AUNQUE NADIE lo diga abiertamente, el detonante que provocó la estampida de Anova de la coalición con Podemos y Esquerda Unida para las elecciones generales fue el empeño casi obsesivo de los socios estatales de meter a Yolanda Díaz con calzador al frente de la lista de Pontevedra con el objetivo de garantizarle un asiento en el Congreso a la ferrolana a partir del próximo 28 de abril.
Es cierto que hubo otros detalles que no animaron a Anova a hacer un esfuerzo integrador, como el disparo al aire de enviar a Xosé Manuel Beiras de senador sin consultarlo a nadie; la nula implicación de las principales mareas municipales en la campaña de las generales; o el constante desprecio de Unidos Podemos a los dos diputados nacionalistas de En Marea en el Congreso, Fernán Vello y Alexandra Fernández. Pero lo realmente irritante fue lo de Díaz.
→ ¿Ganaría Yolanda unas primarias?
El desembarco de Antón Gómez Reino en Galicia para hacerse con el liderazgo de Podemos en octubre del año pasado no solo respondió a la intención de Pablo Iglesias de tener un territorio bajo su control, sino que le vino muy bien al coruñés para blindar su futuro en el Congreso. Su puesto orgánico se convirtió en el pasaporte para encabezar la lista de En Común-Unidas Podemos por A Coruña, como en 2016. Para Díaz quedaba el segundo lugar, igual que hace tres años.
Pero el escenario cambió y la ruptura de la llamada unidad popular, con En Marea por un lado y En Común-Unidas Podemos por el otro, complica el éxito electoral de ese segundo escaño coruñés. Y como Yolanda Díaz, que tiene plena sintonía con Pablo Iglesias, no se podía quedar descolgada, se puso en marcha la operación para buscarle acomodo en algún sitio. Se habló de Madrid, pero en la lista de la capital también hay codazos y tampoco le iban a tender una alfombra roja a la diputada gallega.
Entonces, se puso en marcha la operación Pontevedra. Como las matemáticas indican que los escaños para el rupturismo en Ourense y Lugo serán más caros que nunca, Podemos y EU trataron de meter con calzador a Díaz al frente de la lista pontevedresa, un puesto tradicionalmente —al menos en 2015 y 2016— reservado a Anova. Lo que ocurre es que la incapacidad del partido nacionalista de presentar un nombre de garantías, unido al empeño de sus socios con Díaz, acabó por provocar la ruptura y el fin de una aventura nacionalista-federalista que duró casi siete años, desde su alumbramiento en forma de Age en 2012. Al final, resulta que Luís Villares tenía más razón de la que le daban cuando hacía su diagnóstico sobre los dedazos, los pactos de cúpulas en los despachos y el reparto del poder en base a cuotas y siglas. ¿O realmente ganaría Yolanda unas primarias?
→ Una maniobra no exenta de riesgo
Lo que pasa es que es una maniobra de altísimo riesgo para En Común-Unidas Podemos. Por un lado, ya tuvo un coste en forma de ruptura de la unidad, con la salida de Anova, que garantizó que no hará campaña «por ninguén». Y por otro, el movimiento es tan cantoso que va camino de generar una cofradía de cabreados, algunos dentro de las propias siglas de Podemos y EU.
Pero lo peor de todo es que ni siquiera ese primer puesto le garantiza nada a Yolanda Díaz. En Marea logró 159.000 votos —redondeando— en las generales de 2015 en la provincia de Pontevedra y, solo seis meses después, en la repetición de los comicios, se quedó en menos de 136.000. Logró dos escaños, los de Alexandra Fernández y Ángela Rodríguez ‘Pam’ —a la que por cierto se dice que Podemos le ofreció algo en clave autonómica a cambio de ceder su puesto sin protestar a Díaz en la actual lista—. Pero a esos apoyos hay que restar ahora los que se lleve la En Marea de Luís Villares y los de una Anova que no se mojará. Un factor interno al que se suman otros externos: un PSdeG al alza; un Ciudadanos más reforzado que cuando hace tres años se quedó a apenas 4.000 votos del escaño en esa circunscripción; y un Bloque entonces enterrado y hoy renacido. Eso sin contar factores sorpresa como pueden ser Vox o el Pacma.
Las encuestas le daban a En Marea entre 3 y 4 escaños en Galicia antes de la división en dos candidaturas, así que Yolanda Díaz no tiene nada hecho. Puede necesitar alrededor de 70.000 votos, una cifra respetable. Así que desde Madrid a lo mejor estuvieron echando las cuentas de la lechera.
Juventudes de partidos, el origen de la falta de sintonía con la política
LAS ELECCIONES llaman a la puerta y los cachorros de los principales partidos políticos salen del letargo en el que viven el resto del tiempo. Lo cierto es que en las organizaciones juveniles de los partidos comienza el divorcio actual entre sociedad y política, ya que, salvo contadas excepciones, son agrupaciones fantasma con escasa actividad y presencia social que, para colmo, reproducen los peores vicios de sus mayores: repiten el argumentario y no marcan líneas propias ni cultivan el espíritu crítico. En medio de tanto tedio hay que destacar la campaña de Aitor Bouza y las XX.SS. ‘Faino con Pedro’, donde tiran de humor y pasean un colchón hinchable por toda Galicia. Es lo que hay.