa de acogida. "Nunca esquecerei a súa ollada", dice. "Era unha mirada de paz e tranquilidade porque por fin sabíase atendido pero con tristura, un tanto desvalida. Parecía que dicía: xenial, teño onde estar, pero que me vai pasar?", señala la educadora.

Maite Celeiro subraya la capacidad de adaptación, su iniciativa, sus ganas de aprender y de trabajar. "Era moi conciliador", añade. "Era moi enriquecedor escoitalo contar a súa historia".

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