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Política en tiempos de coronavirus

Alberto Núñez Feijóo. EFE
photo_camera Alberto Núñez Feijóo. EFE

POCO DURÓ la tregua política por el coronavirus, si es que en algún momento llegó a haberla. Desde que la sociedad fue consciente de la gravedad de la pandemia, la inmensa mayoría de los políticos se enfundaron el traje de hombres y mujeres de Estado y lanzaron mensajes de lealtad, unidad y apoyo. Y lo hicieron además en un tono institucional que en algún caso provocaba dolor de oídos por su artificialidad.

Pero la hostilidad política fue creciendo de forma casi proporcional a los contagios de coronavirus. Los mensajes de lealtad van ahora acompañados de algunos reproches y al que se expone demasiado le caen palos. Ocurre a nivel nacional, donde algunos políticos ya ni siquiera responden a las llamadas del presidente; y se reproduce también a nivel autonómico, donde la oposición fue mucho más suave con la comparecencia de Núñez Feijóo en el Parlamento que con la de Alfonso Rueda o Fabiola García tan solo ocho días después.

Durante esta crisis sin precedentes se está dando una situación muy curiosa que ilustra a la perfección la contradicción permanente en la que muchas veces viven nuestros representantes públicos y que explica en parte su distancia, cada día más sideral, con los ciudadanos. Y es que mientras se llenan la boca con mensajes de lealtad, aprovechan la mínima oportunidad para atizarle al contrincante político. Lo hacen los de todos los colores y los de todos los niveles.

Los ayuntamientos del PP reprochan a las diputaciones gobernadas por el PSOE su falta de implicación, mientras que algunas de esas diputaciones socialistas agradecen el apoyo del Gobierno central ante la ausencia de respuesta de la Xunta. Y la Xunta, por su parte, sostiene que es la única que aporta material porque el Ejecutivo central no lo hace. Y Sánchez, como no tiene a quien darle palos, dispara a la UE. Eso sí, toda esta batalla política se envuelve en un tono de lealtad y llamadas a la unidad.

Nadie va a acusar a nuestros representantes de crear el coronavirus ni de traerlo aquí. Pero del papel que hagan en la actual situación y, sobre todo, de cómo gestionen la devastación económica y social que se avecina, dependerá su reconciliación definitiva con una sociedad que, no olvidemos, sitúa a los políticos como el segundo problema más importante del país.

Por el bien de todos, que no se conviertan en el primero.