CAMINO A LA NORMALIDAD

La vida de Gerardo Puga

Foto de archivo de Gerardo Pérez Puga, concejal del PP. DAVID FREIRE
photo_camera Foto de archivo de Gerardo Pérez Puga, concejal del PP. DAVID FREIRE

ES CURIOSA la vida. Me pasó hace poco con mi hermana Mercedes, cuando contrajo el coronavirus en en hospital en el que trabaja en Londres. Anduvo ahí ahí, entre la vida y la muerte durante unos días. Nos dio un susto de muerte, valga la expresión y al final salió viva de milagro. Hablamos mucho de lo que ocurrió en España, pero lo de ahí fue peor. No había respiradores ni camas en los hospitales. La dejaron a su suerte, en su casa, tomando ibuprofeno y agonizando durante días. Ahora en la familia nos alegramos un montón, no de que haya enfermado sino de la cura, pero pienso que como una cosa es consecuencia de la otra nos alegramos de ambas: de no haberse contagiado no hubiésemos celebrado la sanación, así que en el fondo, aunque no nos hemos parado a pensar en ello, también celebramos la enfermedad.

Me ocurre lo mismo con Gerardo Pérez Puga, concelleiro del PP de Pontevedra, buen amigo. Cuando se presentó por primera vez en las listas de Jacobo yo escribí que nadie sabía quién era, hasta que un día me paró en A Oliva y me dijo que nos conocíamos de sobra, que ambos habíamos estudiado en el Colegio Estudio, yo además en la clase de su hermano. Entonces recordé mi infancia y sí, tenía razón. Desde entonces somos mejores amigos, que no sé por qué es algo que me pasa a mí con los concelleiros del PP. Nos caemos bien, quedamos para comer o tomar cañas y luego nos partimos la cara en público y en privado. Supongo que todo ello se debe a que las conversaciones son más amenas y enriquecedoras entre gente que está en total desacuerdo.

Hace unos días supe que tenía que irse a Madrid a operarse de un problema oncológico, cosa seria. Me lo dijo él mismo por teléfono y me dejó preocupado. A los pocos días quedé con él. Lo cierto es que lo vi tranquilo. Es hombre templado pero imagino que la procesión la llevaba dentro. El caso es que tenía más miedo yo que él, pero casi ni tocamos el tema. Actuamos como si no estuviera a punto de operarse de un cáncer.

El lunes volví a hablar con él y me dijo que todo había salido a la perfección. Este miércoles le quitan unas grapas que le pusieron para cerrar un navajazo y en pocos días estará de vuelta en Pontevedra buscando maneras de atacar a Lores, cosa que no resulta nada fácil. Pues me pasa como con mi hermana. De no haber tenido Gerardo esa dolencia, no estaría celebrando hoy, a solas, que la haya superado. En una sensación contradictoria, pero qué le vamos a hacer. Así es la vida. Puga entró en política por vocación, algo raro. Tenía y tiene la vida arreglada, trabajó toda la vida en el sector bancario y entró ahí para echar una mano al PP, que buena falta le hacía, primero con Moreira y luego con Domínguez. Es uno de los concelleiros más veteranos del PP, de los pocos que no cobra y en mi opinión el más valioso y trabajador, con permiso de Pepa Pardo. La diferencia es que Pardo sí cobra y tiene que ganarse el sueldo y se lo gana. Puga se lo gana y no lo cobra porque además no quiso.

El otro día me mandó una foto suya en la cama del hospital madrileño, tras la operación. Venía con un texto en el confirmaba que había salido todo bien y yo me alegré lo mismo que cuando supe que mi hermana se había curado. Tan bien lo vi que estuve a un pelo de llamarlo para poner a parir al PP, que es lo que hago cuando nos vemos, pero desistí porque, pensé, igual se le saltaban todas las grapas y no me pareció correcto. Total, durante estos días hemos dejado tantas discusiones pendientes que a su vuelta necesitaremos unas cuantas semanas para ponernos al día. Es un hombre que sabe debatir frente a una caña y del que yo he aprendido mucho, porque se aprende más de quien no está de acuerdo con uno que del que sí. De quien piensa como usted no tiene nada que aprender.

Y de paso, me arregló esta página, que no quería dedicarla a lo de siempre, que son los líos políticos que nos sirven desde Madrid. Le pregunté si me dejaba contar esto y me dijo que sí sin pensarlo: "Pon lo que quieras", me dijo, porque además es generoso como una monja teresiana. Así que pronto lo tendremos de vuelta y esperamos que vuelva con ganas de morder, que en la política local últimamente, más que pelear se baila. No digo yo que esto tenga que ser como en Madrid, donde directamente se asesinan, pero ese rollo versallesco de los últimos meses, en realidad de todo lo que va de mandato, aburre y aporta poco. Los desacuerdos deben escenificarse, no basta con votar siempre en contra del adversario: hay que batallar, y eso Puga lo sabe hacer. Que venga ya, que no le damos ni un minuto de baja.