Una pequeña ONU en el colegio

Los centros educativos de Pontevedra acogen a casi 400 alumnos de nacionalidades foráneas, una cifra que representa un pequeñísimo porcentaje del total. No obstante, junto a los hijos de la inmigración, suponen una oportunidad para conocer nuevas culturas y enriquecer la enseñanza convencional

Unos alumnos del CEIP Barcelos. DP
photo_camera Unos alumnos del CEIP Barcelos. D.P

En los centros educativos de Pontevedra estudian 383 alumnos de nacionalidad extranjera. De ellos, 43 pertenecen al régimen de adultos (21 en Bachillerato y 22 en ciclos formativos) y los demás al general-ordinario: 36 en Educación Infantil, 117 en Primaria, 107 en Secundaria, 27 en Bachillerato y 52 en ciclos formativos. Son datos aportados por la Consellería de Educación correspondientes al curso 2016-2017, el último con las estadísticas cerradas.

No obstante, haciendo un cálculo con las cifras del curso actual, similares, el porcentaje oscila entre el 1,4% y el 3% según la etapa educativa. Además, a nivel de Galicia, el número de estudiantes foráneos se redujo un 7% en Infantil y un 8,8% en Primaria respecto al año académico anterior. A ellos se suman los hijos de familias inmigrantes, que, a pesar de haber nacido en España, tienen muy presentes sus raíces.

¿Qué supone su presencia en las escuelas? Pues, en general, una gran oportunidad para ampliar fronteras, conocer nuevas culturas y acercarse a otros idiomas más allá de la oferta educativa convencional. El CEIP Praza de Barcelos es buen ejemplo de ello y, cabe recordar, hasta la propia ANPA hizo gala de este hecho a la hora de ensalzar las virtudes del centro durante la campaña de captación de matrícula.

En sus aulas estudian 37 alumnos de 13 países extranjeros, según explica su director, Ángel Rodríguez. La mayoría proceden de Colombia (12) y los demás de Brasil y China (4), Etiopía y Rumanía (3), Portugal, Bangladesh y República Dominicana (2) y de Ecuador, Venezuela, Argentina, Alemania y Estados Unidos (1).

UNA RIQUEZA. Rodríguez afirma que, efectivamente, se está notando un descenso del alumnado extranjero, sobre todo del procedente de China, "que ten unha migración de ida e volta", o de quienes destinan al menos dos meses para ir a sus países de origen en Latinoamérica o Asia. En otros casos, se trata de niños que se reunieron posteriormente con sus padres en España, al lograr estos cierta estabilidad económica, pero que no llegaron a adaptarse a la vida en su nuevo país y regresaron con sus abuelos a sus lugares de origen.

"Desvantaxes de ter alumnado de fóra? Non hai de ningún tipo", asegura rotundamente. "Todo é aproveitable. A interculturalidade é o aproveitamento da diversidade. Coñecemos máis culturas, relixións, tradicións, linguas...". Este marco es ideal para la celebración, por ejemplo, del Día da Paz (30 de enero). "Utilizamos todas as linguas de todas as nacionalidades que temos no centro. É unha riqueza". A esto se suman reuniones de familias donde llevan platos típicos y comparten su cultura.

El idioma, admite, sí puede ser una barrera al principio, sobre todo si los escolares se incorporan mayorcitos. "Houbo algún alumno que nunca fora escolarizado no seu país de orixe e chegaba aquí en idade de estar en 5º ou 6º de Primaria". En este caso, apunta el director, lo primero es elaborar un plan de acogida e integración, comunicarse mediante dibujos y pictogramas y plantearle los exámenes en su lengua materna para facilitarle el aprendizaje. Otro caso es cuando los niños ejercen de intérpretes y traductores con sus familias porque sus padres no hablan español. "Todo é un traballo en equipo", empezando por los propios docentes, que tiran de "autoformación" coordinada entre ellos. "Temos que buscarnos a vida". En el caso de los originarios de China, "cada vez é máis difícil que non falen español".

Aparte del idioma, otro escollo es que, en algunos casos "os contidos non se equiparan a nivel educativo entre países e ás veces hai que facer unha proba previa para ver se por coñecementos é mellor rebaixalos un curso".

En el comedor, sin embargo, no se dio ninguna circunstancia derivada de las diferencias culturales. "Non se deu ningún caso. Non hai ninguén que non poida comer algo por cuestións relixiosas, pero estou seguro de que, se houbese, se adaptaría a dieta para respectar as súas crenzas e tradicións, sen problema".

Destaca también que las familias "ofrecen a súa colaboración para facer unidades didácticas co alumnado". Así, si algún alumno foráneo está interesado en difundir su cultura de origen, rápidamente se organiza una jornada para conocer sus tradiciones, su folclore, la danza o la gastronomía propia de su país. "Sobre todo aproveitamos o Día da Paz. Sempre se teñen en conta as distintas nacionalidades que coexisten no noso centro para deseñar actividades". Se trata de "non deixar a ninguén fóra de xogo".

EN NAVIDAD. En Navidad, curiosamente, no hay problemas. "De feito, un alumno chinés nos dicía que na súa casa non celebraban o Nadal, pero que a el lle botaran regalos".

El trato entre las familias y el centro es "correctísimo" ya que ambas partes pretenden que la integración del nuevo alumnado sea lo antes posible.

La crisis económica influyó en el descenso de matrícula, ya que "houbo familias que quedaron sen traballo e volveron aos seus países de orixe", aunque la bajada de natalidad no afecta por igual, ya que hay inmigrantes que tienen tres hijos o más, lo que supera ampliamente la media nacional. "Agora está repuntando. Está volvendo a vir xente". Además, apunta, el CEIP Barcelos no acoge tantos alumnos extranjeros a principio de curso como durante los meses posteriores, a cuentagotas. "Xa pasamos dos 400" en total.

Normalmente los recién llegados eligen este centro por cercanía a su nuevo domicilio. "Fóra do prazo de matrícula temos que redirixilos a Inspección educativa, pero normalmente van ao que están máis preto". No hay que olvidar que este centro "é un dos que teñen máis interculturalidade. Desde que estou aquí, hai sete anos, sempre houbo unha abundante poboación de alumnado inmigrante".

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