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One man show

Le admiraba antes de conocerle y he tenido la privilegiada suerte de compartir plató de televisión con él. Trabajamos varios meses en Channel nº4. Lo he comentado muchas veces. Siempre nos sentábamos juntos en la reunión del programa que, dos horas antes de empezar el directo, se celebraba en el mismo plató en el que luego "se armaba la marimorena". No había día en el que Jorge Salvador (hoy "alma mater" de El Hormiguero), director del programa en sus comienzos, no nos mandara callar. Era imposible tenerle al lado y no caer rendida a sus ocurrencias, su talento y -sobre todo- a su candidez, ternura y humildad.

Nos unía -y lo sigue haciendo- nuestra pasión por el fútbol y la debilidad indisimulada por Julio Iglesias. Mi amistad con el cantante fue el inesperado "nexo de unión" con un Carlos Latre cómplice, entrañable y creativo hasta cotas insospechadas. Convivir con él en el programa de televisión me permitió admirarle aún más, sin condicionamientos, por su ilimitado talento. Cuando la audiencia le ve aparecer en la pequeña pantalla, transformado en un determinado personaje, tal vez piense que lleva horas preparando esa interpretación. Doy fe, porque lo he vivido y presenciado en el día a día, que Carlos activa su talento y capacidad de improvisación en tiempo récord. En esa reunión del programa que os he comentado, se decidía el personaje del día que debía parodiar. Dos horas más tarde, Latre estaba caracterizado física y mentalmente para lanzarse a la aventura del directo.

Se merece todo lo que le está pasando porque, al margen de ese don de la creatividad que no deja de producirme, a partes iguales, envidia y rendida admiración, Carlos es un hombre que vive con los pies "bien atornillados" en el suelo. La vanidad ni le roza, el divismo no sabe lo que es. Pudiendo estar rodeado de un aparato de gente, que le sirviera de filtro para llegar a él, sigue siendo el mismo chico accesible que dejó asombrado a todo aquel que le descubrió en Crónicas Marcianas hace algunos años. Hoy, con la tranquilidad que da la experiencia, Carlos vuela solo con unos espectáculos que están rompiendo todas las barreras del éxito. Tras Yes, we Spain y Yes, we Spain... is different llegó 15 años no es nada y, ahora, One man show, donde el humorista interpreta a más de 100 personajes a lo largo de casi dos horas de representación.

Carlos siempre ha definido sus espectáculos como "un show multidisciplinar al estilo norteamericano". Sin caracterización alguna, aunque ayudado por una brillante puesta en escena de luces, sonidos y vídeos, Latre se mete en la piel de figuras sobradamente conocidas, infinidad de personajes que sería extenso relatar aquí, pero como no deja de innovar, en One man show ha incorporado rostros "de última hornada". Decenas de personalidades de la actualidad española interactúan entre ellas, mediante una serie de diálogos consigo mismo, lo que ha supuesto "un importante esfuerzo físico y mental, acompañado de concentración".

El confinamiento lo ha dedicado a «inventar» nuevas aventuras, porque su cabeza es un remolino de ideas, esas que han hecho de él un auténtico One man show. 

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