Tres pontevedresas nos cuentan su caso personal tras abortar

Una manifestación a favor del aborto. BALLESTEROS (EFE)
photo_camera Una manifestación a favor del aborto. BALLESTEROS (EFE)

"Na sanidade pública prolongaron moito o proceso, por iso acabei indo á privada"

Juzgada y presionada. Así se sintió Irene cuando acudió a la sanidad pública en la provincia para informarse para interrumpir su embarazo. Poco después de someterse a una intervención en el útero, cuando empezaba a tener relaciones sexuales de nuevo, un preservativo se rompió. "Fun ao médico para tomar a píldora do día despois pero dixéronme que non había posibilidades de que quedase embarazada", cuenta. Sin embargo, a las pocas semanas, un test de embarazo dio positivo.

"Tiven dúbidas, porque eu quería ser nai, pero non nese momento no que o meu útero se estaba recuperando dunha intervención. A miña médica de cabeceira non axudou nada e cando fun a pedirlle información sobre como abortar faloume de Red Madre (colectivo provida)", cuenta. Por aquel entonces, hace dos años, Irene tenía 29 años. Ahora ha podido ser madre y tiene una niña que acaba de cumplir cinco meses. "Tiven que responder un cuestionario longuísimo con preguntas íntimas sobre a miña vida sexual nas que sentín violada a miña intimidade; non creo que sexa necesario saber tantas cousas da vida dunha muller que quere interromper o embarazo", explica.

"Tiña claro o que quería facer; foi triste, pero non traumático. O peor foi a falta de sensibilidade"

En la consulta con la ginecóloga la experiencia no fue mejor, de hecho, fue el momento más duro que recuerda Irene. "Fixéronme unha ecografía e o latexo do corazón do embrión escoitábase altísimo", cuenta la joven, que cuenta que conoce a personas que sufrieron un aborto involuntario y no tuvieron que pasar el trago de escuchar el latido del embrión.

Tras pasar por el trago de la consulta ginecológica, a Irene le dijeron que tenía que esperar hasta una fecha indeterminada porque no había ningún quirófano disponible para realizarle la intervención. "Eu necesitaba poñer fin a esa situación canto antes e na sanidade pública estaban prolongando o proceso demasiado, por iso acabei indo á privada".

Al final, la pontevedresa se gastó 500 euros para interrumpir su embarazo. "Eu tiña moi claro o que quería facer, foi moi triste, pero non traumático. O peor foi a falta de acompañamento dos profesionais, a falta de sensibilidade e sentirme xulgada e vulnarable", resume. "Penso que tería que haber máis apoio emocional á muller que aborta", concluye.


"Me derivaron a una clínica privada en la que sentí que estaban haciendo caja"

Marta (nombre falso) tenía cuatro hijos cuando se quedó embarazada sin buscarlo, hace menos de un año. "A mí me encantan los niños y si económicamente pudiese permitírmelo seguiría adelante con el embarazo, pero mi marido y yo lo hablamos y decidimos que teníamos que interrumpirlo", cuenta.

En cuanto tomaron la difícil decisión, comenzó un recorrido por consultas y clínicas para poner fin al embarazo. "Pedí cita en el Centro de Orientación Familiar de Mollavao y me la dieron para dos días después. Para empezar, estás en una sala de espera en la que todo el mundo sabe a lo que vas, por lo que, en lo que se refiere a privacidad, ya hay muchas carencias", dice.

"Cuando me hicieron la ecografía la pantalla estaba inclinada hacia mí y me recordaba a las imágenes de mis niños"

 

Sin embargo, eso no fue lo peor para la pontevedresa. "Cuando me hicieron la ecografía la pantalla estaba inclinada hacia mí y lo pasé fatal porque recordaba las imágenes de cuando estaba embarazada de mis niños", cuenta. Por otra parte, coincide en que el trato por parte de los profesionales médicos es mejorable. "El ginecólogo llegó a bromear diciendo que se notaba que no sabía mucho de métodos de planificación familiar porque tenía ya cuatro hijos", recuerda.

Otro de los detalles que Marta recuerda con nitidez es el momento en el que el ginecólogo puso encima de la mesa una ecografía del embrión. "Mi marido y yo no supimos cómo reaccionar al ver la imagen encima de la mesa", cuenta. El ginecólogo de Mollavao la derivó a la Clínica Castrelos, en Vigo, uno de los centros privados en el que se practican este tipo de intervenciones. "Allí me anestesiaron y me tumbaron en una camilla para realizar la intervención, pero apenas me dejaron tiempo para despertarme y ya me dijeron que tenía que irme con un trato muy frío; sentí que estaban haciendo caja", lamenta. En su caso, el procedimiento se llevó a cabo en pocos días ya que el embarazo estaba avanzado e interrumpirlo era urgente. Puso fin al proceso en la semana 12 de gestación.
 

"Non me supuxo ningún trauma; ter un fillo naquel momento era inviable"

María estudiaba en el extranjero cuando se quedó embarazada sin desearlo. "Unha parte da experiencia paseina no estranxeiro e foi moi traumático porque no hospital non me trataron nada ben, ademais de darme leccións sobre como comportarme na vida", explica.

Así, en un primer momento, la pontevedresa intentó resolver el problema ella sola, sin contar con la ayuda de su familia, pero le fue imposible. Por suerte, la joven tenía una relación próxima con sus padres y no dudó en contarles lo que sucedía para pedirles ayuda. "Non pensamos en acudir á sanidade pública e fun directamente e unha clínica privada na Coruña que meus pais xa coñecían", cuenta María.

"O que é certo é que logo se converteu nun tema tabú, nunca máis volvemos falar dese tema porque parece que nos meus pais xera certa incomodidade"

 

La joven, que por aquel entonces tenía 21 años, tenía claro que quería interrumpir su embarazo y quería hacerlo cuanto antes. "Non me supuxo ningún trauma porque para min ter un fillo nese momento era inviable. O feito en si, a intervención, non é fácil, sentes dor física e tes cargo de conciencia porque te arrepintes do que fixeches. Agora non teño ese problema, entendo que naquel momento era o que tiña que facer", cuenta.

El procedimiento fue rápido, de modo que María tuvo que cubrir un cuestionario en el que se hablaba de los riesgos de la intervención. "Non me fixeron ningunha pregunta, foi antes da Lei de 2010 e non sei moi ben en que suposto encaixaba o meu aborto, penso que quizais estaba nunha situación alegal e tampouco fixen moitas preguntas", explica la joven 15 años después de haber interrumpido su embarazo en la sexta semana de gestación.

En todo el proceso, María contó con el apoyo de su familia. Sus padres la acompañaron durante el trance y los días posteriores. "O que é certo é que logo se converteu nun tema tabú, nunca máis volvemos falar dese tema porque parece que nos meus pais xera certa incomodidade".