"Si tuviera un local crearía un centro de agitación mental para creyentes y no creyentes"

El párroco de la basílica de Santa María reivindica la actividad diaria de la parroquia
Javier Porro, párroco de Santa María, posa ante la fachada de la Real Basílica. GONZALO GARCÍA
photo_camera Javier Porro, párroco de Santa María, posa ante la fachada de la Real Basílica. GONZALO GARCÍA

DECENAS DE MILES de personas visitan cada año la basílica de Santa María, uno de los principales atractivos monumentales de Pontevedra. Su párroco, Javier Porro, reivindica sin embargo la actividad de la parroquia más allá del turismo. "Lo que menos se ve", dice. "Yo entiendo que a la gente le llama atención la basílica, pero valoro mucho lo que son las piedras vivas, no las piedras de granito, que son las gentes que forman todo esto. Hay mucho amor a Dios y a los demás".

Se refiere a las personas que acuden a diario.

Sí, a los feligreses habituales, la gente del día a día, muchas personas del barrio que son socios de la parroquia, que son los que la sostienen, y luego otros que también colaboran con su tiempo. Tenemos un gran número de voluntarios que permiten que el edificio esté abierto durante todo el año y que se desarrollen un montón de actividades.

¿A qué actividades se refiere?

Se dividen en cuatro áreas. Una relacionada con las actividades litúrgicas y celebraciones de la vida sacramental, quizás lo que la gente ve. Como novedad, el día 11 de cada mes tenemos una misa en lengua de signos. Otro bloque de espiritualidad, que incluye talleres de oración. Intentamos que el espacio interior de la basílica sea un lugar de silencio, tanto para cristianos como para no cristia nos, donde la gente pueda estar en silencio y pensar. Los jueves tenemos lo que llamamos iglesia de guardia. Hay un tercer bloque que está relacionado con la formación integral de la persona. Nos gusta llamarlo así porque no se trata solo de formación en la fe, sino de todo lo que tiene que ver con el ser humano y su desarrollo personal. Aquí hay presentaciones de libros, conciertos... Contamos con una revista, Piedras vivas, y un grupo de teatro. Tenemos cursos de formación para adultos y jóvenes y en enero vamos a empezar un curso para la acogida cristiana en el Camino de Santiago. Por último, está el bloque caritativo, asistencial y de integración. Intentamos acoger a familias en riesgo de exclusión social, está Cáritas, Manos Unidas... Hay un grupo de voluntarios que visitan a los enfermos y tenemos un centro de escucha para personas en duelo.

¿Se acerca cada vez más o menos gente a la iglesia?

Parece que la gente no se acerca a la iglesia demandando lo que antes demandaba. Antes se acercaban para demandar un bautizo, una comunión o una boda. Ahora ese número va decreciendo, pero se hace con más autenticidad. Antes era algo más social, ahora tiene más mérito en el sentido de que son menos personas, pero el que lo hace es de verdad. Por otro lado, aparece mucha gente de mediana edad, entre 30 y50 años, que busca una experiencia de Dios más profunda.

En alguna ocasión ha destacado el aumento de bautizos entre personas adultas.

Sí, por una parte han aumentado los bautizos entre adultos, pero ahora también contamos con bautizos de niños de 8-10 años. Son hijos de padres que en su momento no los bautizaron y se bautizan de mayores.

¿Qué proyecto le gustaría poner en marcha?

Nos falta espacio para todo lo que queremos hacer porque muchas veces tenemos los locales saturados pero, sobre todo, me gustaría tener un espacio, un local de agitación mental. Vivimos en un momento donde hay un pensamiento único, la gente huye de la reflexión. Sería muy bueno, tanto para creyentes como para no creyentes. Me gustaría ponerlo en marcha. Si me dan un local, crearía un punto de encuentro para hacer exposiciones, traer a artistas, proyectar cine alternativo, organizar mesas redondas... Hay muchas cosas buenas que se hacen por el mundo pero que no llegan, que no se conocen. Parece que hoy todo son luces de colores.

Comentarios