Blogue | Que parezca un accidente

John Lennon, el gallo y Maradona

He leído en algún rincón de la prensa deportiva que Diego Armando Maradona había comenzado a entrenar a un equipo argentino llamado Gimnasia. En el artículo se analizaba la pertinencia del fichaje, se dudaba de la capacidad de Maradona para ponerse al frente de un club de primera división y se sostenía que, en realidad, el encargado de dirigir al equipo en los aspectos tácticos del juego sería el segundo entrenador.

Maradona había sido fichado —tal y como el periodista afirmaba y, además, celebraba— para motivar a los jugadores. Para despertar en ellos el ánimo competitivo. Su mera presencia en el vestuario era suficiente para convertir a Gimnasia en un equipo ganador. El club no había fichado a un director técnico, explicaba el artículo; el club había fichado "a un símbolo". Una reflexión que me pareció muy interesante pero que muchos podían considerar inacabada, ya que conducía a una pregunta evidente: podemos estar todos de acuerdo en que Maradona es un símbolo, claro que sí, ¿pero un símbolo de qué?

Quizá lo mejor de los símbolos —aunque seguramente Umberto Eco discreparía de esto— es que a veces no hace falta que simbolicen nada. Cuando Rodrigo García Barcha llegó a la universidad en Londres a mediados de los años 80, la inmensa mayoría de sus compañeros no sabían quién era, como tampoco lo sabían sus profesores. A propósito de símbolos, el trabajo que había que hacer para el examen final de Semiótica en la clase de Rodrigo consistía en analizar el simbolismo del gallo en la novela 'El coronel no tiene quien le escriba' de Gabriel García Márquez.

Algunos alumnos defendieron que el gallo representaba la fe inmortal del coronel, que lo mantenía vivo a pesar de la necesidad. Otros quisieron ver en el gallo el espíritu revolucionario de los pueblos. En su trabajo, sin embargo, Rodrigo expuso que el gallo solamente era el gallo y que no se requerían otras disquisiciones, pero al descubrir que su tesis era tachada por su profesor de pobre y simplista —lo que le conduciría a un estruendoso suspenso— explicó que había telefoneado a su padre, Premio Nobel de Literatura y autor de la novela en cuestión, y eso era exactamente lo que le había contestado. "Dile a tu profesor que el gallo es el gallo. Y que no joda". Contra todo pronóstico, el gallo había pasado a ser de repente un magnífico símbolo que no simbolizaba nada. Palabra de Gabriel García Márquez.

Las metáforas vacías suelen desconcertarnos. Lo menos que se le pide a una metáfora es que sea la metáfora de algo. Y por eso cuando no sabemos qué representa un símbolo, nos lo inventamos. A John Lennon le hacía mucha gracia esta conducta, especialmente cuando observaba cómo los críticos de su época se estrujaban los sesos para intentar descifrar qué querían decir exactamente sus letras, frecuentemente cargadas de imágenes.

Cuando se publicó la canción 'I Am the Walrus', se escribieron auténticos tratados que aseguraban haber descodificado lo que John Lennon había querido decir con aquel tema. Pero la realidad de su significado era radicalmente distinta a lo que todos habían propuesto: sencillamente, el músico británico había compuesto la letra con la única intención de volver locos a todos los que decían saber interpretar qué representaba cada palabra. A los que afirmaban haber descubierto qué simbolizaban todos aquellos símbolos que, en realidad, no simbolizaban nada.

La idea de cantar "yo soy la morsa" la extrajo literalmente de 'La Morsa y el Carpintero', un poema de Lewis Carroll contenido en 'A través del espejo y lo que Alicia encontró allí'. La referencia a los "hombres huevo", sobre cuyo posible significado se escribieron docenas y docenas de artículos, era solamente un guiño a Eric Burdon, de The Animals. El pingüino elemental que cantaba el Hare Krishna era en realidad un insulto velado al poeta Allen Gingsberg. Hay toda una sección de la letra que no es más que una adaptación de una canción infantil que Lennon tenía casi olvidada. Cuando le pidió a su amigo Pete Shotton que se la recordase y éste le envió los versos por carta, Lennon le contestó: "A ver si esos cabrones resuelven ésta".

Puede que no sepamos muy bien qué simboliza Maradona. Puede que ni siquiera sus jugadores lo sepan. De hecho, es muy posible que ahora mismo Maradona no simbolice nada en absoluto. Pero eso qué importa. A veces los símbolos no tienen que simbolizar nada. Lo único que importa es que estén ahí, bien a la vista, donde todo el mundo que lo necesite pueda observarlos y, en caso de concederle algún valor a esas cosas, sentirse inspirado. Con eso basta. Y a todo aquel que opine lo contrario hay que explicarle que Maradona es Maradona y que el gallo es el gallo. Nada más. Y que no joda.