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Leer es soñar...

Leer es soñar...  de la mano del otro, del que te atrae con sus relatos y te transporta a lugares emocionales y físicos que, tal vez, nunca conocerás o a los que jamás imaginaste llegar en tus reflexiones.

lectura

Tengo la fortuna de tener grandes amigos escritores. Los admiro enormemente. Y ellos lo saben, porque escribir me parece una de las cosas más difíciles y, hacerlo bien, ya es la excelencia. Alguno me ha dicho más de una vez que tengo que animarme a hacer un libro con las anécdotas de todo lo vivido, pero no me siento capacitada. Soy mala para dejar volar la imaginación y conseguir crear historias y, las de los demás, las dejo para mí.

Mi amiga Carme Chaparro, que se ha coronado como gran escritora con sus dos libros de novela negra, siempre regala libros. "Cuando lo haces estás regalando una aventura, una historia, una ventana a otro mundo, un momento de evasión que te permite salir de tu rutina». Esas vivencias pueden resultar adictivas y lo que sí estoy segura que aportan son experiencias vitales.

Leer evade, enseña, hace sufrir a veces, gozar la mayoría, te transporta a lugares inalcanzables en muchos casos y sobre todo, enriquece. De niña leía bastante, pero no tanto como ahora porque la vida también te va reconduciendo en ese sentido. Gracias a la lectura he salido de ‘agujeros negros’ emocionales, he vuelto a sonreír después de etapas que te marcan más que te motivan y he viajado a instantes de la memoria que creía olvidados.

En los últimos días he tenido que hacer ‘limpieza’ de libros. Son tantos los que tengo que, si no me decidía a tomar esta iniciativa, acabaría teniendo que salir de casa para dejarles a ellos el espacio. Como no se me ocurre tirarlos a un contenedor, como he visto alguna vez hacerlo, decidí llamar a varias bibliotecas para ofrecerlos, porque están como recién salidos de la imprenta. Ante mi sorpresa, ninguna de ellas los ha querido. "Es que la gente ya no viene a leer ni solicitar libros", me dijo una. Los restantes argumentos iban en esa línea y me sonaron, sin embargo, más a disculpa que a real interés por acogerlos en sus estanterías.

Es una lástima que haya gente con poca predisposición para la lectura. Lo suelo comprobar en las redes sociales, por ejemplo. Tú pones una foto y los ‘likes’ son numerosos e instantáneos. Sin embargo, si lo que compartes conlleva un link que te redirecciona a una página en la que vas a tener que leer una noticia o una entrevista, las cosas cambian mucho. Lo compruebas cuando, incluso, te preguntan algo que va en ese texto y que denota que no se han preocupado ni de leer. Después de mucho buscar, encontré una librería que compra libros en buen estado. "Están nuevos, será fácil venderlos", me dijo el tasador. Y allí he ido dejando cerca de cuatrocientos ejemplares de diferentes temáticas. Solo espero que, quien los compre, aprenda a amar la lectura y encuentre en ella el poder sanador que transmite.

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