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Mentiras y engaños

La calidad informativa no la garantizan la multiplicación de noticias y la opinión como espectáculo

SEÑOR DIRECTOR:

"La primera de todas las fuerzas que dirigen el mundo es la mentira". Así arranca El conocimiento inútil, un clásico de Jean François Revel, un periodista, filósofo, gastrónomo e intelectual "sensato e iconoclasta, original e incisivo", un liberal social. Para Vargas Llosa, fue en los últimos decenios del pasado siglo un hombre que recordaba a Albert Camus o George Orwell. Como ellos combatió en solitario. "Todo el arte de la guerra está basado en el engaño" ("duperie"), según el escritor, periodista y profesor de Sciences-Po Rémi Kauffer.

Son unos aperitivos que le propongo para situarnos en lo que pretendo apuntarle en un ambiente de guerra y con una pandemia que aún tiene pendiente el diagnóstico de la (des)información que la rodeó.

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El apasionante libro de Revel lo publica y recupera en este mes de febrero Página Indómita. No es la verdad la fuerza que decide y mueve la sociedad. Los prejuicios, la pasión descontrolada por el poder siguen como condicionantes, e instrumentos de manipulación al mismo tiempo, para quienes toman las decisiones en una sociedad en la que la información, la ciencia o el conocimiento permitirían construir una humanidad segura y más feliz. La guerra en Ucrania y las amenazas que hay sobre Europa y el mundo nos muestran que poco o nada se ha avanzado, se ha corregido, sobre errores del pasado. La guerra y la destrucción son unas posibilidades reales en 2022, le adelantaba en una carta a principios de enero en la que recordaba la necesidad de los mapas para entender y situarnos.

Le añadiré, en base a su tolerancia, un par de ingredientes más en este aperitivo: el exceso de informaciones, de noticias, como arma de desinformación, según tesis de Edgar Morin y, por lo que pueda tener de curiosidad para aproximarse al panorama político-farmacéutico de la desinformación en la pandemia: Las multinacionales americanas en guerra contra Europa, en versión de Rémi Kauffer (Grasset), del que ya le apunté la cita del engaño como base de la guerra.

Tengo entendido, y hago un paréntesis, que la editorial Página Indómita hay que agradecérsela a la iniciativa de un gallego. Con independencia de paternidades, merece por los títulos que publica, la atención y el apoyo de los medios. Es una urgencia ir más allá del ensayo oportunista, puntual para no ser ofensivo, y del pensamiento y las ideas uniformes, políticamente correctas. El catálogo ofrece obras y autores que sin necesidad de pretexto piden atención. Están, entre otros, Isaiah Berlin, Raymon Aron o Simone Weil. Los lectores y compradores no debemos responder a todo lo comercialmente programado, ni deberíamos practicar la sumisión ante la línea de lo políticamente correcto. Página Indómita ofrece oxígeno en un panorama que empieza a ser uniforme y asfixiante. En el catálogo está también, y le aseguro a usted que termino con esta publicidad de títulos, Verdad y mentira en la política, de Hannah Arendt, una lectura que no viene mal para este tiempo de convulsiones, incluidas las de los populares españoles, y riesgos reales para la paz y la convivencia.

No parece que sea un disparate sospechar que bajo la guerra y la pandemia asistimos a auténticos ejercicios de desinformación. Hay burdos ejemplos estos días. Para Rusia, y por decreto y amenazas solo existe la verdad de la información oficial. Para quienes en España seguimos la preocupante actualidad de la guerra en Europa y las derivaciones que puedan venir, da la impresión de que se ha impuesto un discurso uniforme para valorar el problema: las democracias y las libertades frente al sátrapa Putin y los afanes expansionistas rusos. Personalmente, señor director, me parece simplificar demasiado. No se trata de agotar los adjetivos para la agresión de Putin y para los peligrosos escenarios que puedan venir. No se trata de adjetivos, se trata de entender qué pasa, aunque el común de la ciudadanía no tengamos que descender a las complejidades de la geopolítica, a la historia o a las tensiones en la reconfiguración de potencias y bloques de intereses e influencia.

De lo que se escuchaba estos días en los monográficos permanentes de las radios y televisiones públicas me parece una brillante excepción el exministro José Manuel García-Margallo. Desmenuzó de forma comprensible y objetiva antecedentes de esta invasión, los temores y las tensiones de Rusia con Europa, con recuerdos del pasado –desde Napoleón a Hitler– que alimentan esa prevención; los escenarios probables que siga la guerra –todo apunta a que no serán los menos malos–; la necesidad de evitar choques directos de la Otan y Rusia, salvo para quienes ansíen el apocalipsis, y la necesidad de trabajar la diplomacia occidental, y la Unión Europea como interesada directa, en busca de vías de salida tales como la finlandización de algunos países de la desaparecida Unión Soviética. En diferentes intervenciones le escuchamos insistir en la necesidad de explicar y conocer los antecedentes de esta guerra, qué siguió y se acordó a la caída del bloque soviético, o en los caminos que deberían seguir las posiciones diplomáticas de EE.UU. y Europa para que la despiadada acción de Putin no lleve a una catástrofe humanitaria mayor.

Tanto la provocación o invitación a pensar de Revel –la mentira como gran fuerza–, como el claro diagnóstico de Edgar Morin de que es desinformación la saturación de noticias, la reiteración de las mismas, la mayoría de ellas inútiles o sin interés para la audiencia que las recibe, son principios útiles para situarse ante el panorama informativo de la guerra.

Hay una pregunta que deberíamos hacernos, ¿estamos mejor informados sobre la causas desencadenantes de la guerra en Ucrania, la evolución del ataque ruso y los desenlaces posibles después de informativos continuados de 24 horas en las radios y las televisiones? El mundo de ayer, el de los dos bloques, ha cambiado o está en proceso de cambio. De simple y maniqueo, de buenos y malos, se ha transformado en complejo y más escurridizo para la comprensión. En ese cambio se enmarca este conflicto, esta auténtica tensión de fuerzas. Hay más factores que la cruel irresponsabilidad del dirigente Putin que los primeros que la sufren es población inocente.

De usted, s.s.s.

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