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José Quiroga y Méndez, el navegante de O Fabal

Esta es la apasionante vida de un gallego perteneciente a la Compañía de Jesús que abrió nuevos caminos en América y llevó a cabo la primera expedición científica a la Patagonia

José Quiroga y Méndez, Joseph o Méndez Quiroga como figura en otros documentos, fue un jesuita explorador, matemático, astrónomo, naturalista y cartógrafo que nació el 14 de marzo o mayo de 1707 en O Fabal, parroquia de Adina perteneciente al municipio de Sanxenxo, según el historiador argentino y jesuita de ascendencia irlandesa el P. Guillermo Furlong Cardiff, el mejor biógrafo de Quiroga, tesis que también sostiene el historiador naval pontevedrés Amancio Landín, aunque otros autores le asignan el nacimiento en Lugo o A Coruña.

Estudió Matemáticas y Física y en alguna escuela náutica, e hizo prácticas de navegación por el Atlántico y Mediterráneo, Artes en Santiago, además de dos años de Teología y uno de Filosofía. Ingresó con veintinueve años en la Compañía de Jesús en A Coruña el 12 de abril de 1736 y se ordenó sacerdote de la Compañía en el Colegio de los jesuitas en Santiago de Compostela en 1741.

Quiroga fue seleccionado con otros jesuitas y partió de Santiago de Compostela el 4 de junio de 1741 rumbo al Puerto de Santa María, lugar en el que permanecería cuatro años en el Hospicio de Indias para instruirse debidamente antes de partir al Nuevo Continente. El 10 de enero de 1745 emprendió la travesía hacia Trinidad en Buenos Aires (Argentina) en el navío Santiago el Perfecto y partía con la misión de formar parte de la primera expedición científica a Patagonia. A su llegada el gobernador de esta ciudad ya le encargó los planos de la ciudad.

Felipe V le encomendó, para frenar las incursiones inglesas y, de paso, establecer poblaciones, convertir a los indios, poblar la costa, fortificarla, determinar los mejores lugares para construir puertos y cartografiar la costa, una expedición de exploración náutica que le llevó desde Río de la Plata hasta el Estrecho de Magallanes. Quiroga, que era un experto navegante, se embarcó en diciembre de 1745, el mismo año de su llegada a bordo de la fragata San Antonio, el único navío disponible. Durante el viaje "a pesar de que no vieron indios, encontraron una tumba india en San Julián". Una extensa región en la que según las leyendas de los navegantes vivían indios Gigantes, pero aunque se adentraron algunos kilómetros tierra adentro no encontraron a ningún indio. En su derrotero el P. Quiroga menciona en su diario, cuyo original se encuentra en el Museo Naval, dos veces a los pontevedreses hermanos Nodales, que hicieron parte de este recorrido en la ensenada a la que dieron el nombre de Río Gallegos y en la Bahía de San Jorge.

La expedición fue un éxito desde el punto de vista cartográfico y científico, no desde el punto de vista de la colonización debido a la dureza del clima, la escasez de agua, de pastos y arbolado, aún así y el rey le eligió de nuevo para formar parte de la comisión que trazó las líneas de división de los límites de los dominios de España y Portugal, "ochocientas leguas más arriba de la ciudad de Buenos Aires". La información que proporcionó Quiroga fue de vital importancia ya que el 13 de enero de 1750 España y Portugal firmaron el Tratado de Madrid. Un acuerdo de veintiséis capítulos por el que se deslindaron los territorios de Ultramar y actualizaba así el Laudo pontificio de 1493, con un meridiano conocido como Línea del Papa (Alejandro VI), según el cual se trazó un meridiano cien leguas al Oeste de las islas Azores y "la bula adjudicó a España todas las tierras descubiertas y a descubrirse situadas al Oeste de dicho meridiano, y a Portugal, todas las situadas al Este". Un año después, para ampliar el meridiano a favor de los portugueses, hasta doscientas setenta leguas más hacia el Oeste, se firmó el Tratado de Tordesillas que fue una fuente de interminables conflictos sobre los territorios descubiertos.

En 1749 recorrería los ríos de la Plata, Paraguay y Uruguay y realizó "un mapa de las misiones de la Compañía entre los ríos Uruguay y Paraná que se imprimió en Roma en 1753". Destacaron de él su gran destreza como marino sobre todo "en prever y evitar los peligros" en la navegación y minuciosos en sus descripciones de la fauna y la flora a orillas del río Paraguay.

El padre Quiroga se puso al frente de la Cátedra de Matemáticas Superiores en la Universidad de Córdoba entre 1763 y 1766. Con la expulsión de los jesuitas de territorio nacional y las colonias en 1767 unos meses después volvió a España (Cádiz), pero seguidamente se trasladó en destierro forzoso a Bolonia (Italia) en donde continuó con sus trabajos cartográficos hasta su muerte. El destierro de la Compañía de Jesús obedecía a razones estrictamente económicas ya que la Corona quería para sí, las rentas así como la expropiación de solares y bienes inmuebles de la Orden.

Así empieza el Tratado del Arte Verdadero de Navegar publicado en 1784 por su sobrino, el jesuita y escritor, Manuel Méndez Quiroga: "El Autor es el Señor D. Joseph Quiroga, natural del Reyno de Galizia, el que en sus Juveniles años sirvió por Mar i Tierra a Su Magestad Catholica, en maior edad mudó de estado pero no de servicio, haviendo echado mano de él la Corte de España para varias expediciones; una dellas fue el viaje, que emprendió a los Patagones, en donde registró, delineó, y fondeó aquellos Puertos, Costas, y Mares, de que son testigos las muchas Cartas Geographicas, que de estos, i otros sitios, remitió a la Corte, hechas de su puño con una larga descripción".

Lo publicó su sobrino en nombre del autor, su tío, que con setenta y ocho años, se encontraba "en un estado, que mueve a compasión, enteramente inútil para todo". Un libro "que para utilidad de la Marina Española da a la luz pública D. Manuel Mendez Quiroga; con dos figuras mathematicas i un tratadillo al fin sobre la aguja de marear". El libro pretendía solucionar las imprecisiones de las coordenadas de la época, cuestión de la que ya se había lamentado doscientos años antes Pedro Sarmiento de Gamboa, otro navegante pontevedrés.

José Quiroga Méndez, que está considerado como uno de los mejores cartógrafo de esta zona de América, falleció en Bolonia en 1784.

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