Prohibido bajar la guardia con la tuberculosis

En el último año se diagnosticaron en Pontevedra 67 pacientes con tuberculosis activa y 12 fallecimientos en toda Galicia ► La bacteria causante de la infección puede estar latente durante años ► Las pulmonares son las más habituales y las que se contagian

Parte del equipo que forma la Unidad de Tuberculosis del CHOP. DAVID FREIRE
photo_camera Parte del equipo que forma la Unidad de Tuberculosis del CHOP. DAVID FREIRE

El mundo entero conmemora este sábado el Día Mundial de la Tuberculosis, coincidiendo con el 132 aniversario de uno de los descubrimientos más importantes para la medicina. Este mismo día, pero del año 1882, el médico alemán Heinrich Hermann Robert Koch dio a conocer sus hallazgos sobre la tuberculosis y, más en particular, sobre la bacteria Mycobacterium tuberculosis que causa la enfermedad. Por aquel entonces la tuberculosis era la dolencia que provocaba más mortalidad en el planeta, hasta el punto de que "una de cada tres personas en Europa se moría de tuberculosis". Hoy es una infección que se trata y que se cura pero que, lejos de formar parte del pasado, sigue estando muy presente en la sociedad.

Actualmente se cree que un tercio de la población mundial está infectado de tuberculosis y que se trata de la enfermedad infecciosa que provoca más muertes en el mundo. Según el último informe de la OMS, en 2015 causó cerca de 1,8 millones de muertes, "muchas más que el SIDA o el ébola".

El Complexo Hospitalario Universitario de Pontevedra dispone de un servicio específico para el diagnóstico y tratamiento de los pacientes aquejados con esta dolencia. Se trata de la Unidad de Tuberculosis (UTB), que dirige el doctor Luis Anibarro García y que cuenta con varios médicos y enfermeros en plantilla.

El jefe de servicio advierte de que la bacteria se adquiere, fundamentalmente, por vía respiratoria y que puede permanecer en estado latente "durante años, décadas o incluso durante toda la vida". Solo en un 10% de los casos "la bacteria se despierta, toma actividad y produce la enfermedad que, si no se trata, puede provocar la muerte".

Galicia presenta la tasa de incidencia más elevada de España y una de las más altas de Europa. ¿Por qué? "No se sabe. En otras zonas de España la tuberculosis se relaciona con la inmigración o con otras situaciones de riesgo que hacen pasar de una infección latente a la enfermedad, como puede ser el VIH. Sin embargo, la prevalencia del VIH entre nuestros enfermos es muy baja, no llega siquiera al 3%, y la inmigración tampoco es frecuente, pues solo atañe a un 6,7% de los casos. Se han hecho estudios para saber si existe una predisposición genética, pero no se ha encontrado", explica Anibarro.

La tuberculosis también está muy relacionada con la pobreza y el hacinamiento. No en vano, el 95% de los de los fallecimientos se producen en países del tercer mundo, sobre todo en el África subsahariana y en el sudeste de Asia. Sin embargo, en el caso de la comunidad gallega, tampoco parece ser uno de los detonantes de la enfermedad.

MORTALIDAD. En Galicia se registraron en 2016 (último dato disponible) 12 fallecimientos a causa de la tuberculosis y otras 35 muertes de pacientes con esta infección que perdieron la vida por otras causas. En el área de Pontevedra y O Salnés se diagnosticaron en el último año 67 pacientes con la enfermedad activa. El número de personas con la enfermedad latente sigue siendo una incógnita, "porque no todos los infectados se someten a las pruebas".

El diagnóstico se realiza, principalmente, con la prueba de la tuberculina y un análisis de sangre. Con ambas se diagnostica la infección, "que puede estar latente o activa". "En el primer caso, el paciente está sano y lo más probable es que nunca desarrolle la enfermedad. En el segundo caso, la tuberculosis afecta al órgano en el que está, habitualmente (en el 60% de los casos) al pulmón".

Precisamente, las tuberculosis que se contagian son las pulmonares. El mayor hándicap a la hora de controlar la transmisión de la enfermedad es el tiempo que transcurre desde que empiezan los síntomas hasta que se produce el diagnóstico, porque el enfermo desconoce que es portador de la bacteria y no adopta medidas de precaución. "En la mayor parte de los pacientes la evolución de la sintomatología es muy lenta. Muchos llevan tosiendo unas semanas, pero piensan que se debe al tabaco o una gripe, por eso el diagnóstico suele tardar una media de dos meses", indica Anibarro.

Este es un de los motivos por los que el jefe de servicio incide en la necesidad de fomentar la detección precoz. "Cuando alguien tose más de dos o tres semanas tiene que hacerse una radiografía. No puede haber lista de espera ni la hay en la Unidad". Las pruebas se realizan casi ipso facto, incluyendo a enfermos y contactos.

Aparte de la tos continuada, la tuberculosis presenta muchos otros síntomas. Algunos dependen de la localización de la enfermedad, de forma que, "si está en el pulmón, también puede provocar esputos con sangre o fatiga; si está en una articulación, puede destruir el hueso y, si afecta al sistema nerviosos central, puede dar lugar a meningitis". A estos se suman otros "síntomas generales", como la pérdida de peso y apetito y la fiebre.

El tratamiento es "largo, pesado y va parejo de ciertas toxicidades", pero en este caso Galicia despunta en el sentido positivo. En la comunidad gallega la enfermedad se muestra "muy sensible" a los fármacos habituales, de forma que en 2016 tan solo se registró un caso de multirresistencia a los dos antibióticos más utilizados. "Somos la envidia de todo el mundo, porque un año antes la OMS había cuantificado 480.000 casos con multiresistencia a los dos fármacos claves".

PRECAUCIÓN. En 1996 se implantó el Programa Gallego de Control de Tuberculosis, "que consistía en hacer un abordaje integral de la enfermedad, incluyendo a los pacientes y sus contactos, y en supervisar el tratamiento que, en el mejor de los casos, tiene una duración de seis meses".

​Entonces se cuantificó una incidencia de 71 casos por cada 100.000 habitantes, con unos 2.000 pacientes nuevos al año. En los ejercicios posteriores, la incidencia bajó hasta los 20,7 casos por 100.000 habitantes de 2016 (unos 560 casos), pero ojo, la curva registró un leve ascenso en 2017 y el propio servicio del CHOP alerta de que muchas veces el descenso de la prevalencia hace que se descuide la atención de programas como el de control de la tuberculosis. "No podemos bajar la guardia, porque existe el peligro de que haya una disminución de recursos excesiva", concluye el doctor Anibarro.

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