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La Casa-Hospicio de Pontevedra (II)

El Hospicio de Pontevedra dio cobijo durante décadas a menores que, en muchos casos, hicieron de la institución su familia gracias al soporte económico de iniciativas ciudadanas y al amparo de la Diputación
Navidad de 1952 en el Hospicio de Pontevedra. ARCHIVO GRÁFICO DEPO
photo_camera Navidad de 1952 en el Hospicio de Pontevedra. ARCHIVO GRÁFICO DEPO

LOS HOSPICIOS son, según la RAE, "establecimientos benéficos en los que se acoge y da mantenimiento y educación a niños pobres, expósitos o huérfanos". La semana pasada ya explicaba el proceso histórico, muy resumido, desde el surgimiento de los hospitales a las Inclusas, Hospicios o Asilos.

Para los más desfavorecidos, unidos bajo el nombre de beneficencia o caridad, surgieron iniciativas como los Kermesse que, mediante diferentes actividades, recaudaba fondos para la llamada beneficencia. En Pontevedra no había persona bien situada que se preciase que no aportara su donativo que, además, se hacía público en la prensa con la cantidad aportada y servía de efecto llamada.

También se editaron numerosas revistas para dar visibilidad a este problema social de la pobreza y el abandono, sobre todo durante el s. XIX, como La voz de la Caridad, dirigida por la escritora y activista Concepción Arenal. Precisamente en uno de sus números escribía: "Tu amigo, tu compañero,/tu esposa, tu amada hija,/tú mismo, tal vez, consuelo/que la miseria acrecienta/que la caridad alivia./El niño que llorar deja/la mal pagada nodriza;/el enfermo que no haya/quien le ampare y quien le asista;/el anciano tembloroso/sin fortuna y sin familia;/el triste hambriento, que sufre/olvidado en su boardilla,/aparecen en recuerdo/a la tropa compasiva/que va por calles y plazas/uno, y otro, y otro día,/pidiendo para los pobres/con solicitud activa".

En Pontevedra el primer hospicio se fundó en 1 de junio de 1853 con el nombre de Casa-Hospicio de Pontevedra, que acogía a niños y mayores. Su primera ubicación estuvo en un anexo al convento de Santo Domingo y después en la parte de los jesuitas de San Bartolomé, conocido como Hogar Provincial, que también acogió la Inclusa, que era para menores hasta los siete años.

Convento de los jesuítas que fue Hogar Provincial. M. BARÁ

No es hasta 1878 cuando se hacen cargo de la gestión diaria de la institución las Hijas de la Caridad. Muchos menores provenían de la Inclusa cuando cumplían los siete años. En el Hospicio de Pontevedra, los niños y niñas, podían estar hasta los 18 años; edad en la que tenían que abandonar la institución que les había acogido toda su vida. Los menores, a veces, se abandonaban de manera anónima y otras se entregaban temporalmente hasta que la situación de la familia mejorase, en cuyo caso volvían a sus hogares; se trataba de madres solteras, familias de escasos recursos o viudos. El Hospicio también acogía a niños sordo-mudos y a personas mayores con algún problema de salud sin familia en la ciudad, como fue el caso del franciscano P. Plácido, que tenía un problema en la vista, «sufre el ilustre hijo de San Francisco, un padecimiento á la vista, hallándose al cuidado de las Hermanas de la Caridad en la Casa Hospicio (de nuestra ciudad)», relataba La Correspondencia Gallega.

El Hospicio de Pontevedra contaba con aulas para la enseñanza y talleres para aprender diferentes oficios con los que los niños pudieran ganarse la vida después. En su excelente trabajo de investigación con el título Música y beneficencia: una visión a través de la Banda de música del Hospicio de Pontevedra (1854-1903), Nuria Barros explica sobre las niñas: "Su educación se orientaba a la formación de mujeres de bien y se centraba en el aprendizaje de nociones básicas –lectura, escritura, aritmética, doctrina cristiana e historia sagrada–, y de las consideradas labores propias del sexo –costura, planchado de ropas y condimentación de la comida–". Las instalaciones contaban con capilla donde se celebraban misas, en concreto por en 1897 los sábados eran a las seis.

De entre todas las actividades que realizaron sobresalió con creces la famosa Banda de Música del Hospicio de Pontevedra o Banda de Beneficencia. Estaba compuesta por niños del Hospicio y músicos externos y a lo largo de los años la composición de la banda fluctuó entre 20 y 40 componentes.

Llegó a ser tan requerida que en el año de 1897 Nuria Barros contabilizó hasta ciento siete actuaciones, que se dice pronto. Ese año, con otras bandas, acompañó a la procesión del Corpus: "Por la tarde habrá un paseo en la Alameda que amenizará la música del Hospicio", en horario de seis a ocho. En la festividad de la Virgen del Carmen, "Cerraba la comitiva la banda del Hospicio ejecutando preciosas marchas". Y no podían faltar en la fiesta de la Peregrina de ese verano, "Concurrirán a la procesión las bandas del Hospicio y La Popular, así como la fuerza de infantería franca de servicio". En la procesión de la fiesta de San Roque, "Dos largas filas de personas con vela, precedían á la venerada imagen, siguiendo el clero parroquial con cruz alzada. Cerraba la comitiva la música del Hospicio y un piquete de infantería".

Una banda que era reclamada fuera de la ciudad y se desplazaba a otras localidades como en septiembre de 1897 que lo hicieron a Sanxenxo, "Al mediodía de hoy saldrá con dirección á la villa inmediata de Sanjenjo la banda de música del Hospicio que dirige el Sr. Licer, con objeto de asistir á la festividad de Santa Rosalía que tendrá lugar hoy y mañana y que promete estar muy lucida". O en las fiestas de Poio, "Esta agrupación musical ha sido contratada para la procesión de Nuestra Señora de las Mercedes que tendrá lugar en Poyo Grande el próximo viernes". Para recibir en Pontevedra al cardenal arzobispo José Martín de Herrera, "La banda del Hospicio se situará en los andenes de la estación ferroviaria y probablemente lo hará también la fuerza de infantería, á fin de tributar al Ilustre Príncipe de la Iglesia honores de Capitán General". La banda se disolvió hacia 1903 y es una pena, porque existen pocas fotografías de la misma.

Por suerte o por desgracia, según cómo se analice, en la actualidad todavía existen hospicios e inclusas en casi todas las capitales de provincia que en Pontevedra, prácticamente en toda su historia, estuvieron a cargo de la Diputación Provincial.

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