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El ocaso de Villar Mir

El exministro, en su día todopoderoso empresario en Galicia, asiste al declive de su imperio

Juan Miguel Villar Mir. AEP
photo_camera Juan Miguel Villar Mir. AEP

EN el argot político se entiende por un "cunero" a aquel diputado o senador que pisa lo justo la circunscripción electoral por la que ha sido elegido. Son como paracaidistas, que vuelven a su provincia de pascuas en ramos, casi siempre en precampaña, e incluso sus orígenes tienen muy poco que ver con el territorio al que representan. El término comenzó a acuñarse en el siglo XIX, sobre todo en la periferia (Extremadura, Galicia...), y tiene cierta vigencia en la actualidad. Madrid era el destino; la provincia, la excusa y el granero de votos. Pero no solo existen políticos "cuneros". También hay empresarios cuyo perfil encaja como un guante en ese concepto. Un caso de libro, si nos ceñimos a Galicia, es el de Juan Miguel Villar Mir.

Convertido en un mal ejemplo de empresario ejemplar, el exministro asiste a sus ochenta y muchos años al ocaso del imperio que levantó cuando abandonó la política, justo después de la Transición, y que le llevó a brillar en las páginas salmón de la prensa económica. Hoy su grupo transita por las de sucesos, en un declive que ha sido fulgurante y que se ha precipitado por dos grandes motivos: la corrupción, ya que OHL, su constructora de bandera, es el epicentro de la "Operación Lezo" por el pago de comisiones millonarias por obras públicas, y el propio endeudamiento del grupo, inasumible ya, que ha provocado la venta de dos de sus joyas gallegas, las plantas de Ferroatlántica de Cee y Dumbría. Pero Villar Mir es mucho más en Galicia.

Vicepresidente del Gobierno y ministro de Hacienda en el primer Ejecutivo bajo el reinado de Juan Carlos I, entre 1975-76, Villar Mir supo reinventarse después con olfato para comprar empresas en problemas y reestructurarlas. Lo hizo con plantas de ferroaleaciones, con constructoras, con fábricas de fertilizantes... Tenía lo más parecido a una bola de cristal para los negocios. Un caso de estudio fue Carburos Metálicos, después Ferroatlántica, adquirida en 1992 a la Corporación Banesto de un achuchado Mario Conde con financiación del propio banco. Todo quedaba en casa.

El empresario nunca ocultó su amistad con Manuel Fraga. Todo lo contrario, presumía de ella. Y solía invitar a marisco a los periodistas cuando se dejaba caer por Galicia para cerrar alguna operación. Porque realizó muchas. OHL es el fruto de la unión de Obrascón, Huarte y Lain y otras pequeñas constructoras, entre ellas Malvar, la firma pontevedresa que el grupo absorbió en 2001 y que provocó que la vendedora, Thais de Picaza, viuda del fundador, fuera acusada de fraude fiscal por aquella operación. Años antes, Villar Mir había comprado Huarte, una constructora navarra en suspensión de pagos, a su principal accionista, Jacinto Rey y su Constructora San José.

La Autovía del Cantábrico, el Eje Atlántico de Alta Velocidad, el aeropuerto de Lavacolla o el puerto exterior de A Coruña también llevan el sello del grupo. Y es que las empresas de Villar Mir, fundamentalmente OHL, pero también sus filiales Sato, Construcciones Malvar o Elsan Pacsa, han figurado en las listas de grandes adjudicatarios de obra pública en Galicia.

En su hoja de servicios hay un episodio memorable. El ahora primer marqués de Villar Mir entabló toda una batalla judicial contra Fomento por el paso de las obras del AVE a Galicia por la mina de cuarzo de Serrabal, de su propiedad. Ramsa, Cuarzos Industriales... Siempre estaba detrás el exministro y su equipo jurídico. Por el lucro cesante del paso del AVE por su mina llegó a pedir a Estado casi 900 millones, que luego rebajó a 270 millones, y finalmente quedaron en nada cuando el asunto llegó al Tribunal Supremo. Villar Mir puede presumir de haber paralizado las obras del AVE a Galicia en una suerte de pelotazo descarado, ya que la mina apenas tenía actividad e ingresos.

Villar Mir es sinónimo de minería en Galicia. Al polémico yacimiento de Serrabal, entre Vedra y Boqueixón, une explotaciones repartidas por Trazo, Mañón y O Vicedo y varias plantas de tratamiento. El río Sor y la ría de O Barqueiro, casi intactas perlas naturales de Galicia, son testigos mudos de la presencia del grupo.

Animado conversador y en su día entusiasta de todo lo que emprendía, Villar Mir acaba la semana aliviado, al acelerar su grupo el pago de la deuda contraída con la propia OHL tras recaudar 170 millones con la venta de Ferroatlántica. Sin embargo, el quebradero de cabeza está en la Audiencia Nacional. Doce adjudicaciones de obras públicas a OHL investigadas por el juez suman 418 millones. Es el epicentro del “caso Lezo”. El propio Villar Mir y seis cargos públicos están imputados. Es el peor final para el empresario “cunero” por excelencia.

Claroscuros en el horizonte para Galicia
SI existe un informe de perspectivas macroeconómicas al que hay que prestar especial atención, ese es el del BBVA Research. Junto a los análisis del Foro Económico de Galicia, representa todo un sismógrafo para registrar la intenisad, duración y ritmo de la economía gallega. Y el presentado esta semana dibuja claroscuros, sobre una paleta de colores en la que existen pocas divergencias con respecto a las previsiones que traza para el resto de la economía española. Galicia no es ajena, en absoluto, a su entorno. Pues bien, el análisis señala que, si no hay sobresaltos, entre finales de 2018 y de 2020 se podrían crear en Galicia 30.300 puestos de trabajo, con lo que la tasa de paro se reduciría hasta el 10,5%. Es un número redondo. Sin embargo, todavía estaremos 2,9 puntos porcentuales por encima del mínimo de desempleo alcanzado en 2007, antes del estallido de la crisis.

Más grises: el BBVA Research vaticina que a finales de 2020 el nivel de empleo (es decir, de ocupados) todavía estará casi siete puntos por debajo del alcanzado antes de la burbuja, una dinámica que coincidirá con un descenso del número de activos (población en edad de trabajar) del 0,5%, de los más acusados de España, "tendencia que continuará", dice. Y aquí entra en juego otra variable que tiene que ver con la crisis solo a medias. Y es el declive demográfico.

Otro dato preocupante en esta línea: ningún área urbana de Galicia ha recuperado el nivel de afiliación a la Seguidad Social anterior a la crisis. Y el porcentaje de mayores de 65 años es el mayor de España, mientras el de menores de 15 está entre los más bajos. Todo un reto, el demográfico.

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