'Sisis', haberlos haylos

En la provincia de Pontevedra los jóvenes que ni estudian ni trabajan (ninis) son 20.800 y superan con creces a los que hacen las dos cosas (sisis), un total de 12.100. Combinar formación y empleo no es fácil, dos de ellos explican cómo es su día a día
Imágen de la biblioteca central del campus, en una imágen de archivo. RAFA FARIÑA
photo_camera Imágen de la biblioteca central del campus, en una imágen de archivo. RAFA FARIÑA

Pese a que su formación es cada vez mayor, no corren buenos tiempos para la juventud en el ámbito laboral. En el caso de Pontevedra, los ninis, es decir, los jóvenes de entre 16 y 29 años que ni estudian ni trabajan, siguen siendo más que los que hacen las dos cosas (sisis) . Así, en el tercer trimestre de este año, sumaban 20.800, según los datos facilitados a este diario por el Instituto Nacional de Estadística (INE) recogidos de la última Encuesta de Población Activa (EPA). En cambio, los sisis, esto es, aquellos que combinan formación, reglada o no, con una ocupación remunerada, eran solo 12.100.

Teniendo en cuenta que Pontevedra cuenta con 121.500 jóvenes de entre 16 y 29 años, los ninis suponen un 17,1% del total y los sisis un 9,95%. Cabe destacar que en Pontevedra los jóvenes que cursan estudios son 72.500, el 59,6%.

La comparación de Pontevedra con otras provincias con una población juvenil similar, como es el caso de Almería (119.000) o Gerona (121.400), arroja resultados favorables a nuestra provincia, ya que ambas registran más ninis: la provincia andaluza un total de 29.700 y la catalana 22.500.

A nivel autonómico, la tónica es similar a la de Pontevedra, con 44.400 ninis gallegos frente a 37.900 sisis en el tercer trimestre de 2022, según los datos facilitados por el INE. Los ninis son el 13,5% del total de gallegos entre 16 y 29 años (323.000) y los sisis el 11,7%.

Otras comunidades autónomas con una población juvenil similar a la de Galicia, como Canarias (347.800) o Castilla-La Mancha (308.800) registran datos dispares: la primera, 57.200 ninis y 33.800 sisis y la segunda, 47.100 ninis y 37.400 sisis.

Pontevedra cuenta con 121.500 jóvenes de entre 16 y 29 años, el 17% son ‘ninis ‘ y el 10% ‘sisis’

España

También en España ganan los ninis: en este momento hay 1,2 millones de jóvenes que ni estudian ni trabajan frente a 850.000 que hacen ambas cosas. Sin embargo, a nivel nacional cabe destacar que se ha producido un cambio con respecto a lo ocurrido en los seis primeros meses del presente año, cuando los sisis se imponían a los ninis. De hecho, en el tercer trimestre el número de ninis ha superado al de sisis por primera vez en 2022 y en línea con lo ocurrido con los 15 años anteriores.

Y es que durante el tercer trimestre España ha sumado casi 340.000 jóvenes de entre 16 y 29 años no ocupados y que no cursan estudios y ha perdido 120.000 jóvenes de esa misma edad ocupados y cursando estudios. Sin embargo, las cifras registradas entre julio y septiembre son similares a las del tercer trimestre de 2021, cuando el INE cifraba en 857.400 los sisis y en 1.143.000 los ninis.

En Galicia hay 44.400 'ninis' y 37.900 'sisis' y España suma 1,2 millones de 'ninis' y 850.000 'sisis'

Si se echa la vista, concretamente a 2012, entonces el número de ninis pontevedreses ascendía a 26.900 y el de sisis a 10.500. A nivel gallego, hace diez años los ninis eran 69.200 y los sisis 30.100.

Tanto los ninis como los sisis de hoy han crecido viendo cómo la burbuja inmobiliaria dinamitaba la economía y el mercado laboral y ahora, tras el azote del coronavirus y la guerra de Ucrania, viven una nueva crisis. Aunque la balanza, a nivel provincial y autonómico se inclina a favor de los ninis, la Revista hoy pone el foco en los sisis. Así, dos jóvenes pontevedreses, Paula Balvís y David Rodiño, cuentan cómo plantan cara al desencanto y trabajan para costearse sus estudios y sus necesidades y allanar el camino hacia un futuro mejor.

Paula Balvís (24 años) estudia y trabaja en un pub: "De lunes a jueves sobrevivo con 3 o 4 horas de sueño diarias"

Paula Balvís - Sisis
Paula Balvís

Si alguien sabe lo que es estudiar y trabajar a la vez es Paula Balvís, poiense de 24 años. "Empecé a trabajar a los 16 años en un chiringuito familiar. Trabajaba los veranos. A partir de los 19 años, cuando estudiaba el Ciclo Superior de Dirección de Alojamientos Turísticos, empecé a trabajar de noche. Durante el curso trabajaba de noche y en el verano enlazaba con el chiringuito", comenta.

En la actualidad está en el tercer curso del Grado de Dirección y Gestión Pública y, al mismo tiempo, trabaja en dos pubs contiguos de Pontevedra. "Mis días fijos de trabajo son jueves y sábados y luego los viernes alternamos un poco las camareras porque son dos locales. Ahora, como soy la encargada, es un poco más de trabajo porque tengo que organizar la plantilla, si alguien falta buscar a otra persona, etc. Eso es un trabajo que hago normalmente los lunes", explica. "De lunes a jueves sobrevivo con 3 o 4 horas de sueño diarias".

 Respecto a los horarios, son los que dicta el ocio nocturno: "Abrimos a las 12 y cerramos a las 5.30, pero hay que estar un poco antes para preparar el local y yo, ahora que voy a empezar a abrir, tengo que estar una hora antes. Luego, entre que se limpia y todo, sales a las seis de la mañana y llego a casa a las 6.30", precisa.

A la hora de compaginarlo con sus estudios, Paula tiene claro cuál es su mayor problema: el insomnio. "Tengo el horario supercambiado. De lunes a jueves sobrevivo con tres, cuatro horas de sueño diarias. Entonces descanso muy mal y para estudiar me cuesta más. Tengo que recurrir mucho a cafés y refrescos con azúcar para concentrarme un poco", reconoce la joven.

Pese a todo, Paula tiene todo aprobado y con buenas notas y, gracias a su esfuerzo, puede costearse sus estudios y su ocio sin depender de sus progenitores. "Yo lo hago porque aunque mis padres no están en mala situación económica, yo me tengo que pagar la matrícula, unos 550 euros porque no me dan beca y, a mayores, me pago libros, desplazamiento... La gasolina es una barbaridad lo que cuesta. Yo vivo con mis padres y como con ellos, pero todo lo que yo necesito, me lo compro yo. Soy mayor, tengo ya 24, y me tengo que buscar la vida –afirma–. Si me apetece ir a tomar algo, a cenar o hacer un viaje, me gusta poder tener el dinero", destaca.

Respecto a los viajes, reconoce que no suele hacer muchos debido al trabajo. "Es un poco pesado porque yo no llego a tener unas vacaciones durante el año. Yo termino los exámenes y ya empiezo en mayo en el chiringuito. Compatibilizo el pub con los exámenes y con el chiringuito. Estos últimos años me he sentido un poco más fatigada porque no puedo tener quince días de no tener que pensar en nada", lamenta la joven.

Pese a los sacrificios y las renuncias, asegura estar "muy contenta" con su trabajo. "Tengo muchísima suerte porque tengo un jefe y un equipo de compañeros increíbles. Y estoy bien pagada y tengo buenas condiciones. Yo sé lo que es estar mal trabajando. Trabajé en cafeterías que eran una pura explotación. Yo considero que ahora, el poder mantenerme y sacarme la carrera, me va a dar un futuro mejor", subraya.

Su objetivo es acabar la carrera el año que viene y opositar. "Quiero preparar oposiciones. De hecho, también me anoté a las oposiciones de la Xunta de auxiliar administrativo que salen en 2023. Quiero tener un puesto superestable y estar tranquila", afirma. Por supuesto, compaginará la preparación de las oposiciones con el trabajo. "No tengo unos padres que me estén subvencionando. Tampoco se lo pido. No quiero exigirles nada. Todas las noches veo gente que lleva las tarjetas de sus padres y llaman para que les ingresen. Eso no puede ser"

David Rodiño (21 años ) estudia y trabaja de dependiente en una panadería: "Tener un colchón siempre es bueno y no quiero depender de mis padres"

David Rodiño - Sisis
David Rodiño

David Rodiño, pontevedrés de 21 años, está realizando un curso de transporte sanitario para ser técnico de ambulancias y, además, desde hace casi dos años, trabaja como dependiente en una panadería de la Boa Vila. "Yo ya estaba ligado a la hostelería porque mis padres tuvieron un bar y ya de antes trabajé en locales. Cuando acabé 2º de Bachillerato me surgió esta oportunidad. Me ofrecían trabajo fijo y las condiciones eran las idóneas. Era algo estable y decidí cogerlo", cuenta el joven.

Compaginar estudios y trabajo le exige planificación y, sobre todo, mucha fuerza de voluntad y capacidad de sacrificio. "El curso lo estoy haciendo semipresencial porque al trabajar no tengo tiempo para ir al centro. Todas las semanas me reúno con una tutora que me asignaron y vamos viendo contenidos y repasando todo lo visto durante la semana. En la panadería trabajo siete horas al día, de lunes a domingo. Descanso un día a la semana, el sábado o el domingo, dependiendo de la semana. Además, dependiendo de la semana, a veces también hago extras en una cafetería de Pontevedra", explica David.

Su jornada laboral empieza a las siete de la mañana y finaliza a las dos de la tarde. "Después de comer, sobre las cuatro, me tomo un descanso y a las cinco ya me pongo a adelantar resúmenes, mirar el temario... Intento dedicarle tres horas al día a estudiar porque si no te quedas atrás", asegura. "La verdad es que ahora tengo más suerte porque trabajo solo de mañana y tengo las tardes libres para estudiar, pero el año pasado trabajaba a turnos y era un poco caos. Mi cuerpo estaba al límite. Este año puedo compaginarlo mejor", afirma.

Aunque David está acostumbrado a compaginar estudios y trabajo desde siempre, sabe que en Pontevedra no abundan los sisis. "Lo más habitual es trabajar en verano o cuando es época de vendimia para ganar un poco de dinero y el resto del año estar estudiando. Mis amigos también lo hacen. No es tan continuado como lo que hago yo", apunta.

Sus amigos son conscientes del sacrificio que hace. "Yo me pierdo mucho ocio, no solo el nocturno. Un domingo me encantaría estar durmiendo por la mañana o yendo a hacer cosas y tengo que estar trabajando. También me pierdo eventos familiares", señala.

Pese a las renuncias, está convencido de que vale la pena. "Lo hago para liberar un poco a mis padres. Aunque, por suerte, no estamos en una mala situación económica, sí que es verdad que para el día de mañana y tal como se están poniendo ahora las cosas, tener un colchón siempre es bueno y si se puede compaginar todo, mejor. De cara al futuro no quiero tener dependencia de mis padres ni cargarles con lo que yo quiera", asegura.

Sus padres, aunque siempre le dijeron que "lo primero era estudiar y después trabajar", aplauden su decisión. "Ellos están muy contentos, pero este trabajo está muy bien a corto plazo. Ahora llevo casi dos años y tengo trabajo para tres o cuatro años, pero cuando acaben esos cuatro años si me despiden, cierra la panadería o lo que sea, quería tener algo para el futuro", recalca.

Aunque su pasión es la fotografía y su sueño es dedicarse a ella, David Rodiño apuesta por el transporte sanitario como plan b. "La fotografía es complicado que tenga salida y hay que buscarse las castañas por otro lado", sentencia.

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