Pontevedra: una década sin fallecidos en accidentes de tráfico en vías urbanas

Este jueves se cumplen diez años desde la última víctima mortal en la ciudad por un incidente de estas características
Zona peatonal de Pontevedra. DAVID FREIRE
photo_camera Zona peatonal de Pontevedra. DAVID FREIRE

Jesús tenía 81 años. Fue atropellado por una furgoneta de reparto. Estaba cruzando un paso de peatones en uno de los puentes sobre el río Lérez. De eso hace ya diez años. Ocurrió el 18 de febrero de 2011. Es la última víctima mortal en accidente de tráfico en vías urbanas que ha llorado la ciudad de Pontevedra. 

"Lo recuerdo con mucha tristeza", relata a Efe el director general de Emergencias del Ayuntamiento de Pontevedra, Daniel Macenlle, por aquel entonces máximo responsable de la Policía Local. "Un muerto en accidente siempre es algo terrible", añade. 

Pero en este caso fue incluso más paradójico. Fue el mismo día en que Pontevedra recibía en Córdoba uno de sus primeros premios a su transformación urbana, galardonada en un encuentro de ciudades por la seguridad vial organizado por la Dirección General de Tráfico. 

Que esto suceda "el mismo día que te reconocen los esfuerzos que has hecho en seguridad vial fue algo muy triste", asegura el responsable municipal de Emergencias.

No obstante es preciso concretar que esta estadística representa solo la siniestralidad en vías urbanas y que la DGT considera que los fallecidos en accidente de tráfico son aquellas personas que han muerto como consecuencia de un siniestro, en el acto o en las 24 horas siguientes.

En 1997, antes de los cambios que han hecho de Pontevedra un referente en diseño urbano y movilidad, nueve personas fallecieron en siniestros de tráfico. 2007 fue el primer año sin muertos. Y desde entonces solo en dos —2009 y 2011— las calles de la ciudad se tiñeron de luto. 

El camino hacia esa "siniestralidad cero" en vías urbanas también está muy avanzado en los accidentes que registran heridos graves. Frente a los 140 que, como media, había hace veinte años, durante 2020 tan solo hubo cuatro. "La tendencia es clara", defiende Macenlle. 

"Es un orgullo y una satisfacción demostrar que los accidentes se pueden reducir", destaca el alcalde de Pontevedra, Miguel Anxo Fernández Lores (BNG), que señala que Pontevedra lleva dos décadas impulsando un modelo urbano basado en la recuperación del espacio público.

En 1999, apunta Fernández Lores, Pontevedra "era un almacén de coches". El 70% de la ciudad era de los vehículos a motor. "Lo que hicimos fue cambiar esa tendencia y aumentar el espacio para las personas", apunta el regidor, apostando por una ciudad "amable, accesible y segura". 

El primer paso fue la peatonalización de todo su centro histórico. Luego llegó la humanización de gran parte del casco urbano, la instalación de elementos reductores de velocidad en la calzada o el diseño de una red de estacionamientos disuasorios en el extrarradio. 

Pero, sin duda, la medida que más cambió a la ciudad fue la limitación de la velocidad de circulación a 30 kilómetros por hora. Fue la primera urbe española en hacerlo. Este límite, hoy en día, se ha reducido a diez en las calles en las que conviven peatones y vehículos. 

"Se ha creado un escenario físico en el que es imposible correr con el coche", apunta Daniel Macenlle, que recuerda que la velocidad "es lo que mata en los accidentes". Rotondas, bolardos, pasos elevados o la orientación de los aparcamientos, entre otros elementos, "no se usan para coordinar el tráfico sino para calmarlo". 

De esta manera, "es la ciudad la que impide que la gente muera en sus calles" y su diseño señaliza cómo se debe conducir, algo en lo que coincide el alcalde, que afirma que "cuando un conductor entra en un espacio público ocupado por personas circula con mayor prudencia". 

Los peatones abrazaron este modelo desde el primer momento. Los conductores, reconoce el munícipe, "fueron más reticentes y tardaron más en adaptarse" porque todos cuando subimos a un coche "tenemos la tendencia a correr". 

Eso se invierte, según el alcalde, "cuando en la calle quienes están son tus hijos o tus nietos". Que éstos estén jugando en el espacio público "ayuda a que haya una mayor seguridad vial", reitera Fernández Lores. Y eso ocurre ya en todos los barrios de Pontevedra. 

Fue una transformación "sin precedentes", resume el director general de Emergencias, con cambios "muy drásticos" que, según reconoce, "chirriaron y provocaron problemas para gestionarlo". Pero superado ese "impacto inicial", los ciudadanos "no solo lo han comprendido sino que se sienten orgullosos del resultado. 

El alcalde de Pontevedra anima a sus homólogos a "ser valientes y tomar decisiones" para que sus ciudades sigan esta senda porque "la percepción social es siempre positiva, quizá no inmediata pero a la larga sí" porque los ciudadanos entienden que "es necesario para vivir". 

"Cada vez somos más los que vivimos en las ciudades y tenemos que vivir en un ambiente sano y que sean un espacio de convivencia", incide Miguel Anxo Fernández Lores, que añade que esta calidad de vida incrementa la actividad económica "porque la ciudad es más atractiva". 

Estas cifras de siniestralidad "son difíciles de mantener", reconoce el alcalde, que está convencido de que "no hay que perder ese horizonte" porque las ventajas de un modelo como el de Pontevedra "son tan obvias para la calidad de vida que este esfuerzo vale la pena". 

Para la presidenta de Stop Accidentes en Galicia, Jeanne Picard, que una ciudad como Pontevedra cumpla una década sin que los accidentes de tráfico se hayan cobrado ni una sola víctima mortal le parece "la mejor noticia que uno puede tener". 

Pontevedra "resta" en las "frías estadísticas" de fallecidos en siniestros de tráfico, según esta experta, que asegura que esta ciudad gallega "es un ejemplo a seguir" tras haberse convertido en una urbe "saludable y segura" en la que la prioridad "es el peatón y la vida". 

"Muchas ciudades y muchos ciudadanos entienden hoy por fin lo que ha hecho Pontevedra hace muchos años", asegura Picard en conversación telefónica con Efe, tras una pandemia que ha impuesto un cambio de paradigma habitacional. 

Las ciudades "son para sus habitantes" y no para que "nos invadan los vehículos a motor", subraya la presidenta de esta asociación, que añade que "son para vivir y para convivir". En ellas "hay que proteger al peatón y ese es el cambio que ha logrado Pontevedra". 

Proteger al que camina a pie es "clave", destaca la presidenta de Stop Accidentes, porque si se obliga al conductor a reducir la velocidad, a extremar las precauciones o a frenar ante elementos físicos que dificulten la circulación "se salvan vidas". 

"Esa es la filosofía de visión cero en la que los países nórdicos llevan muchos años trabajando y por fin esto va entrando en las prioridades de los políticos", explica Jeanne Picard, que reitera que "esto no se consigue sin voluntad política". 

A eso une la necesidad de contar con ciudadanos "concienciados, educados y formados" y para ello "hay que demostrarles que esto funciona", como se comprueba cada vez que se peatonaliza una calle comercial "en donde se protesta cuando le quitas el coche de la puerta y cuando ya no los tienen piden que no se los vuelvan a poner". 

Eso ocurrió en su día en Pontevedra, recuerda la representante de Stop Accidentes en Galicia, que considera que sus calles "son un gran centro comercial", con áreas peatonales que se han convertido en lugar de paseo para los mayores o en un camino escolar seguro para los niños. 

"Es una ciudad para sus ciudadanos. Eso es lo mejor que se puede decir de una ciudad", concluye. 

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