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El reto de Francisco Conde

▶ El vicepresidente económico lidiará con una crisis que irrumpe en plena reconversión
Toma de posesión de Francisco Conde. EP
photo_camera Toma de posesión de Francisco Conde. EP

FRANCISCO CONDE tiene anotadas en su agenda citas importantes. Una de ellas, inminente, será con la Asociación Gallega de la Empresa Familiar, que da voz a las sesenta principales compañías gallegas (55.000 empleos en conjunto) y se ha convertido por derecho propio en esta crisis en la gran referencia de las patronales en Galicia. Este grupo, que no suele gastar pólvora en salvas, ha sido algo más que un amplificador de los problemas de la empresa en la crisis del covid-19. También ha aportado ideas valiosas a ese comité de expertos armado por Feijóo en pleno confinamiento. 

Y a buen seguro que Francisco Conde escuchará sereno y circunspecto las demandas de la asociación, que serán unas cuantas. Porque es su estilo. Pocas voces se escuchan más altas que otras en la Consellería de Economía, su feudo desde 2012, cuando Feijóo optó por dar relevo a un desbordado Javier Guerra al frente del departamento. Y tiró para ello de un asesor de máxima confianza que hoy es el vicepresidente económico de la Xunta.

Más allá de lecturas políticas, que las hay (premio a una gestión, contrapeso al poder de Alfonso Rueda en esta última legislatura de Feijóo…), la primera conclusión, y quizá la más trascendente, es que con la creación de la vicepresidencia segunda se coloca en su lugar el gran problema sobrevenido con el Covid-19: la crisis económica. 

Y algo está cambiando entre las prioridades de la Xunta. Sin ir más lejos, esa consellería que seguirá pilotando Conde es ahora de Economía, Empresa e Innovación, cuando hasta hace nada era la de Economía, Emprego e Industria. Además de separar las competencias relacionadas con empleo, que ahora serán responsabilidad de María Jesús Lorenzana, el primer mensaje está claro: prioridad para el “core” del tejido productivo, las empresas, en un nuevo relato que tiene mucho que ver con la economía que viene, verde, sostenible, tecnológica e innovadora. La crisis acelerará esta transición. 

Y de la teoría a la práctica. El primer reto de Conde consistirá en distinguir entre lo importante y lo urgente, cuestión capital en estos momentos. Asuntos como la venta de la planta de aluminio de Alcoa en San Cibrao cumplen ambos requisitos. Esta semana será decisiva. Y aunque es un asunto entre empresas, el rol de las Administraciones públicas resulta vital. Conde ha mirado mucho a Madrid en la crisis de Alcoa, porque allí se decide la política energética y porque el margen de la Xunta, hay que decirlo, es escaso. A esa labor de necesario pegamento para que no se rompan las negociaciones, el vicepresidente suma ahora una propuesta de préstamos participativos, todavía sin cuantificar, para dulcificar el aterrizaje de Liberty en San Cibrao. 

La de Alcoa es la clave de bóveda que sostiene todas las presiones acumuladas de una industria en declive, más pasado que presente, que tiene en vilo a miles de empleos en Galicia. As Pontes, Meirama, Ferroatlántica… Galicia asistía a toda una reconversión industrial, muy distinta a la de los años ochenta, cuando llegó el covid-19. Y la sombra de esos problemas se agiganta sin respuesta con el paso de los días. 

La transición energética es el sustrato donde parece asentarse el futuro de Galicia, muy lejos de las térmicas tradicionales o la industria pesada. El maridaje para ese cambio pasa en cierta medida por el covid-19. Y es precisamente el aprovechamiento de los millonarios fondos europeos de reconstrucción la palanca de cambio que Galicia debe aprovechar. En esto, el monfortino tendrá que estar muy fino. La UE apuesta por un modelo finalista. Y es muy clara:  destinar las ayudas a impulsar las energías renovables, la eficiencia energética, el transporte limpio, el despliegue de banda ancha o la formación profesional.

Sobre esas aguas tendrá que navegar el vicepresidente primero, que tiene sobre la mesa tres grandes proyectos de inversión que ahora deben tomar forma, millonarios en cuanto a inversión y que no pueden quedar en el cajón de las promesas incumplidas. La Xunta ha mostrado sus cartas. Un centro de fabricación de fibras textiles a partir de madera, fundamentalmente de celulosa y residuos biológicos; una planta de transformación de residuos y purines para la producción de biogás y fertilizante, y una central de hidrógeno verde de 50 megavatios, son los ejes de los denominados proyectos tractores. El vicepresidente Conde estará al volante.

Inditex da con la tecla para salir de la crisis
INDITEX HA resuelto con solvencia esa incógnita de cómo sería el dibujo para la salida de la crisis. De tan singular abecedario ha elegido la V: una caída abrupta, directamente proporcional al cierre de tiendas, y una recuperación también vigorosa. Todo un síntoma. A finales de julio el 96% de sus tiendas estaban ya abiertas. El grupo propietario de Zara arranca su año en febrero, como gran parte del sector, y fue en el segundo trimestre (entre mayo y julio) cuando volvió a beneficios: 214 millones, frente a los 816 millones del mismo período del año pasado. En Arteixo saben que determinados hábitos adquiridos a fuerza de restricciones han venido para quedarse. Por eso en venta online ha crecido un 74%. 
Una saga de empresarios en la batalla del covid
ES EL primo en la sombra. Siempre en segundo plano. Pedro Fernández Puentes parecía hasta ahora pasar de puntillas por la vicepresidencia de Pharma Mar, de la que controla un 4,5%, con José María Fernández de Sousa-Faro a los mandos. Presidente de Zelnova Zeltia, Pedro Fernández echó una mano a su primo José María el año pasado, al adquirir la filial química de la antigua Zeltia y de paso ayudar a sanear la cotizada biotecnológica. Pero el grupo que pilota Pedro es algo más: es el presidente de Zendal, con base en O Porriño, que emerge en plena crisis del covid. Acaba de llegar a un acuerdo con la multinacional Novavax para la producción para Europa de su vacuna contra el coronavirus. Vuelven los Fernández.