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Después de la bancarrota

Palahniuk

CHUCK Palahniuk publicará nuevo libro en enero. Eso siempre es un acontecimiento, sin importar si el libro al final es bueno o malo, o quizá algo intermedio. Haber escrito en su momento El club de la lucha le otorga, para el resto de sus días, la ventaja de la expectación. Poco se sabe de la nueva obra, salvo que no es una novela, que se titulará Considerer this, y que tendrá un largo subtítulo (Moments in my writing life after which everything was different). Me temo que eso constituye otro acontecimiento en sí, por lo que de sospechoso tiene casi siempre un subtítulo.

Considerer this recoge historias escuchadas a otros, consejos prácticos para escritores, referencias mitológicas, descripciones sobre sus tatuajes para sus fans e incluso anécdotas disparatadas, como la de dos fanáticos de su obra que irrumpieron en uno de sus actos, y tomándose en serio la llamada al caos de El club de la lucha, dispararon docenas de ratones blancos vivos con un cañón de cartón.

Pero los acontecimientos continúan aún más allá del libro nuevo o su subtítulo. Palahniuk llega a las librerías respaldado por una nueva editorial y una nueva agencia literaria. Esto último es especialmente relevante. Durante más de veinte años fue uno de los escritores más destacados de Donadio & Olson, agencia con cuarenta años de historia que representaba a autores como Mario Puzo o Robert Stone. Su fundadora, Candida Donadio, se había dado a conocer en los años cincuenta al vender a sus respectivos editores Trampa 22, de Joseph Heller, y Goodbye, Columbus, de Philip Roth. En los años siguientes había velado asimismo por los intereses de Thomas Pynchon y William Gaddis.

En mayo de 2018, con la última novela de Palahniuk a punto de salir, la policía detuvo a Darin Webb, el contable de la agencia, acusado de malversar 3,4 millones de dólares. En plantilla desde hacía dos décadas, Webb se había hecho cargo de la mayoría de las funciones administrativas de la compañía. Lo que parecía una gran dedicación a su empresa, al final se destapó como un plan, no del todo perfecto, para robar a los clientes y a los propios directores de la agencia a base de informes fraudulentos y cuentas bancarias ocultas. El desfalco se descubrió cuando un escritor de la casa quiso saber por qué no había cobrado el anticipo de 200.000 dólares pactado con la editorial. Meses después de saltar el escándalo, la agencia se declaró en bancarrota, adeudando a sus escritores de 2,7 millones en derechos de autor. Hoy ya no queda nada de ella.

Palahniuk fue el escritor peor parado: Webb le había robado más de un millón de dólares en royalties. Pero él es un superviviente nato, y tras declararse casi en la ruina, emergió. Curiosamente, lo hizo gracias a la televisión, de la que Donadio & Olson siempre lo había mantenido lejos. No le convenía, decían. Tarde y mal, supo que varias personas habían intentado contactar con él a lo largo de veinte años para trabajar en cine y televisión. Su agencia se lo ocultó. "Necesitaba trabajar; necesitaba el dinero después de lo de Webb", confiesa Palahniuk en entrevistas recientes, así que de pronto se vio envuelto en muchísimos trabajos a la vez, "algo que probablemente no hubiera hecho en el pasado".

Actualmente colabora en seis proyectos televisivos, incluida una serie para Apple TV y otra inspirada en su tercera novela, Monstruos invisibles. Pero no son estas "las únicas bolas que tengo en el aire". También imparte un taller de escritura en Portland; ultima una novela para septiembre titulada The Invention of Sound; desarrolla un nuevo cómic sobre El club de la lucha; escribe otra introducción para una nueva edición de Rosemary’s Baby, de Ira Levin, (en España traducida en su día como La semilla del diablo), al tiempo que da charlas a inversores de riesgo sobre los beneficios del aburrimiento. Y, por supuesto, no deja de asistir a sus reuniones de Alcohólicos Anónimos. Hace más de cien días que está sobrio.

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