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María Casares: amargura nunca, dolor sí

SEÑOR DIRECTOR:

Pasé por la exposición ‘María Casares, actriz océano. Itinerario de una exiliada’. Está abierta en el Kiosco Alfonso de A Coruña. Celebra el centenario del nacimiento de la actriz. La recupera para la ciudad en la que vino al mundo y a la que nunca regresó desde 1936 en que parte con su madre al exilio. Su padre, Santiago Casares Quiroga, controvertido político, se iría a París después. Con la presencia alemana en Francia, un segundo exilio a Londres. La madre y la hija siguen en la capital francesa. Casares Quiroga, amigo de Azaña, presidió el Consejo de ministros en los meses anteriores al golpe militar.

Blog de Lois Caeiro

La Fundación Luis Seoane abría esta pasada semana ‘…ma patrie, mon finistèrre’, con fragmentos de la correspondencia entre Albert Camus y María Casares. Las cartas, (‘Correspondance’ 1944- 1959) están en un libro, casi 1300 páginas, que Gallimard publicó en 2017. Sin traducción todavía, actualizó el interés por María Casares. Si una imagen vale por mil palabras, la foto de Camus y Casares en la faja que envuelve la cubierta muestra toda la ternura del amor y la fuerza de la pasión. Según algunas versiones, que de no ser ciertas merecerían serlo, Camus y Casares se convirtieron en amantes la noche del Día D, cuando los aliados desembarcan en Normandía. Fue "la mujer de su vida", según Catherine, hija del escritor y autora de un precioso libro ‘Albert Camus. Solitario y solidario’. "Se enamoraron dentro de un amor verdadero. Y el amor es lo más bonito del mundo", confesaba esta hija del segundo matrimonio de Camus a Javier Becerra. Camus fue para María Casares "padre, hermano, amigo, amante y a veces hijo".

Galicia, especialmente A Coruña donde nació, celebra con publicaciones, exposiciones y actos diversos el centenario de su nacimiento en Rúa Panaderas (21.11.1922-22.11.1996). Le citaré a usted a Trifolium, que en 2009 publicó la traducción gallega de ‘Residence privilegiée’, las memorias de la gallega que triunfó en el teatro y en el cine en Francia. La editorial lanzó ahora ‘María Casares. Mi patria es el teatro’, un pequeño libro con textos de diversos autores, entre ellos Manuel Rivas. Hay que destacarlo: fue de los pioneros en dar a conocer en los medios gallegos y españoles a María Casares.

Antes de sentarme a escribirle esta carta he vuelto a ver el ‘A fondo’ con la residente privilegiada, la actriz, la mujer que hace memoria. María Casares fuma literalmente un pitillo tras otro, se mueve en la silla y gesticula con intensidad durante toda la entrevista con Joaquín Soler Serrano. Herencia quizás de una gran timidez que confiesa tenía en su juventud.

El programa mantiene la atención: es toda una confesión introspectiva de una experiencia vital intensa. Ver la entrevista es una cómoda vía de encontrar y conocer la personalidad de María Casares. "Nunca hubo amargura" en su familia de exiliados, "dolor sí". El exilio verdadero fue, según confiesa, la marcha de Galicia a Madrid, el abandono del Montrove rural, de la pequeña urbe que era A Coruña, al paisaje castellano, a la ciudad que era Madrid. El drama duro es el de Esther, su media hermana, a la que la guerra la coge en Galicia y es perseguida por ser hija de Casares Quiroga. Hasta mediados de los años cincuenta no la dejan salir del país. La absurda irracionalidad de la violencia civil se manifiesta en hacer desaparecer del registro civil el nacimiento del político, destruir y vender su biblioteca. Quizás sería más impactante hoy en la casa-museo encontrarse con el vacío en las vitrinas de la biblioteca que el relleno con ejemplares que no son los suyos.

La mujer que aparece en el ‘A fondo’ se aproxima a los sesenta años. Confirma la opinión de Simone de Beauvoir: "Era muy bella". La autora de ‘El segundo sexo’ la conoció en una fiesta a la que la llevó Camus cuando la exiliada se iniciaba como actriz. Desde su llegada hasta su primer papel en el escenario habían pasado cinco años "de locura": aprender la lengua, volver a los estudios que dejó con 13 años en España, la integración, la escena. No hubo tiempo para sentirse exiliada. Buscaron meterse, norma de los gallegos por el mundo, en la sociedad a la que habían llegado y no buscaron refugio en otros exiliados. Soler Serrano le recuerda que sus ojos eran famosos en su juventud por su belleza, y "ahora". El programa ofrece algún primer plano de mirada directa a la cámara. La portada del librito de Trifolium recoge el protagonismo de esos ojos.

La presencia del acento gallego, la particular fonética coruñesa, de su niñez, con la partitura vital del francés dan una musicalidad especial, atractiva a su conversación.

En la introducción a ‘O tempo das mareas’ (María Lopo, Consello da Cultura Galega) Ramón Villares afirma la presencia permanente de Galicia en María Casares. Villares ofrece ahí una visión total de María Casares. El capítulo que ella dedica a Galicia en ‘Residente privilegiada’ confirma el peso de "la infancia, la primera, la verdadera, la que es siempre nacimiento y prodiga privilegios y prohibiciones que nos acompañan durante toda una vida". Le confiesa a Soler Serrano que la escritura de la memoria de Galicia le salió torrencial, sin esfuerzo, en solo una noche, en contraste con el esfuerzo de recuperar otros recuerdos. 

"Reencuentro" es una palabra, la expresión de un sentimiento existencial importante para María Casares. Por ejemplo, cuando con Camus se encuentra con el mar y el paisaje de la Bretaña: regresa al espacio de su infancia gallega. El testimonio personal de esa experiencia, del regreso está en ‘Residencia privilegiada’. Se acaba de reeditar con prólogo y notas de María Lopo, la gran estudiosa de María Casares.

El encuentro con aquel tiempo perdido y que el exilio cortó, lo sitúa Villares en Buenos Aires. A principio de los años sesenta experimenta una crisis existencial en la que descubre la necesidad de encontrar raíces, asideros vitales. Camus había muerto el 4 de enero de 1960. El viaje a Buenos Aires es esa busca y el encuentro con los exiliados gallegos es un regreso: "En Buenos Aires es la primera vez que encontré a la familia". Luis Seoane fue fundamental.

De usted, s.s.s.

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