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Los retos de Núñez Feijóo

LLevar y consolidar el crecimiento del PIB gallego por encima de la media es el gran objetivo

GALICIA NO ESTÁ en condiciones de regalarse el oído. Ni un minuto para la autocomplacencia. Tras la holgadísima mayoría absoluta de Núñez Feijóo, los populares afrontan su tercer mandato al frente de la Xunta con tantos desafíos como informes se acumulan en las mesas de los conselleiros de Economía y de Facenda, ahora en funciones, pero con todas las papeletas para seguir en sus puestos, incluso con posiciones reforzadas en el nuevo gabinete. Los deberes que tienen ante sí Francisco Conde y Valeriano Martínez, por poner los ejemplos de las dos consellerías sobre las que pivota la política económica de la Xunta, son los propios retos de Núñez Feijóo para su anunciado último mandato en San Caetano, y por ende, las oportunidades que Galicia debe aprovechar.

El lugar común, y las propias encuestas del CIS (sin ir más lejos, la última), colocan el desempleo como el primer problema para los gallegos. Así piensan seis de cada diez encuestados por el organismo público. Le siguen los problemas económicos en general y la sanidad. En síntesis, el paro y la economía son los grandes problemas para el 82% de los gallegos, según el CIS.

Y, sobre este tapete, podremos reconfortarnos pensando que en Galicia la tasa de paro está hasta tres puntos por debajo de la medida nacional, pero el problema sigue ahí. La clave está en crecer, en generar expectativas para un mercado laboral menguante, a decir de la población activa gallega. Y hacerlo por encima de la media española de forma constante y sostenida en el tiempo para recuperar terreno perdido. No basta con empatar. Sin enfangarnos en datos, basta tirar de perspectiva: Galicia representaba un 5,17% del PIB de España en el año 2000. En 2005, último gobierno de Manuel Fraga, se situaba en el 5,18%. En 2009, tras el bipartito y los años del boom y la alegría, se elevó hasta el 5,26%, para caer en 2015, tras los mandatos de Fejióo y los años más duros de la crisis, al 5,15%. Es decir, por debajo del nivel del 2000.

Crecer y generar expectativas también pasa por hacer de Galicia mucho más atractiva para la inversión extranjera, en mínimos como está. Y dar la vuelta a esa tendencia exclusiva que lleva a que los fondos que llegan del exterior se destinen únicamente a la adquisición de empresas, por ejemplo, y no a levantar nuevos proyectos fabriles, sea en la industria o en la agroalimentación. Galicia invierte en el extranjero cinco veces más de lo que capta del exterior. Entre 2004 y 2015, los gallegos invirtieron casi 11.000 millones fuera de España, mientras que nuestra economía captó 2.200 millones de inversión extranjera. Eso lo dice todo.

Y esa necesaria atractividad debe contribuir a luchar contra otra lacra, esta vez silenciosa: el declive demográfico de Galicia. Se han pueso los cimientos, a través de una consellería reformulada prácticamente "ad hoc". Faltan ahora las políticas, más allá de los cheques bebé. Es tan necesario retener talento, esos jóvenes que se van, como captar mano de obra del exterior, inmigrantes. Desde 2009, la reducción de la población activa en Galicia se sitúa en casi 75.000 personas, que son trabajadores perdidos. El diagnóstico de la situación de la economía gallega está de sobra perfilado. Y basta repasar el análisis DAFO (debilidades, amenazas, fortalezas y oportunidades) incorporado al Plan Estratéxico 2015-2020, que es una hoja de ruta que ha servido para cincelar el programa económico con el que PP ha logrado la mayoría absoluta en las recientes autonómicas. Hay problemas, pero también retos. Y potencialidad.

El reducido tamaño medio de las empresas, la escasa vocación por la investigación, la concentración de las exportaciones en apenas dos sectores como son el textil y la automoción, la falta de espíritu emprendedor (lo dice el análisis DAFO de la Xunta),una productividad por hora trabajada que es inferior en diez puntos a la media nacional y los desequilibrios territoriales entre la Galicia atlántica y la interior son, entre otros, algunos de los obstáculos que lastran y condicionan en el tiempo la evolución de la economía gallega.

Sobre esos ejes debe residir una acción que solamente dará resultados a medio plazo. Con las luces cortas no se puede circular por este tipo de veredas, que lejos de implicar un cambio de modelo tantas veces invocado, nos llevarán a reorientar y concentrar esfuerzos, que semeja algo más práctico. Ejemplo, la sobrecapacidad instalada de nuestros astilleros, con poco recorrido en el mercado global. Enfrente, la agroalimentación, un macrosector llamado a ser pilar de la estructura productiva gallega.

Feijóo y su Gobierno tienen cuatro años más. Galicia no tiene tiempo que perder.

¿Primeros compradores o solo carroñeros?

VAMOS a dejar los eufemismos para otro momento. Los primeros compradores de leche se mueven con total descaro en el campo gallego. No hay impunidad cuando apenas hay regulación. Los conocen unos y otros, y se atribuyen un papel de mera intermediación, con el singular atributo de que cada operación que firman (es un decir) presiona a la baja los precios en un momento especialmente complicado para el sector. Son tratantes de leche, a la más vieja usanza. ¿Meros especuladores? ¿Algo más? ¿Carroñeros, quizá? Conviene detenerse porque estas actividades tienen mucho de oscurantismo al que, por suerte, no todos se apuntan. Veamos.

En España existen algo más de 300 primeros compradores de leche censados, con una media de entre 85 y 90 explotaciones proveedoras por comprador. Lo dice la Interprofesional Láctea en su último informe. Sin salir de Galicia, un repaso al registro de primeros compradores inscritos el Fondo Español de Garantía Agraria, apunta a algo más de un centenar con actividad en las cuatro provincias. En esa nómina, y ahí está la trampa, figuran empresas muy conocidas, que desempeñan su actividad con cierta normalidad ahora que comienzan a repuntar los precios. Hay comercializadores y hay transformadores.

Sin embargo, en el registro aparecen desconocidas firmas, siempre sociedades limitadas, y personas físicas, a título individual. Por haber, existen hasta empresas inmobiliarias, según denuncia Unións Agrarias, que pide endurecer los requisitos legales para operar como primer comprador. No estaría nada mal empezar por ahí.

Alexandre Zehnder, presidente de la farmacéutica Sanofi-Aventis
Un ejecutivo de Sanofi-Aventis en el futuro de Leche Río

MILÁN está más cerca de Lugo. Allí tiene su base de operaciones la filial italiana de la multinacional farmacéutica Sanofi-Aventis, presidida y dirigida por Alexander Zehnder, un ejecutivo cuyo nombre comienza a sonar en Galicia. Y es que Zehnder, yerno de Jesús Lence, se acaba de incorporar al consejo de administración de Lence Torres, la cabecera del holding del empresario de Castroverde. El propio Lence no oculta que la incorporación de Zehnder responde a los primeros pasos de un plan de sucesión al frente del grupo familiar lácteo. Fichaje sin salir de casa, la de Zehnder es una incorporación que presenta dos ventajas en una: ayudará a profesionalizar el consejo del grupo sin recurrir a externos. El ejecutivo ha pasado por otros gandes grupos farmacéuticos y biotecnológicos, como Roche o Genentech. Jesús Lence tiene cuerda para rato, y habla de un proceso de tres o cuatro años. Un plan de sucesión calculado.

Florentino Pérez, presidente del Real Madrid
ACS vende Urbase y se quita de encima problemas en Galicia

LUGO, Ferrol, Narón, A Coruña, Vilalba, Xove, Pontecaldelas, Ribeira, Carballo... Municipios grandes y pequeños. La sombra de Florentino Pérez, en este caso a través de las concesiones de Urbaser, es alargada en la comunidad gallega. Hasta ahora. El grupo del presidente del Real Madrid, que opera en esta comunidad a través de una treintena de firmas, se ha desprendido de su brazo de concesiones de residuos y medioambiente. Urbaser, que pasa a manos chinas, da empleo a un millar de personas en Galicia y se había convertido en los últimos años en un auténtico quebradero de cabeza para algunos municipos, caso de Lugo, A Coruña y Ferrol. Florentino también ve cómo su reinado en las adjudicaciones de obra pública se esfuma en los últimos años. Con la venta de Urbaser, ACS no solo genera plusvalías; se quita unos cuantos problemas de encima.

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