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La porra y la Terminal 4

Rodrigo Cota boxeando. CEDIDA
photo_camera Rodrigo Cota boxeando. CEDIDA

LA PORRA, como todo el mundo sabe, es el invento de un churrero vago. "Para qué voy a hacer cien churros pudiendo hacer uno sólo muy grande, la madre de todos los churros". Y el tío, que un invento satánico como ese sólo pudo venir de la mente retorcida de un hombre, creó la porra y vio que era buena (para él), y al día siguiente descansó. Ojalá esté muerto y viviendo eternamente en el infierno, que es lo que merece.

Rodrigo Cota en el gimnasio. CEDIDAViene todo esto a cuento de que esta semana tuve que irme a Madrid, descuidando mis obligaciones como gimnasta y como obeso androide. Y en Madrid se alimentan preferentemente de porras. Sin embargo, según un estudio titulado: 'Las porras y la T4: una aproximación a la incidencia de ambos factores en la forma física de los habitantes de Madrid', según ese estudio, le digo, los madrileños van a la T4 a quemar las calorías que consumen en porras. Es cierto que ese estudio sólo existe en mi imaginación, pero también es verdad que las conclusiones son concluyentes, como todas las conclusiones.

No sé si ha visto usted Prision Break. Si ya la ha visto, puede saltarse este párrafo, y si no la ha visto, también. Pues en aquella serie, un muchacho muy atlético entraba en una cárcel para ayudar a sacar a su hermano. Llevaba todo el cuerpo tatuado con los planos de la prisión. Pues si usted mete en la T4 a Michael Scofield, que es como se llamaba el protagonista, con los planos tatuados en la espalda, tardaría siete temporadas en escapar de ahí. Ampliar un aeropuerto como el de Barajas con esa terminal absurda es para meter en una mazmorra al arquitecto, al constructor, a los técnicos que aprobaron el proyecto y a todos los que de una u otra forma se involucraron en el asunto, incluyendo a los estafadores que venden bocadillos de jamón a diez euros y meten el jamón dentro de un pan elaborado con harina de cuarzo, feldespato y mica.

Voy camino de las tres semanas. Y si algo tengo claro es que resistiré para seguir viviendo
 

No pude pesarme, pero imagino que a pesar de las porras madrileñas he adelgazado más de 40 kilos recorriendo la T4 de ida y otros tantos a la vuelta. En Madrid no existen los plátanos. Los eché de menos hasta que vino mi señora a recogerme al aeropuerto de Compostela, que eso sí es un aeropuerto, y mientras yo abría los brazos para recibir un abrazo, me entregó un plátano. Igual empieza a sentir cierto aprecio por mí, porque desde hace unos días me llama Chita. Antes me llamaba Tú. ¿Significa eso que nuestra relación se afianza? No sé, porque el otro día le pregunte: "¿Tú me amas?", y ella me contestó: "¡Cállate, Chita. Cómete el plátano, Chita!". En todo caso, que me haya puesto nombre tras tres décadas de relación, me enorgullece. También es verdad que preferiría que me llamase Rodrigo, incluso Rodrigo Secundino, que es mi nombre completo, porque mis padres tuvieron la mala idea de ponerme de segundo nombre Secundino. Sospecho que igual uno de mis abuelos se llamaba así, Secundino. Nunca lo pregunté por miedo a que me contestaran y me revelaran un secreto familiar con el que tendría que convivir toda mi existencia. Prefiero permanecer en la ignorancia. No vale la pena profundizar en el pasado. Yo qué sé, lo mismo tuve un abuelo Secundino y resulta que era un nazi que hacía experimentos con mellizos. ¿Para qué se va uno a mortificar?

Rodrigo Cota haciendo ejercicio. CEDIDAAntonio Ventín, mi entrenador, encontró huecos para martirizarme en el gimnasio, porque siente esa vocación. Igual algún día le hice algo y ahora se está vengando. Empezó a ponerme ejercicios de boxeador, que en cuanto esté listo le parto la cara. Son esas cosas las que me hacen seguir adelante. La posibilidad de hacer justicia. Lucía, la nutricionista, no me ha visto esta semana, pero me manda por correo dietas y mensajes de ánimo. Seguramente su báscula inteligente Tanita está esperando su momento para atacar. Estoy mentalizado para ello. Enfrentarme a Tanita es lo más duro de todo esto.

La próxima semana, en vista de que todas mis estrategias están estrellándose contra el muro de unidad que forma el equipo, intentaré hacerme amigo de mi propia báscula. Necesito una báscula amable y comprensiva. Ni siquiera es necesario que sea tan lista como Tanita. Llegaré a la consulta de Lucía con mi báscula y que se arreglen entre las dos. Malo será que no lleguen a un acuerdo si hay buena voluntad. Imagino que entre básculas no se pisan las mangueras y que forman un colectivo corporativista y endogámico, como el de los senadores, que cuando defienden lo suyo siempre llegan a un consenso.

Voy camino de las tres semanas. Y si algo tengo claro es que resistiré para seguir viviendo. Soportaré los golpes y jamás me rendiré, y aunque los sueños se me rompan en pedazos, resistiré, resistiré. Cuando el mundo pierda toda magia; cuando mi enemigo sea yo, cuando me apuñale la nostalgia y no reconozca ni mi voz. Cuando me amenace la locura, cuando en mi moneda salga cruz, cuando el diablo pase la factura o si alguna vez me faltas tú. Resistiré erguido frente a todo, me volveré de hierro para endurecer la piel. Y aunque los vientos de la vida soplen fuerte, resistiré, resistiré. Eso lo canta el Dúo Dinámico. ¡Qué grandes son!

ASÍ ME SIENTO
Peso: Desconocido
Estado de ánimo: Grasiento
Forma física: Madrileña
Expectativas: Depende
Pecado cometido: Porras
Temperatura exterior: Animosa

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