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Mercedes G. Bará, el color de una sonrisa

Con su hermana Alicia fueron dos pioneras del arte en una época donde la mujer ‘pintaba poco’ y, aún así, inundaron de color las paredes de varias décadas de nuestra ciudad

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De nuevo escribo estas líneas porque hay poca información disponible sobre otra mujer que dedicó buena parte de su vida a la pintura desde Pontevedra. Extrovertida, alegre, activa son algunas de las cualidades de Mercedes. Que dos hermanas se dedicaran a la pintura profesional en los años setenta no era usual, hay que recordar que hasta 1975 las mujeres no podían abrir una cuenta en un banco y tenían que pedir permiso a su marido, si lo hubiere, para poder trabajar, para cobrar un sueldo, expedir un pasaporte o para obtener el carnet de conducir.

María de las Mercedes González Bará nació en Portonovo el 9 de septiembre de 1927. Hija de Modesta Bará Álvarez (28-09-1893) y de Juan González Deza, casados el 16 de agosto de 1921 en la misma localidad. Su padre, un hombre inquieto y de buena posición, emigró a Argentina mientras su madre, que no quería abandonar el país, se quedó en Pontevedra. Mercedes era la menor de tres hermanos con Alicia y Juan Manuel. Su madre Modesta fue Maestra Nacional de Instrucción Pública. Cuando su marido emigró a América se quedó sola con tres hijos a los que sacó adelante a base de mucho esfuerzo y trabajo.

La casa familiar de Pontevedra siempre estuvo ubicada en la avenida de Santa María, un entorno histórico privilegiado frente al palacete de las Mendoza, en donde un día se levantaron las antiguas torres arzobispales y con vistas a la iglesia construida por el Gremio de Mareantes en el s. XVI. Mercedes pasó buena parte de la infancia con su hermana Alicia en los destinos donde su madre impartía clases, que normalmente era en pequeñas aldeas o localidades. Tal vez por eso a Mercedes, como a su hermana Alicia, le gustaba el campo y el mar, motivos que años más tarde formarían parte de su producción artística. Cuando Alicia se separó de su marido, las hermanas decidieron vivir juntas con Francisco Javier, el único hijo de Alicia.

Mercedes fue autodidacta y empezó a dibujar a lápiz con mucho detalle para entretenerse, eran dibujos figurativos minuciosos. Durante este proceso, sin darse cuenta, influyó de manera decisiva en que su hermana Alicia comenzara a pintar. Trabajó a lápiz, pastel, acuarela y algo de óleo. La temática de sus obras tiene denominadores comunes; así la figura de la mujer se repite de mil maneras diferentes, mujeres de campo unidas o en solitario, rederas, mujeres pensando o trabajando con trazos suaves redondeados; la maternidad es otra temática recurrente, tal vez porque nunca llegó a tener hijos. Mercedes se centró más en las escenas de campo, aunque en algunos de sus cuadros incorpora el mar de fondo y la figura masculina. El impresionismo y expresionismo son sus referencias pictóricas. Le gustaba trabajar el barro y llegó a hacer pequeñas piezas de maternidades.

Empezó a exponer a partir de 1973 y realizó muchas de ellas en la sala de la Caja de Ahorros de Pontevedra, la mejor sala de la época. Expuso obra también en las siguientes bienales: III Bienal Nacional de Arte de Pontevedra (1975), IV Bienal Nacional (1977) y V Bienal Nacional (1979), en la II Bienal Internacional (1976), III Bienal Internacional (1978), y en la IV Bienal Internacional de 1980. Expuso también en salas de Vigo, A Coruña y A Toxa.

Bajo la influencia de su hermana Alicia, tardíamente abrió su temática a paisajes más generales y a la figura masculina. Le gustaba también la fotografía y fotografiaban paisajes allá a dónde iban, dejaron una colección de instantáneas muy interesantes. Compartió amistades con su hermana y además le unió una estrecha relación con Marisa Antúnez, Tina Alonso, Manuel Torres y muy buena relación con multitud de pintores de su época. Les gustaban mucho las antigüedades, de las paredes del salón de su casa colgaban cuadros y piezas artísticas de Sargadelos. Hacían pequeñas tertulias en casa y recibían a la antigua usanza, café y pastas.

Viajó con su hermana a Segovia conduciendo su coche, un R-8 de cuatro faros, porque querían ver Castilla pero se reflejó sólo en algunos cuadros de Alicia. Les gustaba mucho el campo y los animales. Tuvo una gata a la que llamaron Miguel, un gatito que apareció en los tejados de Santa María y al que sedujeron para siempre con un trozo de carne. Mujer de creencias religiosas colaboraba mucho con la parroquia en la época de Peregrino Reboiras Torrado (1952 -1 de octubre de 1989), más conocido como Don Peregrino, compaginó su carrera artística con el trabajo en la guardería de Santa María. Vivió siempre junto a su madre, que al quedarse sola Mercedes la acompañó hasta su fallecimiento.

Mercedes falleció en silencio el 2 de enero de 2017 en Pontevedra. Se fue para siempre una mujer muy especial que iluminó el mundo con su sonrisa, su flequillo, cara de niña y vestimenta colorida. Como su hermana, Mercedes vivió a su manera en un microcósmos en el que permaneciendo soltera en aquella época, muy celosa de su privacidad. Poco antes de fallecer todavía realizó algunos dibujos a lápiz.

Mi agradecimiento a Javier Blanco González y a Pepita Louro Lojo, sobrino y cuñada respectivamente, por compartir algunos de estos recuerdos.

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