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Rescates a dos velocidades

De nada sirve fiar todo a los fondos europeos si no logramos salvar la hostelería y el comercio

En su momento, la Europa a dos velocidades fue el término acuñado para establecer los distintos ritmos de integración en el proyecto comunitario. Después vendrían las dos velocidades para anclar las diferencias entre un norte próspero y en constante crecimiento y un sur, mediterráneo, siempre subvencionado y de avances más modestos. Las dos velocidades también son de aplicación doméstica, por ejemplo, al comprobar las sensibles diferencias entre autonomías en la salida de la crisis que comenzó en 2008 y se prolongó casi diez años. Hasta que llegamos a la pandemia e intentamos ver la luz al final de un corredor de incertidumbre.

También en la salida de la crisis generada por el covid-19 nos encontramos con dos velocidades. Y no tienen nada que ver con las vacunas. Son la que parecen dibujar los fondos de reconstrucción europeos, con sus tiempos y aspiraciones, por un lado, y la que requieren y necesitan, por otro, determinados sectores productivos, con sus urgencias y dramas personales, al afectar a miles de autónomos. Más que distintas, se trata de velocidades que van de cero a cien. El medio plazo de una ayuda europea diseñada para apuntalar un cambio en el modelo económico, más verde y sostenible, frente al cortísimo plazo de un rescate pendiente que parecemos olvidar o no somos capaces de armar. Es el que demanda a gritos el sector servicios, con hostelería, turismo y comercio a la cabeza. ¿Van a resolver los problemas de una cafetería sin clientes o de un comercio cerrado los fondos del programa Next Generation, del que España puede recibir hasta 140.000 millones? ¿Y si además le contamos al autónomo de turno que tiene que pagar la hipoteca de un negocio sin ingresos que hasta 2023 serán solo 72.000 millones los que llegarán a España, aunque a fondo perdido? ¿Qué cara se le queda?

HOSTELERÍALo que necesita y pide la hostelería son ayudas directas y exenciones fiscales para poder volver a abrir sus negocios, ahora cerrados en el caso de Galicia. Son, aproximadamente, 19.000 negocios hosteleros, de los que 14.500 son bares y cafeterías y el resto restaurantes, tomando como referencia los datos para Galicia del Anuario de la Hostelería de España de 2019. Medio sector mira con envidia la respuesta alemana, e incluso italiana o portuguesa, a los cierres provocados por los confinamientos.

Lo dejó muy claro el comité de expertos que en el caso gallego se armó durante el confinamiento. Tanto al detectar el problema como a la hora de proponer soluciones, que no siempre pasan por el marco competencial gallego, es cierto. De acuerdo con los gurús de Núñez Feijóo, un 31% del empleo asalariado de Galicia está ligado a sectores para los que se esperaba ya en la primera ola un shock negativo alto en ingresos (superior al 20%): restauración, comercio minorista y mayorista, transporte, automoción y hostelería y entretenimiento. Entre sus recetas, pues con efectos hasta el 31 de diciembre de 2021 planteaban la reducción del tipo de gravamen de IVA al 4% para determinadas prestaciones de servicios, además de otras exenciones fiscales. La propuesta se realizó a finales de mayo. Hasta hoy, cuando además asistimos al enésimo desencuentro entre la Xunta, la federación de municipios y las cuatro diputaciones para abordar un plan de rescate conjunto para la hostelería.

Y mientras todo esto sucede, con cierres e impagos que se multiplican, España, y también Galicia, fían toda su suerte a los fondos de reconstrucción europeos. Un bálsamo que parece ayudar a olvidar un incómodo presente. El diseño de los fondos de reconstrucción está hecho mirando a las grandes empresas, además, que son las consideradas «tractoras» para tirar de toda una red de proveedores y auxiliares. El tema se complica un poco más si se atiende a los plazos. Al ser inversiones industriales, en su mayoría, su planificación y ejecución durará unos cuantos años. Un ejemplo. Si logra los fondos europeos que solicita, Endesa espera poder iniciar las obras de su planta de hidrógeno de As Pontes en enero de 2023, para rematarla en diciembre de 2024. Cuatro años.

Queda claro que el reloj no cuenta igual las horas para el dueño de un bar que para una gran industria que aspira, legítimamente, a los fondos europeos. Conclusión: salvemos de una vez la hostelería y el comercio antes que reconstruir pensando en un futuro digital, verde y sostenible. 
 

FRANCISCO CONDE. Difícil se lo ponen en As Pontes al vicepresidente

No habrá sido por no echarle ganas. El vicepresidente económico de la Xunta se empeña en mantener viva la llama de Endesa en As Pontes, y es de valorar, pero lo hace en un momento en que la compañía opta por los hechos consumados. Apenas unas horas después de que Francisco Conde anunciase que la multinacional había aceptado "la viabilidad técnica y ambiental" del uso de biocombustibles como alternativa para la térmica, Endesa desvelaba una millonaria inversión en un planta de hidrógeno en As Pontes, precisamente para «mitigar el cese de actividad en la central térmica de carbón, a la que los cambios que se están produciendo han dejado fuera del mercado». Muy difícil se lo ponen a Francisco Conde. 

 

J.M. FERNÁNDEZ DE SOUSA. Un antitumoral contra el covid da alas a PharmaMar 

Hasta Núñez Feijóo ha salido al ruedo en defensa del Aplidin, el antitumoral de PharmaMar convertido en una de las esperanzas para luchar contra el covid-19. "No tendríamos colapsadas las uci", vino a decir el presidente gallego tras su encuentro con Pedro Sánchez. José María Fernández de Sousa, el catedrático que hizo del mar una botica con su biotecnológica, tiene razones para el optimismo. Todo lo tiene a favor, aunque hay muchos filtros que debe pasar todavía. ¿Y qué es realmente el Aplidin? La ascidia, un animal invertebrado que se fija a las rocas en mares tropicales y del que hay más de dos mil tipos, dio origen al antitumoral que ahora readapta PharmaMar para luchar contra el covid.